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MontecassinoHermann Tertsch

El trauma de Estrasburgo

La irrupción de una nueva mayoría en el Parlamento Europeo asusta al Partido Popular tanto como a la izquierda

La resolución del Parlamento Europeo sobre Venezuela aprobada en Estrasburgo la pasada semana ha tenido unos efectos colaterales de gran impacto. De conmoción. Ciertos grupos políticos andan traumatizados por lo acaecido. Pero nadie crea que es por el contenido de la resolución. Es por la mayoría que la hizo posible. La mayoría habida cambia las perspectivas de muchos para toda la legislatura. Porque ahora ven que la operación de Úrsula von der Leyen de ignorar el resultado de las elecciones y abrazarse en alianza del PPE con toda la izquierda perdedora de las elecciones del 9 de junio tiene un enorme talón de Aquiles. Cierto que le ha servido a ella para perfilar una Comisión Europea a su medida, secuestrando el voto recibido por nada menos que 188 eurodiputados populares con intención de continuar el proyecto centralista, socialista y ecologista radical y de ingeniería social del lustro pasado.

Pero, como ahora queda patente, no puede desactivar una nueva realidad que ha surgido de golpe en este pleno de Estrasburgo y se perfila ya como la gran amenaza para dichos planes de Von der Leyen de seguir haciendo política de izquierdas con votos de derechas como si nada hubiera pasado.

Han pasado muchas cosas el 9 de junio y después y se vio en dicha votación sobre Venezuela. La composición de la mayoría que logró imponer el texto original, una vez frustrados los intentos del Partido Popular Europeo de rebajar el contenido de los primeros puntos y seducir al grupo de Renew a su izquierda, supone un rotundo mensaje que aterra tanto a la izquierda como a muchos en el Partido Popular Europeo.

La resolución que exige el reconocimiento de Edmundo González Urrutia como presidente democráticamente electo y legítimo de Venezuela al considerarse probada su victoria fue aprobada por 309 votos a favor y 201 en contra gracias a todas las fuerzas de la derecha, desde el Partido Popular Europeo, los Conservadores y Reformistas (ECR) Patriotas por Europa (PfE) hasta Naciones Soberanas (ESN) que incluye a la AfD alemana. Desde el PP a AfD. A algunos les asustará, pero es un hecho. Y como la resolución demuestra, muy positivo. Se frustraron los intentos de los socialistas, verdes y comunistas de proteger a la criminal dictadura de Nicolás Maduro y su fraude electoral.

Y es que el Partido Popular Europeo dinamitó en la resolución de Venezuela ese llamado «cordón sanitario», más bien un acoso antidemocrático, que se ha autoimpuesto desde Alemania y Francia especialmente y que obliga a los partidos populares a aliarse siempre con la izquierda. Porque mientras los socialistas siempre se pueden aliar hasta con los más criminales extremistas, los populares no pueden aliarse con quienes ocupan el espacio que los populares abonaron en su eterno movimiento hacia la socialdemocracia.

La realidad es que existe una mayoría alternativa al de facto «partido único socialdemócrata» integrado por populares, socialistas, liberales de Renew y verdes que ha gobernado siempre en una fusión del bipartidismo con añadidos. Y la alternativa es una mayoría fuerte de la derecha a la cual el Partido Popular no va a poder sustraerse en la legislatura que comienza. Lo van a intentar muchos de sus miembros. Pero les resultará imposible y no pocos otros se alegrarán de que así sea. De hecho, nada más comenzar la legislatura ha quedado claro.

Cuando los populares se sientan comprometidos con unos principios por alguna razón de oportunidad o necesidad se verán abocados a estar en esa mayoría que rompe cordón sanitario y crea la mayoría real que han generado las elecciones europeas. En el caso de Venezuela era la necesidad para el PP español mantener una política firme frente a la obvia complicidad del socialismo, pastoreado por el PSOE, con la dictadura de Maduro. Porque no podía dejar a Vox como defensor solitario de la causa de María Corina Machado, cosa que este partido ha sido hasta poco más de un año. El PP siempre había preferido otros opositores más «flexibles», negociadores y menos «trumpistas».

Pese a todo, el PP intentó rebajar el tono cuando le entró vértigo al ver que los llamados liberales de Renew, que son en realidad socialdemócratas y wokistas radicales, se quedaban con los socialistas, comunistas y verdes. Llegaron a pensar en el PP esa mañana que no saldría aprobada la resolución. Y fue el grupo de Patriotas, cuyas relaciones con el ECR son excelentes, el que logró movilizar también a ESN, un grupo que por principio tiende a ignorar estas resoluciones sobre cuestiones políticas ajenas a la UE. Se tumbaron los intentos del PP —en su temblor de piernas— de aguar la resolución sobre Venezuela, se ganó esa mayoría dinamitando el cordón sanitario y se mostró a los europeos y al mundo que ya hay una mayoría conservadora y nacional en el Parlamento Europeo. Y así, se gestionó la primera aparición de una realidad que mucho antes de lo que algunos creen va a sacar de la deriva suicida a la UE, devolver sentido común, sobriedad, racionalidad, competencia y libertad al discurso político y cambiar el futuro de Europa. Para bien.