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AnálisisDaniela Brik

La 'solución' de los dos Estados se desvanece a pesar de la apuesta de Sánchez por Palestina

Ni siquiera va a tener consecuencias administrativas para la población civil palestina que va a quedar separada en dos entidades geográficas distintas: Gaza y Cisjordania

Pedro Sánchez y el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud AbásEFE

El 7 de octubre de 2023, Hamás lanzó el peor ataque sufrido en el territorio de Israel desde su creación en 1948, un pogromo que dejó 1.200 víctimas mortales y 250 secuestrados de los que hoy se calcula que quedan 101 en la Franja de Gaza. Este hecho cambió radicalmente la dinámica que se conocía hasta entonces del conflicto palestino-israelí, pero también profundizó hasta niveles nunca vistos las divisiones y la desconfianza entre ambos pueblos.

Siete meses después, España reconoció oficialmente al Estado palestino, una decisión que ha reavivado el debate en torno a la solución de los dos Estados en momentos en los que, precisamente, la región se ha tornado en un polvorín de impredecibles consecuencias.

El Ejecutivo de Pedro Sánchez recalcó al adoptar la decisión junto a Irlanda y Noruega, un paso dado por más de 140 países, que el único objetivo era el de contribuir a que israelíes y palestinos alcanzaran la paz.

Pero la medida se ha topado de bruces con la tozuda realidad que muestra que más allá del hecho simbólico, la solución de los dos Estados, uno israelí y otro palestino viviendo en paz y seguridad, no puede quedar más distante.

Controvertida postura para Israel

El reconocimiento por parte de España ha generado reacciones polarizadas. Para Haim Regev, jefe de misión de Israel ante la Unión Europea (UE) y la OTAN, la decisión española no es útil para resolver el conflicto.

Jefe de misión de Israel ante la Unión Europea y la OTAN, embajador Haim RegevDaniela Brik

«Reconocer al Estado palestino después de la horrible masacre que sufrimos el 7 de octubre, no creo que sea la manera de resolver el conflicto palestino-israelí. No comprendemos cómo realmente ayuda. El conflicto y la guerra con Hamás no va de posicionamientos políticos, sino de algo más», manifestó a El Debate en Bruselas.

En el marco de un encuentro que analizó la situación en Oriente Medio un año después del inicio de la guerra en Gaza organizado por EIPA en la capital belga, Regev señaló que la postura de España no refleja la posición común de la Unión Europea, que cuenta con 27 Estados miembros.

«No creo que esa decisión vaya a más porque hay otras posturas en la UE que no casan con esa posición», dijo, sugiriendo que el reconocimiento podría quedar aislado dentro del contexto europeo, dado que otros países tienen visiones diferentes sobre el conflicto.

El General de División retirado Yaakov Amidror, exasesor de Seguridad Nacional de Israel, también se mostró escéptico sobre el reconocimiento y su impacto en la solución de los dos Estados. Para este experto, cualquier avance hacia la creación de un Estado palestino debe pasar sin ambages por erradicar a Hamás como actor político y militar en la región.

«Debemos pedirles a los palestinos que tomen una única decisión: ilegalizar a Hamás. Si no fuera así, no tendrán un Estado palestino», aseguró al poner de manifestó que la presencia de la organización terrorista islamista que controla Gaza impide cualquier posibilidad de establecer un Estado palestino viable.

La población palestina quedará dividida

«Después del 7 de octubre Israel no permitirá ninguna entidad palestina liderada por Hamás en Gaza o Cisjordania», agregó, antes de defender que «si alguien quiere impulsar el sueño del Estado palestino, el primer paso que se debe adoptar dentro del sistema palestino es ilegalizar a Hamás. Caso contrario, deberían olvidar su sueño».

Un reconocimiento sin impacto práctico

Desde una perspectiva más crítica, la analista y experta en geopolítica en Israel y Oriente Medio, Marta González Isidoro señaló que el reconocimiento de España tiene un valor simbólico, pero carece de consecuencias reales para la población palestina: «Es un movimiento simbólico que no tiene consecuencias jurídicas».

En su opinión, la decisión responde más a presiones internas de política española y a una búsqueda por redefinir la política exterior alineándose con posiciones del Sur Global. «En términos prácticos –abundó–, ni siquiera va a tener consecuencias administrativas para la población civil palestina que definitivamente va a quedar separada en dos entidades geográficas distintas: Gaza y Cisjordania».

González fue aún más allá al criticar la narrativa que, según ella, fomenta la violencia al justificar las acciones de Hamás y otros grupos palestinos «bajo el eufemismo de la resistencia armada». En este contexto, también señaló que la Autoridad Palestina, a menudo vista como un interlocutor moderado, no ha condenado las masacres del 7 de octubre, lo que agrava aún más la crisis de legitimidad en torno a esta entidad a nivel internacional.

Un paso valiente para los palestinos

Desde el lado palestino, sin embargo, el reconocimiento de España es visto como un logro diplomático de gran relevancia. Ahmad Majdalani, miembro del Comité Ejecutivo de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), describió la decisión como «un paso histórico» que podría abrir la puerta a más reconocimientos en Europa.

«Este reconocimiento representa un movimiento diplomático y político crucial que allanará el camino para futuros reconocimientos europeos», afirmó Majdalani, quien considera la decisión clave para avanzar hacia la creación de un Estado palestino independiente.

Majdalani lo valoró como un hito en los esfuerzos por lograr una paz duradera y recordó el papel desempeñado por España al albergar la Conferencia de Paz de Madrid de 1991, germen del posterior Proceso de Paz de Oslo que encumbró la solución de los dos Estados.

«El Gobierno español está mostrando su compromiso con la justicia y los derechos del pueblo palestino», afirmó al subrayar que este reconocimiento reafirma la posición de España a favor de dicha solución.

Cuestionando los dos Estados tras el 7-O

El impacto de los eventos del 7 de octubre ha sido devastador para ambos lados. Mientras la sociedad israelí se unifica en torno al rechazo a Hamás y la consiguiente desconfianza hacia los palestinos, en Cisjordania y Gaza, donde Hamás ganaría sin problemas en unas hipotéticas elecciones, según las encuestadoras, la viabilidad de la solución de dos Estados parece más lejanas que nunca.

Para Marta González, la solución de los dos Estados «murió con el fracaso de los Acuerdos de Oslo» (1993). Y es que, conforme argumenta, la guerra tras los ataques del 7 de octubre no solo ha sido un catalizador para el colapso de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) –surgida de dichos acuerdos–, sino que también ha demostrado que el conflicto no es simplemente territorial o político, sino religioso e identitario.

Gaith Al Omari, un antiguo negociador palestino en las conversaciones de Camp David (2000) y Taba (2001), también es pesimista sobre la viabilidad de la solución de los dos Estados en el actual contexto.

«Tras el 7 de octubre la desconfianza entre los dos pueblos es tan profunda que sobrepasa las generaciones», afirmó. Aunque ve la solución de dos Estados como una aspiración diplomática necesaria, actualmente cree que sería impracticable.

«Muchas veces las ficciones son importantes en la diplomacia y la política, y esa es una ficción aspiracional muy importante», explicó al sugerir que se debe mantener viva la idea misma de la solución de dos Estados dado el respaldo unívoco del sistema diplomático regional y global, y porque la ve la única posible.

Nadie quiere tener un Estado palestino fallido junto a su fronteraGaith Al OmariAntiguo negociador palestino

Entre los muchos peros e interrogantes, pone de manifiesto las políticas practicadas por Israel y la división interna palestina, además de la cuestión de la viabilidad, «nadie quiere tener un Estado palestino fallido junto a su frontera, no únicamente israelíes, jordanos y egipcios tampoco».

Pero para este analista palestino, miembro senior del Washington Institute, no se deben desdeñar la falta de capacidades que hoy en día tendría el Estado palestino, así como la gobernanza o la democracia como sistema en un entorno, el de Oriente Medio, donde los regímenes son autocráticos.

«Debemos reconceptualizar la solución de dos Estados. Debemos pensar en un divorcio con una separación muy dura y, por ello, deberán existir mayores garantías y un enfoque más orientado a la seguridad», concluye.