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Líderes mundiales en la cumbre del G20AFP

La cumbre del G20 en Río cierra con acuerdos vagos sobre Gaza, Ucrania y la desigualdad global

La cumbre de Río de Janeiro refleja tensiones entre las principales economías sobre conflictos armados, impuestos globales y el cambio climático

Los líderes de las mayores economías del mundo se reunieron este lunes en Río de Janeiro para la cumbre anual del G20. En un contexto global marcado por conflictos bélicos y desigualdades crecientes, el encuentro dejó patente la dificultad de lograr compromisos significativos entre potencias con intereses contrapuestos. Aunque la declaración final incluyó menciones generales a los temas más críticos, el texto carece de medidas concretas para enfrentar los desafíos actuales.

Uno de los puntos más delicados de la agenda fue la crisis humanitaria en la Franja de Gaza y Líbano. El G20 expresó su «profunda preocupación» por la situación y destacó la necesidad de garantizar la entrada de ayuda humanitaria a gran escala, subrayando su compromiso con la solución de dos Estados para Palestina e Israel. Sin embargo, las palabras no se tradujeron en acciones específicas, y el conflicto sigue siendo un foco de tensiones en la política internacional.

En el caso de Ucrania, la declaración destacó las repercusiones negativas de la guerra en la seguridad alimentaria y energética global, pero evitó mencionar explícitamente a Rusia, un miembro del grupo, en un esfuerzo por mantener un delicado equilibrio diplomático. Aunque se aplaudieron iniciativas de paz, como las propuestas de Brasil y China, las potencias occidentales mostraron su rechazo a cualquier planteamiento que equipare a las partes en conflicto.

Una agenda económica sin avances significativos

En el ámbito económico, el anfitrión Brasil impulsó la creación de un impuesto global a los superricos, con el objetivo de recaudar hasta 250.000 millones de dólares anuales para financiar proyectos contra el hambre, la pobreza y el cambio climático. La idea recibió apoyo generalizado, pero con reservas importantes de países como Estados Unidos y Alemania, que cuestionaron la viabilidad de implementar un mecanismo fiscal global sin afectar la soberanía tributaria de los Estados.

El presidente argentino Javier Milei, firme opositor a cualquier intervención estatal en la economía, criticó abiertamente la propuesta y señaló que el libre mercado es suficiente para combatir la pobreza. Aunque firmó la declaración final, aclaró que no respaldaba ningún aspecto vinculado a la Agenda 2030 de la ONU. Estas posturas reflejan las tensiones internas del grupo frente a modelos económicos dispares que dificultan un consenso efectivo.

En el plano institucional, la declaración final incluyó un llamado a reformar el Consejo de Seguridad de la ONU para hacerlo más inclusivo y representativo. La propuesta, que cuenta con el apoyo de Brasil, busca ampliar la representación de regiones como Hispanoamérica, África y Asia-Pacífico. Sin embargo, el documento evitó abordar aspectos controvertidos como el poder de veto de los miembros permanentes, lo que limita la posibilidad de cambios estructurales a corto plazo.

Pese a los esfuerzos de Brasil por facilitar acuerdos entre los miembros del G20, la cumbre dejó claro que las diferencias ideológicas y geopolíticas siguen siendo un obstáculo importante para una cooperación efectiva. La declaración final, aunque simbólica, carece de objetivos concretos y medidas contundentes para abordar las crisis que enfrenta el mundo.