Israel afirma haber matado en Beirut al número dos de Hezbolá como respuesta por la muerte de 12 niños
Fuad Shukr era uno de los principales objetivos de Israel y Estados Unidos, este último ofreciendo una recompensa de cinco millones de dólares por su paradero
En un movimiento decisivo, el ejército israelí llevó a cabo un ataque aéreo selectivo en Beirut este martes, dirigido contra un cuartel de Hezbolá, el grupo chií libanés. Este ataque, que marcó el primer bombardeo en la capital libanesa desde la muerte de Saleh al Aruri, segundo al mando de Hamás, en enero, resultó en la muerte de Fuad Shukr, un alto comandante militar de Hezbolá. Shukr, también conocido como «Sayyid Muhsan», era considerado uno de los líderes más importantes de la organización y un estrecho colaborador de Hasán Nasrallah, el jefe del grupo.
El ataque fue una represalia por el lanzamiento de un misil, supuestamente realizado por Hezbolá, que impactó en la localidad drusa de Majdal Shams, en los Altos del Golán ocupados por Israel, causando la muerte de doce menores. Este acto fue calificado como una «línea roja cruzada» por las autoridades israelíes, quienes responsabilizan a Hezbolá del ataque, aunque la organización niega haber lanzado el cohete modelo Fajer 1 que provocó la tragedia. El ejército israelí había advertido previamente que respondería de manera contundente, y este ataque parece ser la materialización de esa amenaza.
Shukr, veterano de Hezbolá desde su fundación hace cuatro décadas, era un miembro clave en la planificación de operaciones militares y estaba a cargo del arsenal de armas avanzadas del grupo, incluyendo misiles de precisión y drones. Su implicación en ataques históricos, como el bombardeo de la base de los marines estadounidenses en Beirut en 1983 que dejó 241 muertos, lo había convertido en uno de los principales objetivos de Israel y Estados Unidos, este último ofreciendo una recompensa de cinco millones de dólares por información sobre su paradero.
El bombardeo en Beirut, confirmado por Israel y llevado a cabo con el conocimiento previo de Estados Unidos, aumenta el riesgo de una escalada mayor en la región. La tensión ya había sido palpable, con un aumento de las hostilidades a lo largo de la frontera israelo-libanesa durante los últimos meses. La comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y el Líbano, ha expresado su preocupación por la posibilidad de un conflicto a gran escala, similar al de 2006, cuando Israel y Hezbolá se enfrentaron en una guerra devastadora.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, supervisó personalmente el desarrollo del ataque desde Jerusalén y posteriormente se dirigió a la sede central del ejército en Tel Aviv. Netanyahu, durante una visita a Majdal Shams, afirmó que la respuesta de Israel sería «dura», destacando la tragedia que ha afectado profundamente a la comunidad drusa local, considerada parte del tejido social de Israel pese a las complejidades legales y políticas de la región.
Por su parte, Hezbolá ha condenado el ataque como una «escalada peligrosa» y ha prometido represalias, mientras que Irán, principal aliado del grupo, también ha expresado su condena. El Ministerio de Exteriores de Líbano ha llamado a una respuesta «proporcionada» de Israel para evitar una mayor escalada y ha anunciado que presentará una queja ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
La situación en Majdal Shams sigue siendo tensa, con la comunidad de luto y la instalación de un monumento conmemorativo en el lugar del ataque. Doce sillas con balones y camisetas con los nombres de las víctimas representan la pérdida sufrida por la comunidad. Las familias y vecinos consideran este incidente como la peor tragedia desde la guerra de Yom Kipur en 1973, resaltando la gravedad del ataque y el impacto duradero en la población local.
En este contexto, el portavoz adjunto del Departamento de Estado de EE.UU., Vedant Patel, reiteró los esfuerzos de Washington para evitar una escalada del conflicto y buscar una resolución diplomática que permita el regreso seguro de los civiles tanto israelíes como libaneses a sus hogares. Sin embargo, la situación sigue siendo altamente volátil, con un potencial significativo de desencadenar una guerra más amplia en la región, exacerbada por los recientes ataques y la retórica agresiva de ambas partes.