La nueva vida de los soldados españoles en el sur del Líbano desde el inicio del conflicto con Hezbolá
Más de 650 uniformados españoles se encuentran desplegados al sur del río Litani, en un año han pasado de vivir en una «calma tensa» a estar la mayor parte del tiempo refugiados en los búnkeres
«Las fuerzas de paz permanecen en su posición. El equipo de Unifil –Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para el Líbano– permanece unido y comprometido», declaró este jueves el secretario general adjunto del Departamento de Operaciones de Paz de la ONU, Jean-Pierre Lacroix. Dentro de Unifil, España cuenta con un contingente de más de 650 soldados, la mayor parte de los uniformados se encuentran destinados en la base Miguel de Cervantes, en la localidad de Marjayoun, en el sur del Líbano. Al frente de la Misión está el teniente general Aroldo Lázaro Sáenz, donde, además, nuestro país ejerce el mando del Sector Este de Unifil, formado por fuerzas de Indonesia, India, Nepal, Kazajistán, Argentina, y Brasil.
Para España, esta misión es de suma importancia, ya que se trata de la mayor contribución de sus Fuerzas Armadas en el exterior. El Debate se trasladó al sur del Líbano el 2 de octubre de 2023 y, durante una semana, pudo ser testigo, en primera persona, de la multitud de labores que realizaban los uniformados en esta compleja región de Oriente Medio. Aún en ese momento, cuando un enfrentamiento directo entre la milicia chií libanesa Hezbolá y el Ejército israelí era un mal recuerdo del pasado, el propio comandante de Unifil, el teniente general Aroldo Lázaro Sáenz, confesaba a este periódico que la situación en el sur del Líbano se caracterizaba por su «frágil estabilidad y complejidad».
«Siempre existe un riesgo de escalada de tensión y cualquier malentendido o error en la acción planeada podría poner en peligro el cese de hostilidades», explicó en una entrevista exclusiva a este medio hace exactamente un año. Sin embargo, a pesar de ser conscientes del delicado y frágil equilibrio que impera en el sur del Líbano, nadie se imaginó, apenas tres días después de pronunciar estas palabras, que Hamás pudiera cometer una masacre como la del pasado 7 de octubre en la que miles de sus milicianos mataron a sangre fría a 1.200 israelíes y secuestraron a más de 250, de los cuales 101 aún permanecen en la franja de Gaza. Casi de manera inmediata, Hezbolá lanzó los primeros cohetes contra el norte de Israel en apoyo a la organización terrorista palestina.
Casi un año después, la situación en el sur del Líbano ha degenerado dramáticamente, sobre todo esta última semana, tras el inicio de la invasión terrestre del Ejército israelí. Los peores fantasmas de la guerra de 2006 vuelven a sobrevolar el país mediterráneo. Más de un millón de personas se han visto forzadas a huir de sus hogares, lo que ya se considera el peor desplazamiento en décadas, según datos facilitados por Acnur. Israel, por su parte, exige casi a diario nuevas evacuaciones de civiles, sobre todo en el sur, ante la inminencia de ataques aéreos. Precisamente al sur del río Litani es donde se encuentran desplegados los Cascos Azules de la ONU que, en tan solo un año, han pasado de vivir en una «calma tensa» a estar la mayor parte del tiempo refugiados en los búnkeres, en medio del fuego cruzado entre Hezbolá e Israel.
La base de Miguel de Cervantes, flanqueada a su entrada por las figuras de Don Quijote y Sancho Panza –en honor al dramaturgo español–, ha acogido durante este último año a la Brigada 'Almogávares' VI de Paracaidista –con quien El Debate pudo convivir durante una semana–, a la Brigada de Extremadura XI y, en la actualidad, el peso de la Misión recae sobre la Brigada de Aragón I. Normalmente, los soldados están desplegados en el exterior un máximo de seis meses. La realidad de los uniformados españoles en el Líbano ha cambiado drásticamente a causa de la guerra en Gaza y el conflicto entre Israel y la milicia chií libanesa. Antes del estallido del enfrentamiento bélico, el contingente español realizaba una gran variedad de actividades en la región.
Los uniformados patrullaban, día y noche, a lo largo de la denominada Línea Azul, una línea de demarcación establecida por la ONU en el 2000, de 120 kilómetros de longitud, que separa el Líbano de Israel. Los Cascos Azules tenían y tienen la indispensable tarea de monitorizar los movimientos a lo largo de la frontera no oficial entre ambos países, además de actuar como árbitros entre las partes y mantener abiertos los canales de comunicación, puesto que Israel y el Líbano no mantienen relaciones diplomáticas.
Más allá de las funciones de seguridad, Unifil también cuenta con programas de cooperación cívico-militar (Cimic). A través de los programas Cimic, el Ejército de Tierra trata de ayudar a los locales con multitud de actividades diferentes. «Principalmente se tratan de proyectos de desarrollo», contaba a El Debate, hace ya un año, el capitán Héctor Pastor, jefe entonces de la unidad Cimic en el sur del Líbano. En este sentido, el Ejército de Tierra se centra principalmente en dar solución a los problemas derivados de la falta de luz y agua, a través de la instalación de paneles solares, depuradores, bombas de agua y un largo etcétera.
Sin embargo, todas estas labores han quedado en el aire por el conflicto en la región. «Ahora, obviamente, la situación limita la capacidad de los Cascos Azules, pero siempre que es posible, siguen colaborando con sus socios para proteger a la población. En las últimas semanas han concedido refugio temporal a la población afectada y han contribuido en la entrega de ayuda humanitaria, así como en el desplazamiento seguro de civiles», explicó el jefe de las operaciones de paz de Naciones Unidas, Jean-Pierre Lacroix, hace unos días.
Las patrullas y cualquier actividad fuera de las bases se han cancelado. El Ministerio de Defensa aseguró a este periódico que las tropas españolas desplegada en el Líbano «están bien y tomando las medidas de seguridad correspondientes según los niveles de alerta marcados». Por ahora, Naciones Unidas no ha ordenado la evacuación de los soldados de UNIFIL, a pesar de que Israel sí pidió su retirada, aunque el organismo valora la posibilidad. «En caso de que la situación se agrave, hasta llegar al peor escenario posible, los planes de contingencia están preparados, y se actualizan constantemente», aseveró Lacroix en una rueda de prensa desde la sede de la ONU en Nueva York. España, por su parte, mantiene en alerta a la fragata de combate Blas de Lezo, en caso de que tenga que apoyar la evacuación de lo más de 650 soldados españoles en el Líbano.