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19 de septiembre de 2024

El líder del partido de izquierda radical francés, La Francia Insumisa, de Jean-Luc Melenchon

El líder del partido de izquierda radical francés, La Francia Insumisa, de Jean-Luc MelenchonEFE

Francia

La derrota de la extrema izquierda alivia ligeramente a Macron, sin sacarle del atolladero

El jefe del Estado tendrá que hilar fino para configurar una mayoría que no viva bajo la amenaza permanente de una moción de censura

«Cólera». Es lo que siente Lucir Castets, la alta funcionaria aún desconocida hace apenas un mes hasta que los dirigentes del Nuevo Frente Popular (NFP) la propusieron para ser primera ministra, tras enterarse de que no iba a encabezar el próximo Gobierno de Francia. La política en ciernes no se paró en barras ayer por la mañana en los micrófonos de la emisora pública France Inter: «Se está diciendo a los franceses: 'De hecho, habéis acudido a las urnas, pero no vale para nada, habéis votado mal'».

A continuación, arremetió con dureza contra Emmanuel Macron: «La democracia no vale nada a los ojos del presidente, y eso me parece extremadamente peligroso». Más: «Estamos ante un presidente de la República que quiere ser al mismo tiempo presidente de la República, primer ministro y jefe de partido», disparó la que sigue siendo directora de Finanzas del Ayuntamiento de París.

Se permitió, incluso, impartir una clase de pedagogía institucional al jefe del Estado: «Las instituciones no pueden funcionar así. No es satisfactorio para nadie, no es respetuoso con los franceses ni con la democracia. El papel del presidente de la República hoy sería nombrar un primer ministro del grupo que tiene mayoría en la Asamblea Nacional. A continuación, corresponde a ese grupo buscar acuerdos con los demás. Así funciona la democracia, eso es todo. El presidente no puede componer el gobierno de sus sueños», zanjó.

El caso es que ella y los suyos, tampoco: la negativa del inquilino del Elíseo tumba las ambiciones de NFP y las suyas propias durante una temporada larga. Probablemente, hasta la celebración de nuevas elecciones legislativas que solo podrán celebrarse en junio del próximo año. Sin embargo, si el descarte de la extrema izquierda representada por el NFP representa una pequeña victoria psicológica para Macron, el escenario sigue igual de bloqueado que hace seis días, cuando inició su primera ronda de consultas: hoy en día, sigue sin poder configurar una mayoría parlamentaria.

El presidente ha intentado retomar la iniciativa en dos etapas. La primera, trazando las características de su próxima ronda de consultas, no solo con los responsables políticos, sino también con «personalidades que se hayan distinguido por su experiencia al servicio del Estado y de la República», sin entenderse muy bien lo que semejante premisa significa en la práctica. A primera vista, podría consultar a cientos de personas. Sin ir más lejos, siguen vivos varios ministros que lo fueron hace medio siglo.

Pero la realidad le obliga ahora a un triple movimiento si quiere tener nueve meses de estabilidad. El primero, poner paz en su propia mayoría, donde las disensiones son cada vez más abundantes. El segundo, consiste en lograr la buena voluntad del grupo centrista Liot –20 escaños– y de la derecha moderada –47 escaños– al tiempo, el tercer movimiento y el más difícil de lograr, que neutralice a la Agrupación Nacional (RN), de Marine Le Pen. Este será el más difícil de alcanzar: no se puede, como hizo Macron entre ambas vueltas de la legislativas, declarar la guerra santa contra la «extrema derecha» para pedirle favores de gran envergadura tres meses después. Le Pen lo sabe. De momento, como escribe Le Figaro: «Sigue incumbiendo a Emmanuel Macron nombrar a un primer ministro capaz de construir una coalición lo suficientemente amplia como para evitar la amenaza de una moción de censura».

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