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AnálisisJana BerisIsrael

El ataque a los 'buscas' de Hezbolá, un gran logro de Inteligencia y tecnología en la lucha antiterrorista

El singular ataque no tiene precedentes en alcance, en originalidad, en osadía y en el evidentemente alto nivel de preparación

Soldados del Ejército libanés hacen guardia cerca de un hospital en BeirutAnwar Amro / AFP

Si bien el Gobierno de Israel sigue sin reivindicar el singular operativo contra Hezbolá a través de la detonación de los aparatos ´buscas´ que llevaban consigo miles de sus hombres, aquí todos dan como hecho natural que el autor haya sido Israel. Lo dicen no sólo analistas en los medios sino también exmiembros de sus sistemas de seguridad y altos oficiales ya retirados, destacando todos un aspecto notorio: el gran nivel tecnológico que hizo posible un ataque de este tipo. Pero no menos que ello, el gran nivel de la información de Inteligencia recabada, que debía juntarse con la capacidad tecnológica a fin de alcanzar la meta: causar la explosión simultánea en miles de aparatos en diferentes partes de Líbano y hasta en la vecina Siria.

Las preguntas centrales, a las que nadie puede responder en forma fehaciente sino solamente con especulaciones, se refieren a cómo se pudo en la práctica llevar esto a cabo. Al parecer, las explosiones fueron en los ´buscas´ del tipo más avanzado –aunque la tecnología de estos aparatos es considerada del siglo pasado– que Hezbolá importó hace unos meses. ¿Logró Israel introducir explosivos en cada uno de ellos? ¿O consiguió enviar un mensaje a círculos electrónicos en los dispositivos, de modo que eso los calentó, convirtiéndolos en una especie de granada en manos de los terroristas? Lo que sí parece claro, es que primero los aparatos sonaron indicando que había entrado un mensaje, y cuando los hombres de Hezbolá cogieron el aparato para leerlo, explotó. Todo, sincronizado.

El ataque tan singular es absolutamente sin precedentes en alcance, en originalidad, en osadía y en el evidentemente alto nivel de preparación. El tiempo dirá si también sus derivaciones lo serán. Depende de los próximos pasos que Israel decida dar, no sólo de la respuesta de Hezbolá.

Un ataque así no es algo que se decide en días. Tal como señaló en una entrevista al canal N12 Oded Eilam, exalto oficial en el Mossad, «esto no es cuestión de una oportunidad que surge y se toma de inmediato, sino algo que requiere mucho tiempo de preparativos». Explicó que en este caso preciso era imprescindible saber qué buscas se estaban usando, quién en Hezbolá los tenía –la intención no era llegar a los rangos más bajos–, cómo funcionaban y dónde estaba cada uno de los usuarios de modo que no se activaran aparatos equivocados.

«El uso de la tecnología en la lucha anti terrorista es clave», dice a El Debate Adi Carmi, exoficial en el Shin Bet, el Servicio de Seguridad encargado de la lucha interna contra el terrorismo. «Yo mismo he participado en diversos operativos en los que ineludiblemente precisábamos tecnologías puntuales, pero no puedo dar detalles al respecto ya que hay cosas que aún no puedo contar».

Carmi es especialmente cauteloso, pero hay cosas que son de conocimiento público desde hace mucho. Especialmente recordado es en Israel el caso de la eliminación el 5 de enero de 1996 de Yehia Ayyash, conocido como 'el ingeniero de Hamás', quien fabricó todas las cargas explosivas que sirvieron en los atentados suicidas de aquellos años. Un móvil que le había sido entregado poco antes por alguien de su confianza, fue el arma que puso fin a su vida cuando atendió una llamada.

Pero también situaciones como la ubicación de una figura determinada de una organización terrorista es un logro de las tecnologías de seguimiento y espionaje. Eso es clave, no solamente la capacidad de usar un misil preciso enviado a un piso determinado y a una habitación puntual dentro de un edificio, para eliminar a esa persona y no a todo aquel que esté en el lugar, sino también la capacidad de saber toda esa información.

Más allá de lo interesante que sería tener los datos precisos sobre cómo se concretó un operativo así, lo claro es que ese alto nivel tecnológico y de recolección de Inteligencia, es un arma clave en manos de Israel en la lucha antiterrorista, suponiendo que en efecto fue el autor del ataque.

Si bien Hezbolá promete venganza, está claro que el ataque lo descolocó. Miles de sus miembros quedaron neutralizados y salieron de hecho de los círculos de terroristas que pueden entrar en acción. Pero más que nada, le transmitió una sensación clara –que no reconocerá públicamente– de impotencia ante la evidente brecha de seguridad que permitió su infiltración a tan alto nivel. En Israel, se lo ve como una enorme humillación a Hezbolá, que puede servir de ejemplo también para otros enemigos del Estado hebreo.

Si bien es prematuro aún vaticinar cuál será el efecto a mediano plazo de lo logrado por quien realizó el ataque, la información según la cual en Cisjordania miembros de distintos grupos terroristas palestinos deciden deshacerse de todos sus móviles y aparatos ´buscas´ por temor a infiltraciones de Israel, deja en claro que eso les altera su actividad, los pone a la defensiva y facilita todo esfuerzo por capturarlos o al menos por desbaratar sus planes de atentados.

Pero ahora, en Israel, lo que se preguntan en el norte del país, atacado desde el 8 de octubre por disparos de misiles de Hezbolá, es si acaso el exitoso ataque contra la organización terrorista puede cambiar la situación y hacer posible que los 60.000 evacuados vuelvan a sus casas o si se recordará meramente como un impresionante operativo tecnológico que no logró disuadir al brazo de Irán en el Líbano.