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MontecassinoHermann Tertsch

La razón frente a la histeria

Orban deja en evidencia a la mayoría desquiciada y fracasada que aún gobierna en la Unión Europea

El pasado miércoles y en el ecuador de la presidencia rotatoria húngara de la UE, el primer ministro Viktor Orban acudió al Europarlamento en Estrasburgo a exponer las líneas maestras de la misma. Fue imposible un debate sobre los graves problemas que aquejan a la UE y que han provocado ya efectos graves de pauperización, colapso de la industria y la agricultura, inseguridad y regresión en libertades. Los eurodiputados de la mayoría de populares, socialistas, verdes y comunistas convirtieron el pleno en un esperpento.

Hasta con Hitler llegaron a comparar a Orban algunos descerebrados en el hemiciclo. Se sucedían las intervenciones de diputados de partidos sin apenas representación algunos que participan en gobiernos tan fracasados como el alemán de Olaf Scholz, dando lecciones al gobernante que lleva tres mayorías absolutas. Que gobierna con éxito y cada vez más influencia en el exterior. Y que ha pronosticado desde hace lustros los problemas que se han ido acumulando en la Unión Europea a causa de la política de mayor centralismo, mayor socialismo y mayor prepotencia que por supuesto con Ursula von der Leyen ha llegado a niveles nunca previstos. Pero nadie quería oír hablar de los problemas reales y las soluciones factibles.

El día anterior, Viktor Orban dio una conferencia de prensa de dos horas y media como ningún gobernante europeo se atreve hoy a dar. Respondió con paciencia, seriedad y buen humor a decenas de preguntas, la inmensa mayoría vitriólicas y hostiles y en gran parte procedentes de medios húngaros. Quien escuchara a los periodistas de medios húngaros las preguntas de agresividad inusitada a su primer ministro no volverá a creer las mentiras de quienes dicen que Orban tiene a la prensa sometida. Qué guasa pensar en las ruedas de prensa de la Moncloa con los tres sicarios de Sánchez de rigor facilitando con sus preguntas la difusión de las mentiras oficiales.

La ya larguísima campaña contra Hungría por su firme política conservadora y su rechazo a la inmigración ilegal y musulmana se ha exacerbado hasta niveles inauditos

La ya larguísima campaña contra Hungría por su firme política conservadora y su rechazo a la inmigración ilegal y musulmana se ha exacerbado hasta niveles inauditos de agresividad por sus discrepancias con la forma de afrontar por parte de la UE la guerra de Ucrania. Que nada más asumir la presidencia hiciera por propia iniciativa una gira para entrevistarse con Zelenski primero, Putin, Xi Jinping y Donald Trump después, generó ira infinita en Bruselas y Berlín.

Entonces comenzó a tratarse a Orban como si fuera un agente de Putin lo que es una rigurosa falsedad. El líder húngaro ha dejado claro que quienes dicen que Ucrania tiene que ganar sin negociar tenían que haberle dado las armas para hacerlo mucho antes. Sin embargo, los grandes países europeos occidentales y especialmente Francia y Alemania que agitan a los ucranianos a perseverar siempre le han negado las armas para hacerlo con éxito. Orban volvió a dejar claro en Estrasburgo que si la UE y la OTAN de la que se declaró orgulloso miembro —«Por fortuna, Hungría es miembro de la OTAN»— quieren que Ucrania gane tienen que cambiar de estrategia porque la actual estrategia que es la de Von der Leyen, dijo, es un fracaso rotundo, una estrategia perdedora en la que Hungría no quiere participar.

El miércoles tocó fondo la reputación de un parlamento que pareció una asamblea de adolescentes izquierdistas compitiendo por ser autor de la peor grosería, insulto o descalificación contra Orban. Este venía a proponer unos cambios que cada vez son más necesarios en la política europea y en la forma de funcionar de la Unión Europea. Son los cambios que demandan los europeos como se vio claramente de los resultados de las elecciones. Pero se topó con una presidente de la Comisión que desde el primer momento lo trató como un enemigo y que violó todo el decoro parlamentario, los procedimientos y la lógica con un grotesco ataque al país que preside estos seis meses el Consejo Europeo. Von der Leyen se ha acostumbrado a despreciar e ignorar todos los procedimientos que acotan su actuación y mandato. Se arroga competencias donde no las tiene y se comporta como la máxima autoridad en la UE que no es con poderes punitivos sobre las naciones que no tiene.

Von der Leyen se ha acostumbrado a despreciar e ignorar todos los procedimientos que acotan su actuación y mandato

Orban volvió a hacer gala no solo de las tablas del jefe de gobierno más veterano de los 27 actuales en los países miembros. También de su proverbial humor y de lo mucho que disfruta cuando ve a sus enemigos desquiciados. Y en el hemiciclo se percibió claramente cómo han cambiado las cosas. Ya no era una pequeña minoría la que aplaudía a Orban sino una parte muy consistente del hemiciclo en el que el grupo Patriotas en el que está Fidesz, el partido de Orban y también Vox, es el tercero en tamaño. Aplaudían todas las fuerzas a la derecha del PP.

Mientras, el PP y la izquierda le llamaron de todo, le acusaron de todo y se inventaron una Hungría inexistente, poco menos que un campo de concentración. El ridículo que tantos hicieron fue de vergüenza ajena y son muchos los que sufrieron un catastrófico daño reputaciones entre los diputados. Y Orban con toda calma no solo respondió como racionalidad a las cataratas de ridículo sentimentalismo, patética ira y letanías de mentiras sobre Hungría que se han convertido en la «verdad oficial» de la Comisión. Aparte de eso, respondió con nombres y apellidos a algunos de los agresores, en ciertos casos con refinada crueldad como a Manfred Weber. Este, jefe del Partido Popular Europeo, del que fue miembro hasta hace unos años Fidesz, el partido de Orban, se había permitido una intervención perfectamente despreciable contra un primer ministro con mayoría absoluta y apoyo abrumador de la nación húngara desde hace catorce años.

Lamentable y fuera de lugar estuvo el discurso de Ursula von der Leyen, la presidente de la Comisión Europea que ya ha olvidado que ella está al servicio de los gobernantes de las naciones miembro de la UE y no es la reina de Europa que puede dedicarse a descalificar y agredir a sus gobernadores de provincias. Von der Leyen ha conseguido quedarse con la presidencia de la Comisión llevando al Partido Popular a abrazarse a todos los perdedores de las elecciones y a seguir con obcecación la ruta del fracaso de la pasada legislatura con su ingeniería social verde y socialista. Para eso han servido los 188 escaños del PP europeo que ha cosechado gracias al giro general a la derecha habido en toda Europa.

Los partidos que más han crecido están en los tres grupos a la derecha del PP y hacen posible esa nueva mayoría posible que no necesita a los izquierdistas y supuestos liberales de Renew ni a los socialistas. La mayoría alternativa se plasmó en la resolución sobre Venezuela del mes pasado en Estrasburgo. Desde entonces el Partido Popular parece haber entrado en fase histérica, agravada por las elecciones en Austria donde su partido popular perdió 20 escaños y el partido a su derecha, el FPÖ, miembro de Patriotas con Fidesz y Vox, creció en 26. La política europea ha entrado en movimiento y el PP se hunde en un dilema que pronto conducirá a tensiones internas. El enfrentamiento esta programado entre quienes quieren cooperar con los partidos conservadores y nacionales a su derecha donde existe una mayoría viable y quienes quieren seguir con la izquierda y los verdes por una vía que ya ha demostrado ser generadora de pobreza, socialismo, masivo intervencionismo, jungla legislativa y reguladora, burocracia, censura y como reacción, cada vez que hay una elección nacional en un país miembro, masivo crecimiento de los partidos a su derecha.