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AnálisisJana Beris

¿Y ahora qué? Entre la eliminación de Nasralá y el fin de la guerra

El gran operativo aéreo israelí en Dahiye, el bastión de Hezbolá en Beirut, no pone fin a la ideología detrás de esta organización fundamentalista chiita proiraní y lo que representa

Una pancarta con la imagen del líder supremo de Irán, Ali Jamenei, y el líder de Hezbolá, Hasan Nasralá, en TeheránAFP

Casi un año después de que la organización terrorista Hezbolá comenzara a atacar al norte de Israel en «solidaridad» con Hamás en la franja de Gaza, el artífice de esa línea, el jefe de Hezbolá, Hasan Nasralá, fue eliminado por Israel. Este es el corolario de una serie de sorpresivos operativos antiterroristas lanzados por Israel tanto contra la cúpula de Hezbolá –hace ya días se decía que Nasralá se estaba quedando solo– como contra sus capacidades militares. E indudablemente, por lo que Nasralá simbolizaba, este golpe es el más significativo, ya que él era el archienemigo de Israel, el más buscado en los últimos 32 años.

La gran pregunta es si acaso esto pone fin al propio Hezbolá y a la guerra de la organización contra Israel. Los disparos de cohetes y misiles tanto en la noche del viernes como a lo largo de este sábado desde el Líbano hacia el norte de Israel, dejan claro que no. Y nadie en Israel pensaba que la muerte del secretario general del Partido de Dios significaría el inicio de la paz total.

El gran operativo aéreo israelí en Dahiye, el bastión de Hezbolá en Beirut, no pone fin a la ideología detrás de esta organización fundamentalista chií proiraní y lo que representa y se sabía que seguiría habiendo quienes intentarían continuar los ataques. Pero es tal la envergadura del golpe –ya que además de eliminar a Nasralá también se ha alcanzado a toda la comandancia de la organización y se está avanzando en la destrucción de sus armas y misiles– que la sensación en Israel es que sí se han dado varios pasos de cara al fin de la organización como amenaza poderosa contra Israel.

Nasralá era una pieza central, la principal en el así llamado «eje del mal» –que él mismo llamaba por cierto de otra forma, el «Eje de la Resistencia»– encabezado por Irán. Por detrás del líder supremo de la República Islámica, Ali Jamenei, y el régimen de los ayatolás, cuya ideología fue la que creó ese concepto de una serie de entidades terroristas que desafíen a Israel desde distintos puntos de la región. Además Nasralá jugaba un rol central en la toma de decisiones de la organización, y tenía inclusive cierta autonomía, aunque era el brazo de Irán en el Líbano.

Desde Irán ya se dice que «el eje de resistencia continúa», pero no es de descartar que al ver en qué queda Hezbolá tras décadas de haberle enviado dinero y armas sin cesar, puede que en Teherán también estén evaluando qué hacer. Y el hecho de que el líder supremo Jamenei hay sido trasladado a «un lugar seguro» dice mucho sobre lo que sienten ahora en el régimen de los ayatolás

Israel deja en claro ahora que lo que hizo contra Hezbolá es un mensaje a todos los que le amenacen. El tiempo dirá si eso disuade a las otras parte del «eje» encabezado por Irán o las incentiva a seguir atacando.