Polonia
El rechazo a la despenalización del aborto, una severa derrota para Donald Tusk
El partido que ha gobernado Polonia con mayoría absoluta entre 2015 y 2023 se ha apuntado un tanto con la derrota parlamentaria de Tusk
Donald Tusk respiró aliviado la noche del pasado 9 de junio cuando, en compañía de sus aliados, logró superar, en escaños y en votos, a la formación conservadora Ley y Justicia (PiS) con motivo de las elecciones europeas. El primer ministro polaco empezó a rezumar optimismo tras unos meses –tomó posesión en diciembre– en los que la estabilidad de su frágil coalición –que abarca desde la izquierda radical hasta representantes de la derecha– ha pendido de un hilo.
De ahí que el 10 de julio, por medio de un mensaje en la red social X, un Tusk exultante dijera: «Votaremos a favor de la despenalización del aborto. Votaremos a favor de las uniones civiles como proyecto de gobierno, aunque no todos estén convencidos. Hemos terminado de discutir, es hora de tomar decisiones». Sin embargo, sus planes se vinieron abajo dos días más tarde cuando la Dieta, cámara baja del Parlamento polaco, rechazó aprobar el primero de los cuatro proyectos de ley encaminados a equiparar la legislación en materia de aborto a la del resto de las democracias occidentales.
La Dieta tumbó por un estrecho margen, 218 votos frente a 215, la despenalización de la cooperación y asistencia al aborto hasta las doce semanas de embarazo. En la actualidad, semejante delito puede castigarse con hasta tres años de cárcel. Faltaron los votos de dos diputados del partido de Tusk, Coalición Cívica, a los que el primer ministro ya ha sancionado. Entre ellos figura el viceprimer ministro y titular de la cartera de Desarrollo y Tecnología, Waldemar Slugocki, que alegó un viaje a Estados Unidos, previsto desde hacía tiempo, para no tomar parte en la votación.
Una excusa que Tusk no ha querido admitir, por lo que ha cesado fulminantemente a Slugocki en nombre de la «disciplina». El otro diputado díscolo es Roman Giertych, al que el primer ministro ha obligado a dimitir como portavoz parlamentario adjunto de Coalición Cívica. También falló otro diputado de la coalición, Krzysztof Grabczk, cuya ausencia estaba justificada por baja médica. En cambio, sí que votaron en contra de la despenalización los 28 diputados del Partido Campesino Polaco (Psl), que conforman el ala más conservadora de la coalición. Habían avisado respecto de sus intenciones y han cumplido. En este caso de estos incómodos aliados, Tusk no puede decir que fue cogido por sorpresa.
Mas esto no es óbice para que se vuelva a plantear la viabilidad de la coalición. El concurso del Psl es vital para su supervivencia, pero desde sus filas no van a ceder en puntos que consideran innegociables, pues se presentan como guardianes de los valores tradicionales, más arraigados en el campo que en las grandes ciudades. En las zonas rurales, Psl y PiS libran una feroz batalla para ganarse los favores de los votantes más católicos. En el caso del PiS es práctica habitual alquilar autobuses los días de elecciones para transportar a los votantes afincados en las zonas de más difícil acceso.
El partido que ha gobernado Polonia con mayoría absoluta entre 2015 y 2023 se ha apuntado un tanto con la derrota parlamentaria de Tusk. Y puede lograr si en los otros tres textos, aún debatidos a nivel de las comisiones parlamentarias, proponen el acceso directo al aborto, aunque de diferentes maneras, terminan siendo votados.
El motivo es que el presidente de la República, Andrzej Duda, estrecho aliado del PiS, advirtió de que pondría su veto. El riesgo es que el año que viene hay elecciones presidenciales y si una mayoría de la sociedad polaca se niega a reelegir a Duda, la Polonia conservadora se quedaría sin posiciones de poder. Lo cierto es que el aborto seguirá animando el debate político polaco. De momento, Tusk intenta que la Dieta vuelva a pronunciarse sobre la despenalización del aborto.