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Itzik Horn, 71 años, y padre de Iair y Eitan Horn, en Tel AvivAndrea Polidura

El Debate en Israel

Un año desde el único intercambio de rehenes israelíes en manos de Hamás: «¿Qué es un precio exorbitante para liberar a mis hijos?»

Itzik Horn, padre de dos cautivos, no puede esconder su frustración y desesperación tras más de 13 meses sin saber nada de sus hijos y responsabiliza al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de la masacre terrorista del 7 de octubre de 2023

Todos los sábados desde hace ya más de 13 meses, cientos de personas se reúnen en Tel Aviv, en la rebautizada Plaza de los Secuestrados, para exigir al Gobierno israelí, liderado por el primer ministro Benjamin Netanyahu, que llegue a un acuerdo de alto en fuego en la franja de Gaza que permita la liberación de los 101 rehenes aún en manos de Hamás. Esta última concentración, sin embargo, ha sido diferente a las demás y es que esta semana se cumple un año desde la última y única tregua en la Franja –24 al 30 de noviembre de 2023– que permitió que 105 rehenes salieran sanos y salvos de Gaza a cambio de la excarcelación de un número mucho mayor de prisioneros palestinos. Pero de eso ya hace 365 días, y las esperanzas para que un acuerdo así vuelva a repetirse son cada vez menores.

Los familiares de los rehenes, tras la masacre terrorista de Hamás del pasado 7 de octubre, se organizaron en torno al Foro de las Familias de Rehenes, que tiene la misión de representar a todos aquellas personas que aún tienen a algún ser querido en Gaza o afectados por el peor atentado terrorista en la historia de Israel. Su centro de operaciones se encuentra muy cerca de la Plaza de los Secuestrados de Tel Aviv, y desde ahí Itzik Horn, 71 años, padre de Iair, 46, y Eitan Horn, 37, secuestrados por Hamás del kibutz Nir Oz muestra su frustración con el Ejecutivo israelí tras 416 días sin tener noticias de sus hijos. «No sé que hubiera sido de mí y del resto de las familias si este foro no existiera», confiesa Itzik.

Este argentino-israelí relata que, al principio del conflicto, la única ayuda económica que recibían los familiares de los secuestrados provenía de esta asociación y recuerda que muchos de ellos llevan más de un año sin trabajar. «Tenemos la cabeza con los secuestrados. No podemos pensar en otra cosa», relata. A la hora de hablar del Gobierno y del primer ministro Netanyahu, Itzik no es capaz de disimular su decepción por la gestión de la guerra en Gaza y los rehenes. El padre de Iair y Etan recuerda que la única vez que se encontró cara a cara con Bibi –apodo de Netanyahu–, el pasado mes de abril, este le aseguró que una vez que las tropas israelíes entraran a la sureña ciudad de Rafah, en Gaza, Hamás se sentiría derrotado y liberaría a los secuestrados. El Ejército hebreo entró en Rafah en mayo y las predicciones del primer ministro israelí con respecto a los cautivos nunca se cumplieron. Además, las negociaciones llevan meses bloqueadas.

En la sociedad israelí también se ha abierto un gran debate sobre las conversaciones con Hamás. Algunos sectores de la población y del Ejecutivo, explica Itzik, se oponen a pagar «precios exorbitantes» por la liberación de los rehenes, pero él se pregunta «¿qué es un precio exorbitante». «¿Los más de 1.200 muertos que hubo (el 7 de octubre de 2023) no fue suficiente?», reflexiona en voz alta. De los 101 rehenes que 13 meses después aún están en algún recóndito lugar de Gaza, las autoridades israelíes han declarado muertos a 35. Sin ir más lejos, este sábado el brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezzeldín al Qassam, y como parte de su guerra psicológica, anunció la muerte de una rehén israelí en el norte de la Franja, supuestamente por un ataque del Ejército hebreo.

Simulación de un túnel donde se encuentran los secuestrados en Gaza, en Tel AvivAndrea Polidura

La organización terrorista palestina no aportó más detalles, ni siquiera hizo pública la identidad de la víctima, aunque sí añadió que otra rehén se encontraba gravemente herida. Por su parte, Israel aseguró que está tratando de confirmar la información. Ante estas noticias, Itzik se plantea «¿cuánto cotizan en la bolsa mis hijos?». El argentino entiende que es vital acabar con Hamás en Gaza, pero asegura que eliminar a la organización terrorista palestina y liberar a los rehenes no son dos objetivos incompatibles y responsabiliza directamente a Netanyahu de la masacre del 7 de octubre del 2023 contra el sur de Israel.

Me siento abandonado por el Gobierno. Ya no sabemos qué más hacerItzik HornPadre de dos rehenes en manos de Hamás

Tras más de un año, los sentimientos que inundan a la mayoría de los familiares de los cautivos son una mezcla de enfado, frustración y cansancio. «Me siento abandonado por el Gobierno. Ya no sabemos qué más hacer», confiesa desesperado Itzik. Por su parte, Víctor Harel, quien fue embajador de Israel en España y Andorra en 2003 y ahora forma parte del Foro de las Familias de Rehenes, asegura que sólo la presión de terceros países, especialmente Estados Unidos, podrá obligar al Gobierno de Israel a aceptar un alto el fuego en Gaza. «Había una propuesta en la mesa hace ya seis meses, aceptada por el propio Sinwar (Yahya)», asevera el diplomático israelí. Sin embargo, denuncia que «por razones políticas del primer ministro –acusado por corrupción– se ha optado por continuar con la guerra».

Mesa con 250 sillas vacías que simboliza a los rehenes secuestrados por Hamás, en Tel AvivAndrea Polidura

Más de 400 días de cautiverio han provocado daños y secuelas ya irreversibles en los 101 rehenes que aún se encuentran en Gaza. El pasado 14 del noviembre, el Foro publicó un informe sobre el estado de salud de los cautivos, donde aseguraban que algunos de ellos han perdido más de la mitad de su peso corporal y que con la llegada del invierno «enfrentan graves riesgos de salud y peligro mortal». Ni si quiera el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) ha podido tener acceso a los cautivos en este último año. «El Gobierno de Israel debería haber hecho mucho más para su liberación», reprocha Harel. Mientras tanto en la Plaza de los Secuestrados se puede contemplar una mesa gigante con unas 250 sillas vacías que simboliza la ausencia de todos lo que fueron secuestrados en aquella jornada negra en Israel, un país traumatizado que aún espera su vuelta.