Pánico en la mayoría menguante
Caos en la UE ante la llegada de Trump y el auge de la derecha
La Unión Europea está en pánico. Porque las fuerzas que la han dirigido a capricho como un partido único en la «gran alianza de populares, socialistas y verdes» como presume el español Esteban Gonzalez Pons, han perdido en junio pasado la supremacía total en el Europarlamento que legaliza y legitima la voluntad de Berlin, Paris y el sanedrín de las elites. Creían ellos que era un mero sobresalto. Que con abrazarse Úrsula von der Leyen otra vez a socialistas, macronistas y verdes en una nueva Comisión Europea con los mismos fines que la anterior y acosar y marginar a las fuerzas nacionales y soberanistas que les llevan la contraria podrían solucionarlo.
Apenas comenzada la legislatura se han dado cuenta de que no es el caso y de que han perdido definitivamente el control sobre los acontecimientos. No les había pasado nunca. Y eso los ha asustado mucho. El espectáculo con Teresa Ribera es solo un efecto más de los nervios desatados. Ha saltado por los aires su pacto de siempre entre populares y socialistas de no molestarse en sus nombramientos más que lo justo para seguir el espectáculo político que los cohesiona como corrientes con siglas diferentes en el mismo proyecto.
Y lo ha volado una bomba que es miedo. Es el miedo pánico de los populares españoles contagiado a los alemanes y demás a la vista de los cargos que surgían contra una de las piezas claves en la nueva Comisión Europea de Von der Leyen que es Teresa Ribera. Por algo es la pieza de uno de los cómplices favoritos de la alemana para todas sus tropelías del lustro pasado y que es Pedro Sánchez. Es el miedo a tener que pagar por la inconsistencia y por la falacia permanente. Por primera vez son conscientes de que el juego falsario de populares y sociales no les salen gratis. Y todos pagan por lo que hacen. La diferencia respecto a los mismos trámites en todas las pasadas legislaturas tiene nombre: es Vox, el Patriotas y es Donald Trump.
Hay pánico a esas fuerzas que avanzan sin parar por toda Europa y que ¡ay! son amigas del enemigo mayor que tiene la cada vez más precaria, aterrorizada y menguante mayoría socialdemócrata de azules, rojos, verdes de Gonzalez Pons e Iratxe Garcia: Donald Trump. La arrolladora victoria del 47. presidente de los EE.UU., Donald Trump, ha dejado noqueadas a las fuerzas hasta ahora incuestionables dueños de la Unión Europea. Han quedado traumatizados todos sus cenáculos de poder globalista y corporativo. Sus terminales mediáticas, siempre arrogantes como portadoras de la superioridad moral y por supuesto la fuerza, balbucean desde hace diez días con mensajes confusos e inconexos en los que no saben si seguir criminalizando a Trump o pedirle las sales. No saben como defender posiciones que creían incuestionables. Pero saben por primera vez que están en peligro.
Esas fuerzas atenazadas por el miedo, las responsables de la parálisis europea, han quedado paralizadas. Y no pueden impedir el avance del enemigo que hasta anteayer humillaban y ninguneaban como extremistas marginales. No pueden evitar que en todo el acontecer político se perfile cada vez con mayor nitidez la nueva alternativa de las fuerzas nacionales y soberanistas que cuentan con VOX en su núcleo duro que es PATRIOTAS por Europa.
Hace unos 1.000 días, estaba la Unión Europea muy entretenida con sus tan ecológicos planes de arruinar a la ganadería para reducir la emisión de gases, operar a niños de siete años porque les gusta el color rosa y destruir centrales nucleares y presas para depender un poco más del gas ruso que les llegaría a raudales por el Nordstream que habían fabricado Putin, Merkel, Schröder y sus cofrades Scholz y Steinmeier.
Jugaban los gobernantes a dioses en su terrarium haciendo ingeniería social con sus seres humanos a los que saquean para financiar los experimentos cuando el primero de los socios de negocios rompió el tablero e invadió Ucrania. Desde entonces han pasado muchas cosas. Y se anuncian muchas más. La mayoría socialdemócrata de azules, rojos, verdes y amarillos están en total confusión. Hay unos que piden atajos y quieren ilegalizar a todos los que no sean como ellos.
Han sido 113 diputados alemanes nada menos de los 773 del Bundestag los que asumen el ridículo de solicitar antes de unas elecciones que se celebrarán el 23 de febrero, la ilegalización del partido Alternativa para Alemania (AfD) que no deja de crecer, que es ya el segundo del país. Quieren despojar de derechos a un tercio de los votantes en Alemania. En Francia, la fiscalía se monta un esperpento de demanda de condenas e inhabilitación para intentar impedir que Marine Le Pen sea la primera presidente de la República Francesa. Como quisieron procesar, inhabilitar y asesinar a Donald Trump, la mayoría menguante en la Unión Europea quiere acabar con quienes la cuestionan y amenazan gracias al despertar de la población. Todas las elecciones nacionales que se celebran desde junio revelan que la mayoría va camino de dejar de serlo. Y que el Consejo Europeo será muy distinto muy pronto con muchos gobiernos de los partidos que han marginado en el Parlamento Europeo y a los que han quitado los puestos que legítimamente les corresponden.
Dentro de una semana hay elecciones en el estado de Estiria en Austria y el resultado demostrará que cualquier alianza como la que ahora intentan en Viena contra la fuerza que ganará de forma arrolladora será de vida breve. Y el 23F hay elecciones en Alemania. Y los populares de la CDU, dirigidos por otro que se ha revelado como un Nuñez Feijoo, Friedrich Merz, ya ha dicho que su única ilusión es dirigir un gobierno con los socialistas que han hundido el país con los verdes y los liberales.
Otro abrazo a los perdedores para seguir haciendo más de lo mismo que ha fracasado y que ha hecho que la UE que tenía la misma fuerza económica que EE.UU. en el 2008 hoy tenga exactamente la mitad. Los alemanes han recibido la promesa del partido favorito de que si gana todo seguirá igual porque se niega a aliarse con la derecha que ha ocupado el espacio que la CDU abandonó con Merkel. Pues es la mejor propaganda electoral para esa AfD que con simplemente suavizar el tono será el primer partido en Alemania muy pronto.