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Cake Minuesa retransmitiendo la marcha de María Corina MachadoX

Entrevista

Cake Minuesa: «Internacionalmente, a Venezuela no le convenía matarme»

El célebre periodista nos narra su entuerto con las autoridades a las órdenes de Maduro en el que temió por su vida​

El intrépido periodista, Cake Minuesa, nos atiende desde una etapa del Camino de Santiago mientras da gracias por haber sobrevivido al calvario que ha pasado en Venezuela. Después de su paso por el país sudamericano en el que ha sufrido lo indecible rodeado por más de quince guardias de seguridad y en el que su condición física se ha visto perjudicada.

«Necesito a Dios para darle las gracias por estar vivo y poder contarlo», nos confiesa. Su primer deseo va dirigido a «El Debate», en especial a Juan Carlos Girauta, columnista en este nuestro periódico. «Fue el único y el primero de los grandes medios que me defendió y me envió fuerzas», acierta a contarnos por el valiente artículo titulado: 'Ni se os ocurra tocar a Cake'. Ya que la prensa al hacerse eco de su arresto al otro lado del Atlántico consiguió que se calmaran las aguas y que en su cautiverio no sufriera lesiones físicas de consideración, más allá del tremendo trauma vivido.

También agradece los llamamientos del PP (a través de Cuca Gamarra) y de Vox (por Santiago Abascal). Esenciales para desactivar este tipo de secuestros que llevan a cabo autoridades dirigidas por el poder del régimen de Maduro.

Su día a día en la maltrecha Venezuela, gira en torno a los barrios más desfavorecidos adeptos a Maduro «por un plato más de comida». La cosa va así: «Cuando hay elecciones en vez de una comida a la semana les ‘regalan’, por ejemplo, dos». A pesar de todo nos advierte que gran parte de la población de los suburbios apoya a María Corina Machado y defienden un cambio de paradigma, como no podía ser de otra forma en un país que agoniza económicamente. «La jalean como si fuera una estrella del rock», habla Cake.

Minuesa entró a Venezuela junto a Víctor González, exdiputado de Vox, que fue encarcelado mientras se encontraba acompañado por el periodista y al que le llegaron a advertir que “entraba gente (a la celda) que a veces no salía".

Entonces, las autoridades ya tenían en el punto de mira a Minuesa que optó por no regresar de nuevo a su hotel. Un movimiento en vano, ya que a las tres de la mañana tras recoger unos libros, le acabaron secuestrando. Padeció un arduo interrogatorio entretanto le trasladaban al aeropuerto de Caracas. Le hackearon el móvil, le quitaron sus pertenencias y, lo peor, le impidieron durante casi un día ir al baño con todas las consecuencias que conlleva.

A las ocho de la mañana le pasean por las dependencias aeroportuarias y le obligan a firmar documentos para dejarle escapar.

Gracias a un posterior enfado y con las consiguientes burlas humillantes de las supuestas fuerzas del orden, consigue huir en un vuelo hacia Colombia donde sin documentación, y gracias a amigos afines, embarca en un vuelo hacia España.

«Internacionalmente no les convenía matarme», admite. Pero, al día siguiente es cuando se empiezan a producir los primeros asesinatos en las manifestaciones.

«Estoy seguro que si me quedo un día más acaban con mi vida», sentencia. Debido a que la convulsa Venezuela está sitiada por un régimen que agoniza y observa como se le escapa el poder de las manos.

Como muestra un botón, la reciente ley que Maduro acaba de sacar a la luz con la que puede encarcelar a cualquiera que toma o graba una simple imagen de lo que sea. El omnipresente poder acecha en cada esquina: «No entiendo como se pudieron enterar de mi paradero», nos relata. «En el último bar en el que estuve me contaban que me andaban buscando, me pisaban los talones», nos advierte nuestro protagonista como si de una película de espías se tratara.

Un hecho que sucede bajo cuerda desde hace lustros. Tal y como nos vislumbra otro compañero estadounidense que fue arrestado y trasladado a una cárcel venezolana. Vio la luz tras tres meses entre rejas por hacer un reportaje sobre Venezuela. Antes de un aviso, se suponía que era sospechoso por no reflejar correctamente la dictadura. Sólo la mediación de Biden le salvó.

Cake se libró por un día, a nuestro compañero estadounidense le ayudó el Gobierno de Estados Unidos, pero puede que el asesinato de un periodista internacional esté al caer.

El lunes estallaron protestas en Caracas y otras ciudades, con 11 civiles muertos, según oenegés de derechos humanos, y más de 1.000 detenidos. No se tienen más datos fehacientes de posteriores encontronazos pese a que tuvieron lugar.

Tristemente, se espera que muchos más puedan 'caer en combate' tras el enfrentamiento de las dos manifestaciones (una liderada por adeptos a Maduro y otra por María Corina Machado) que prometen elevar las víctimas y la presión. Mientras tanto, Cake adentrándose en Galicia los «encomienda a la providencia».