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Kamala Harris durante un mitin en MichiganGetty Images via AFP

Kamala Harris se queda muda tras los resultados de las elecciones y cancela su discurso a última hora

La noche electoral no avanza nada bien para la vicepresidenta y candidata del Partido Demócrata, Kamala Harris, tras la perdida frente a su rival, el republicano Donald Trump de dos estados bisagra, Carolina del Norte y Georgia. En los otros cinco, Pensilvania, Michigan, Arizona, Nevada y Wisconsin, el expresidente parte con ventaja. Nada más conocerse la perdida de Georgia, la campaña de Kamala anunció que la candidata no se dirigirá a sus partidarios, congregados en la Howard University, donde cursó sus estudios.

«Aún quedan votos por contar. Todavía hay estados que no han sido proclamados», trató de tranquilizar a los allí presentes Cedric Richmond, copresidente de la campaña de Harris. Richmond aseguró que los demócratas seguirán luchando «para asegurarse de que cada voto sea contado. Que cada voz se pronuncie». La noche para los demócratas empezó bien, con música, conexiones en directo con la CNN desde el campus de la universidad, como informa la enviada especial de El Debate a Washington D. C., Andrea Carrasco.

Sin embargo, según fue avanzando el conteo, la felicidad y el optimismo se fue desinflando. Trump se ha impuesto en prácticamente todos los swing states, y, en torno a la 1 de la madrugada (hora local), los demócratas empezaron a verse perdedores, mientras que los republicanos, a más de mil kilómetros de distancia, en Mar-a-Lago (Florida), rozaban la victoria con la yema de los dedos.

En ese momento, en la Howard University, la música se cortó y los seguidores de Kamala Harris salieron corriendo para escuchar las palabras del copresidente de su campaña, que anunció que la vicepresidenta ni siquiera iba a conceder unas breves palabras a los que la habían abrazado durante toda la noche electoral. El que sí se dirigirá a sus seguidores y no tan seguidores será Donald Trump, que ya se ve de nuevo como inquilino de la Casa Blanca para los próximos cuatro años. «No escucharán a la vicepresidenta esta noche, sino mañana», zanjó Richmond, desde el que fue el cuartel general de los demócratas, ya prácticamente vaciado.