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19 de septiembre de 2024

Cañón Caesar Ucrania

Un cañón Caesar ucraniano de fabricación francesa dispara contra posiciones rusas en el DonbásAFP

La amenaza del invierno y los ataques rusos contra la red eléctrica ucraniana complican los planes de Zelenski

La euforia inicial que suscitó la ofensiva lanzada por Ucrania sobre la región rusa de Kursk se ha ido diluyendo a la sombra del avance ruso en Donetsk

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, ha acometido la mayor remodelación de su Gobierno desde el inicio de la invasión rusa, en febrero de 2022. Zelenski aseguró, este miércoles, durante una rueda de prensa junto a su homólogo irlandés Simon Harris de visita en Kiev, que Ucrania necesita «energía nueva». Los próximos meses se presentan vitales para el país centroeuropeo, con la llegada del invierno y el recrudecimiento de los ataques rusos contra instalaciones eléctricas.

Sin ir más lejos, la aviación rusa volvió a atacar, en la madrugada de ayer, infraestructuras críticas en nueve regiones ucranianas, incluida Leópolis, situada a más de 1.000 km del frente. Ante esta renovada ofensiva rusa, el operador de la red eléctrica ucraniana, Ukrenergo, se ha visto obligado a implementar cortes masivos al suministro eléctrico. Además, Rusia continúa avanzando en el Donbás, con la mirada puesta en la ciudad de Pokrovsk. El propio Zelenski confesó, el pasado 28 de agosto, que la situación en esta zona del frente era «sumamente difícil».

La euforia inicial que suscitó la ofensiva lanzada por Ucrania sobre la región rusa de Kursk se ha ido diluyendo a la sombra del avance ruso en Donetsk. La toma de Kursk pretendía obligar al Kremlin a mover a sus tropas para contrarrestar la ofensiva ucraniana. Sin embargo, Moscú ha preferido sacrificar Kursk y mantener la presión en el país vecino. Asimismo, ha optado por intensificar los ataques aéreos a lo largo de todo el territorio ucraniano. Este martes, Rusia lanzó el bombardeo más mortífero en lo que va de año contra una academia militar en Poltava, que dejó 53 muertos y más de 270 heridos.

Las críticas contra el Gobierno y los altos cargos militares por permitir que tantos soldados se concentraran en el mismo edifico no tardaron en llegar. La diputada ucraniana Mariana Bezugla, integrante de la comisión de Defensa del Parlamento, criticó, en su cuenta de Telegram, que ningún oficial de alto rango fuese castigado. Zelenski, por su parte, anunció una «investigación completa y rápida». Horas después del ataque, los ministros de Justicia, Industrias Estratégicas y Medio Ambiente y el jefe del Fondo de Propiedad presentaban su dimisión.

El último en anunciar su renuncia fue, este miércoles, el ministro de Asuntos Exteriores, Dmitró Kuleba, que ha sido la cara visible de la diplomacia ucraniana durante los dos años y medio que ya dura la guerra. Kuleba ha sido el encargado de convencer a Occidente para que suministren armas a su país y se ha recorrido medio mundo en busca de nuevos aliados. Pero, las tropas ucranianas están atascadas en el frente, el golpe de efecto que se buscaba con la invasión de Kursk no ha sido tal, y con la amenaza del invierno y una red eléctrica maltrecha, Zelenski busca, como el mismo ha dicho, «nueva energía», para hacer frente a unos duros meses.

El presidente ucraniano llevaba ya varias semanas dejando entrever que se avecinaba una inminente restructuración del Gobierno. El primer ministro ucraniano y mano derecha de Zelenski, Denís Shmigal, es partidario de reducir el número de Ministerios para recortar gastos y hacer «más ágil» la labor del Ejecutivo. Sin embargo, esta repentina remodelación parece hacer sombra a otra polémica, la destitución del director de la compañía eléctrica de Ucrania, Volodímir Kudritskii, acusado de «negligencia y corrupción», aunque también eran recurrentes sus desencuentros con el presidente ucraniano.

Así las cosas, Zelenski anunció que presentaría este mes de septiembre un plan para poner fin a la guerra al presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Aunque no dio muchos detalles, sí aseguró que Ucrania no estaría dispuesta a ceder territorios. En esta hoja de ruta, la invasión ucraniana de Kursk era una de las bazas de Zelenski para sentar a Rusia en una hipotética mesa de negociaciones. Pero, por ahora, el presidente ruso, Vladimir Putin, parece tener otros planes. Putin prefiere esperar a que llegue el otoño, y con él un posible cambio de rumbo en Estados Unidos si Donald Trump gana las elecciones el próximo 5 de noviembre y corta el grifo del suministro de armas a Kiev. Finalmente, el invierno acabará por poner todas las cartas sobre la mesa.

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