Visita oficial
Xi Jinping gana terreno en Brasil en su conquista de Sudamérica
El líder chino, tras la cumbre del G20, permanece de visita oficial en el país más grande de Sudamérica donde China es el primer socio comercial y el principal destino de sus exportaciones
La visita del presidente Xi Jinping a Brasilia está llamada a estrechar aún más la relación entre China y Brasil, dos gigantes que aspiran a reforzar su protagonismo en la escena mundial.
China y Brasil, potencias emergentes mundiales, representan, respectivamente, el cuarto y quinto país más extenso del mundo y el segundo y séptimo más poblado.
Con cincuenta años de relaciones diplomáticas, el vínculo bilateral se basa en una sintonía geopolítica que creció desde la vuelta al poder en 2023 del Luiz Inácio Lula da Silva.
«Es natural que el Partido Comunista Chino se sienta más cómodo dialogando con gobiernos de izquierda», observa Marcos Caramuru, exembajador brasileño en China, aunque «su relación con Brasil es totalmente pragmática».
Ese entendimiento tiene como espacio privilegiado el grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), donde Brasilia y Pekín trabajan para reforzar las posiciones del grupo en el tablero geopolítico.
Pekín se concentra cada vez más en el Sur global, donde Brasil juega un papel central
Según Jorge Heine, investigador de la Boston University y ex embajador chileno en China, «a medida que crecen sus tensiones con Estados Unidos y Europa, Pekín se concentra cada vez más en el Sur global, donde Brasil juega un papel central».
Ambos gobiernos presentaron este año una propuesta de paz para la guerra entre Rusia y Ucrania. Vladimir Putin la consideró «equilibrada», pero recibió el rechazo del mandatario ucraniano Volodimir Zelenski. El plan tampoco obtuvo eco en Estados Unidos ni Europa.
Ambos países mantienen una sociedad comercial estratégica, aunque asimétrica en favor de la potencia asiática.
China es el primer socio comercial de Brasil y el principal destino de sus exportaciones, mientras que Brasil es el noveno socio de China y la mayor fuente de sus importaciones agropecuarias.
La balanza comercial
Aunque Brasil es uno de los pocos países con superávit con China, sus exportaciones están «extremadamente concentradas» en materias primas, según la Agencia Brasileña de Promoción de Exportaciones e Inversiones.
En cambio, las exportaciones chinas a Brasil tienen un perfil diversificado y con productos «con alto grado de sofisticación tecnológica y valor agregado».
«Para corregir este desequilibrio, China debería cumplir su compromiso de apoyar la reindustrialización de Brasil», señaló Margaret Myers, directora para Asia y América Latina de Inter-American Dialogue.
En opinión de Rodrigo Zeidan, economista de la New York University Shanghai y la Fundación Dom Cabral, «la idea de que solo se puede crecer exportando valor agregado quedó en los años setenta», ya que «países como Australia y Nueva Zelanda se enriquecieron muchísimo vendiendo materias primas a China».
La contribución china a la industria brasileña ya está en marcha en sectores que necesitan transformar su matriz productiva para mejorar su desempeño ambiental, como las empresas automotrices.
Great Wall Motors y BYD, dos de los principales fabricantes chinos de automóviles, han anunciado inversiones por 2.500 millones de dólares en fábricas en Brasil para producir autos eléctricos.
El regreso de Trump a la Casa Blanca
«La economía verde ofrece un potencial considerable para la inversión china en la región, dadas las reservas sudamericanas de cobre y litio, dos minerales críticos para las baterías electrónicas», explicó Heine. «China lidera la producción de vehículos eléctricos, entonces existe una complementariedad natural», agregó.
Según Myers, en la visión china, la próxima vuelta del republicano Donald Trump a la Casa Blanca «se traducirá en una pérdida de 'soft power' estadounidense» en la rgión, lo que puede estrechar más los vínculos de Pekín con países de la zona.
Por ahora el gobierno brasileño se maneja con pragmatismo en el ámbito exterior. «No crean que cuando hablo de China quiero pelear con Estados Unidos, por el contrario: quiero a ambos de nuestro lado», aclaró meses atrás el propio Lula, de 79 años.
Antes del viaje de Xi, de 71 años, se barajó la posibilidad de que Brasil firmara su ingreso a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, un programa chino de infraestructura y cooperación internacional lanzado en 2013, como parte de su estrategia de acrecentar su influencia global.
Pero el principal asesor de Lula para asuntos internacionales, Celso Amorim, rebajó las expectativas al declarar que la negociación con China «no se trata de firmar abajo, como una póliza de seguros», sino de buscar «sinergias».
Una fuente diplomática brasileña confirmó a Afp que «Brasil está dispuesto a escuchar» la propuesta china, pero «el rótulo» de lo que se acuerde «no es lo fundamental».