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El enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, en los campamentos saharauis de TindufEFE

El plan de partición del Sáhara Occidental de la ONU no convence ni a Marruecos ni al Polisario

El enviado especial de Naciones Unidas, Staffan de Mistura, propone un Estado independiente en el sur y que el norte del territorio pase a manos de Rabat

El Sáhara Occidental se trata de uno de esos conflictos olvidados del mundo. Los saharauis llevan casi cinco décadas recluidos en los campamentos de refugiados del Tinduf (Argelia), soñando con volver algún día a su tierra, ahora ocupada por Marruecos. De hecho, las wilayas –campamentos– reciben el nombre de las principales ciudades del Sáhara Occidental, El Aaiún, Auserd, Esmara, Bojador y Dajla. Las condiciones en los campamentos son muy adversas, la alimentación es escasa y la oportunidad de futuro casi inexistentes. La ONU, tras la salida de España de su provincia 53 que propició la invasión marroquí del territorio bautizada como la Marcha Verde, estableció la Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental (MINURSO), en 1991.

Su principal objetivo era velar por la celebración de un referéndum para que lo saharauis votarán entre la independencia o la integración con Marruecos. Esa consulta nunca se llevó a término y más de 30 años después su convocatoria es cada vez más imposible. Marruecos se ha encargado de repoblar el Sáhara Occidental con marroquíes y expulsar o amedrentar a los saharauis que velan por la independencia. Rabat, además, está cómodo con el statu quo actual, ya que de facto controla el área y cada vez más países occidentales como Francia, Estados Unidos o España apoyan su plan de autonomía.

Para tratar de salir de este atolladero, el enviado de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura, planteó, la semana pasada, un plan de partición del territorio entre Marruecos y el Frente Polisario, apoyado por Argelia, como solución a una disputa que ya suma cinco décadas. En una reunión a puerta cerrada del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas celebrado el miércoles, De Mistura explicó, según recoge Reuters, que esta división del Sáhara Occidental «podría permitir la creación, por un lado, de un Estado independiente en la parte sur, y por otro la integración del resto del territorio como parte de Marruecos, con su soberanía sobre él reconocida internacionalmente».

Semanas antes, concretamente a principios de octubre, el diplomático italiano viajó a los campos de refugiados saharauis. Una visita que había sido cancelada varias veces anteriormente por las exigencias impuestas por Marruecos. Durante su estancia en Tinduf, De Mistura se reunió con altos cargos del Frente Polisario, entre los que no faltó el líder de la organización Brahim Gali. Se trató de su tercer viaje a los campamentos de refugiados saharauis desde su designación para el puesto en 2021. En ese momento, el Frente Polisario ya advirtió al enviado especial de la ONU que solo aceptaría el plan de autodeterminación que implique su independencia.

Marruecos insiste en que la autonomía bajo soberanía marroquí es lo máximo que puede ofrecer como solución política al conflicto. El plan de partición propuesto por el diplomático italiano no ha gustado a ninguna de las partes. Así las cosas, según publica Reuters, De Mistura confesó al Consejo de Seguridad que el secretario general de la ONU, António Guterres, debería reconsiderar su papel como enviado si no se producen avances en seis meses.

El organismo internacional ha pedido en sus resoluciones a las partes que colaboren para encontrar una solución política mutuamente aceptable al conflicto, a la vez que ha considerado el plan de autonomía de Marruecos como «serio y creíble». Rabat, en boca de su ministro de Exteriores, Naser Burita, advirtió de que su propuesta es «un punto de llegada y no de partida». El conflicto del Sáhara provocó que en 2020 el Polisario se retirara de una tregua mediada por la ONU y desde entonces protagoniza un conflicto de baja intensidad con las fuerzas marroquíes. Una situación que se ha contagiado a Argel que, un año después, decidió romper relaciones diplomáticas con Rabat.