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El primer ministro, Benjamin Netanyahu, asiste a una reunión del centro de comando del Ministerio de Defensa en Tel AvivAFP

'Bibileaks': el último escándalo que salpica a Netanyahu por la filtración de información clasificada sobre la guerra

La agencia de Inteligencia de Israel ha detenido al portavoz del primer ministro israelí, Eli Feldstein, acusado de facilitar documentos sensibles a medios extranjeros, perjudicando las negociaciones para la liberación de los rehenes en manos de Hamás

Ya son cinco, y sumando, los acusados de filtrar información clasificada del Ejército israelí sobre la guerra y los esfuerzos por llegar a un alto el fuego en la franja de Gaza para liberar a los rehenes israelíes en manos de Hamás. La agencia de Inteligencia de Israel, el Shin Bet, ha detenido este lunes a un militar, el último sospechoso, por el caso de filtración de documentos de Inteligencia a medios de comunicación extranjeros. El caso ha cobrado especial relevancia ya que no solo afecta a mandos militares, sino que llega hasta el círculo más cercano del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. El propio portavoz de Netanyahu, Eli Feldstein, fue arrestado la semana pasada por lo que ya se ha bautizado como 'Bibileaks', en referencia al apodo con el que se suelen referir al primer ministro.

A pesar de que la detención de Feldstein se produjo hace varios días, la información ha trascendido este domingo, tras levantarse la orden de silencio impuesta por el tribunal que investigaba el caso. También se ha conocido que los otros tres detenidos pertenecen al aparato de seguridad israelí. Según una declaración oficial del juez, la presunta filtración de información de alto secreto podría haber causado un «daño significativo» a los esfuerzos por liberar a los rehenes retenidos por Hamás. Unas declaraciones que llegan en un momento especialmente delicado, tras meses de bloqueo en las negociaciones y con las familias de los cautivos acusando a Netanyahu de ser el principal escollo para la liberación de sus seres queridos.

El escándalo de las filtraciones pone en el ojo del huracán, una vez más, al primer ministro israelí, por si sabía de ellas y no hizo nada para impedir su difusión o, si, por el contrario, no tenía conocimiento de lo que ocurría dentro de su propio gabinete. Sea como fuere, Feldstein habría facilitado, el pasado mes de septiembre, documentos de Inteligencia de las Fuerzas de Defensa Israel (FDI) al tabloide alemán Bild, en los que se hacía referencia a informes, supuestamente encontrados en el ordenador del líder de Hamás, Yahya Sinwar –eliminado en un ataque israelí el pasado mes de octubre–, en los que esbozaba la estrategia de la organización terrorista palestina en las negociaciones.

La noticia publicada por Bild, aseguraba que uno de los objetivos de Hamás era «agotar» al aparato militar israelí, aumentar la presión internacional sobre Israel y mantener su capacidad armada. La estrategia de la organización terrorista palestina se basaría en usar a los rehenes como arma arrojadiza en las negociaciones. «Continuar ejerciendo presión psicológica sobre las familias [de los rehenes], tanto ahora como durante la primera fase [del alto el fuego] para que la presión pública sobre el Gobierno enemigo aumente», recogía el tabloide alemán.

Las informaciones publicadas por Bild no habrían sido las únicas filtradas por la cúpula del Gobierno israelí, sino que un segundo artículo, publicado y posteriormente retirado por el diario londinense Jewish Chronicle, señalaba que Hamás estaba intentando sacar clandestinamente de Gaza a milicianos y rehenes hasta Irán a través de Egipto. Este medio habría accedido también a información clasificada de Inteligencia del Ejército hebreo. Por ello, según el tribunal israelí, dichas filtraciones habrían perjudicado los esfuerzos por conseguir la liberación de los cautivos.

La Oficina del Primer Ministro de Israel ha negado en todo momento tener conocimiento sobre las filtraciones y, a través de un comunicado, ha aclarado que «nadie de la Oficina del Primer Ministro fue interrogado o detenido». Sin embargo, Netanyahu sí se sirvió de la publicación de estas informaciones para implementar su agenda en Gaza, como la imperante necesidad de controlar el Corredor Filadelfia, una franja de tierra que separa la Franja de Egipto, o su máxima de que la liberación de los rehenes solo se conseguirá a través de la presión militar, descartando las negociaciones.

Sin ir más lejos, el pasado 8 de septiembre, Netanyahu hizo referencia al informe publicado por Bild, señalando que se trataba de un documento oficial de la milicia palestina y aprovechó para tachar las protestas que exigen un acuerdo sobre los rehenes como una «trampa de Hamás». Su publicación coincidió, además, con una semana agitada en Israel, tras el hallazgo de los cadáveres de seis rehenes, cuyas autopsias demostraron que habían sido asesinados tan solo unas horas antes de que las tropas israelíes los encontraran.

Tras salir a la luz el escándalo, la oposición israelí no ha tardado en acusar al primer ministro de haber participado en la filtración para beneficiarse y dilatar las negociaciones de alto el fuego. «Si Netanyahu no sabía que sus colaboradores más cercanos estaban robando documentos, operando como espías dentro del Ejército, falsificando documentos, exponiendo fuentes de Inteligencia y pasando documentos secretos a periódicos extranjeros para detener el acuerdo, ¿Qué sabe él?», denunció en la red social X, antes Twitter, el líder de la oposición, Yair Lapid.

Desde el inicio de la guerra en la Franja, en octubre de 2023, precipitada por la masacre de Hamás contra el sur de Israel, tan solo se ha conseguido pactar una semana de tregua a finales de noviembre de 2023. Durante esos siete días de alto el fuego, 113 rehenes fueron liberados a cambio de la excarcelación de más de 200 presos palestinos. Aún así, 101 israelíes permanecen cautivos por Hamás, de los cuales 35 han sido declarados muertos por Israel. Los familiares exigen, ahora con más insistencia que nunca y tras la muerte del líder de Hamás, que Netanyahu acepte una tregua. Sin embargo, las probabilidades de que ambas partes lleguen a un acuerdo se desvanecen por momentos.