Mélenchon, el Maduro de Francia
Jean-Luc Mélenchon podría ganar en un futuro en Francia, sí, de hecho, ya ha ganado un espacio abandonado por la derechita estafadora
LFI (La Francia Insumisa), el equivalente de Podemos y Sumar, es el partido comunista francés con el nombre cambiado, liderado por Jean-Luc Mélenchon, quien ha expresado con anterioridad, pecho hinchado de arrogancia extrema, que aspira a ser el Hugo Chávez y el Fidel Castro de Francia; muy en silencio también anhela convertirse en el Nicolás Maduro, y es quizás con quien más tuviera que ver dado el nivel de soberbia y pesadez que les caracteriza a ambos. Por donde pasan estos «insumisos», islamo-comunistas y antisemitas, no crece la yerba, se la come el odio tan ácido que destilan. Es verdad que la mala gestión de Emmanuel Macron les ha facilitado votos y más ganas de vetar, no cesan de vetar nombres de posibles primeros ministros para ese nuevo gobierno que de una vez tendrá que proclamar el presidente.
El tema es ese: que sólo el presidente en funciones está apto para nombrar al nuevo primer ministro, quien a su vez nominará a los ministros herederos de la debacle; dado que, tras las elecciones legislativas, para evitar que gobernara el partido de Marine Le Pen, mayoritario en votos, Macron desmanteló el Gobierno hacía pocos meses nombrado por él mismo. Complejo, aunque se entiende. Porque lo que hay que entender es que Francia ha celebrado unos Juegos Olímpicos en medio de una situación de desgobierno lioso y excesivamente turbio.
El NFP (Nuevo Frente Popular), la unión de todas las izquierdas, donde manda más que ninguna LFI, ha querido imponer a una comunista, Lucie Castets, graduada en Ciencias Políticas –y ya sabemos en lo que se ha convertido Sciences Po–, esa universidad otrora la cuna del pensamiento, hoy en buena medida pro Hamás y antisemita; quien desde el cargo de directora de Finanzas y Compras del ayuntamiento de París ha hecho estragos irreparables en el servicio público, o sea Castets arruinó parte del presupuesto de la alcaldía.
No obstante, Lucie Castets ha usado sus vacaciones para hacer el trabajo de terreno que no se le había visto hacer antes, dedicada a convencer a base de labia comunista y promesas del mismo género a trabajadores y empresarios; de una manera precipitada también ha exigido a Emmanuel Macron que la nombre ¡ya! primera ministra. La prensa la ha acompañado en esta aventura, como es natural, y le han publicado reportajes en su honor donde ha hecho revelaciones del estilo de su orientación sexual, la lesbianidad leninista, como si a estas alturas eso sirva de algún atributo.
El presidente pidió una tregua, que no fue respetada, y la cantilena continuó por parte de los insumisos y de Mélenchon, la tropa más salvaje que nunca. Ahora claman por una moción de censura para destituir a Macron, lo que supondría arrebatarle el poder. La misma estrategia de Pedro Sánchez, calcada y vomitada.
Entre los nombres para primeros ministros que se han barajado desde el entorno del gobierno están los siguientes: Xavier Bertrand de LR (Les Républicains), la derechita sosa, y Bernard Cazeneuve, del PS (Partido Socialista), en franca decadencia, que ya fue ministro del Interior y primer ministro entre otros cargos, bajo el mandato del mediocre ‘Flamby’, François Hollande. Ninguna de estas opciones agrada a los «insumisos» que más vasallos de Mélenchon y de su segundo Manuel Bompard no pueden comportarse. Ambos jefes lo único que codician es el poder para destruir este país a la manera castro-chavista.
Jean-Luc Mélenchon, el más agresivo y el más peligroso, pese a la edad avanzada y a su jubilación, constituye la fuerza motora que exacerba la agresividad dentro de este grupo de prepotentes y posibles 'okupas' de Matignon. La avaricia de Mélenchon es tal que no estaría contento con destronar a Macron, su rival actual, sino que avizora desde ahora concurrir en barahúnda presidencial futura contra Marine Le Pen.
Beau-parleur, buen orador, aunque parlanchín hasta el aburrimiento, sabe envolver y anestesiar a los indecisos hasta hurtarles sus determinaciones mediante promesas sociales y hechizos justicieros. En verdad no pasa de ser un ignorante farragoso, que al usar un torrente de verborrea ideológica y lemas neo-marxistas aliñados con antisemitismo, antirracismo muy afanado y estilizado, más racismo anti-blanco, consigue llegar a los idiotas, que como sabemos son numerosos.
El 23 de agosto sabremos quien será el nuevo primer ministro… Mientras tanto, Jean-Luc Mélenchon podría ganar en un futuro en Francia, sí, de hecho, ya ha ganado un espacio abandonado por la derechita estafadora, pues ha sabido inocular la falsa ilusión –valga la redundancia– al estilo madurista, que proviene del estilo chavista, y este del estilo castrista.