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Ensayo ruso con misiles balísticos con ojivas nucleares

Ensayo ruso con misiles balísticos con ojivas nucleares

Así funciona la ´Mano Muerta´, el último recurso de Rusia en caso de sufrir un ataque nuclear

El misterioso mecanismo automatizado, desarrollado durante la Guerra Fría, asegura una represalia nuclear incluso si la cúpula militar es eliminada

En el actual contexto de tensión global, marcado por la guerra en Ucrania y el deterioro de las relaciones entre Rusia y Occidente, ha resurgido el interés por el sistema ruso «Mano Muerta», también conocido como Perimeter. Este mecanismo, desarrollado durante la Guerra Fría, fue diseñado para garantizar que Rusia pudiera responder con un ataque nuclear devastador incluso si sus líderes y mandos militares fueran eliminados en un primer golpe enemigo. Aunque su existencia nunca ha sido confirmada oficialmente, informes de Inteligencia sugieren que no solo sigue operativo, sino que podría haber sido modernizado en las últimas décadas.

El sistema opera mediante una red de sensores avanzados distribuidos por todo el territorio ruso, que monitorean indicadores como la presión atmosférica, los niveles de radiación y las ondas sísmicas. En caso de detectar señales inequívocas de un ataque nuclear masivo, y si no se recibe ninguna respuesta de la cúpula de mando, el sistema asume que el liderazgo ha sido destruido. Entonces, envía una orden electrónica para activar misiles balísticos intercontinentales (ICBM) dispersos en silos, submarinos y otras plataformas estratégicas. Según reconoció en 2011 Serguéi Karakaev, comandante de las Fuerzas de Misiles Estratégicos rusos, este sistema podría destruir a Estados Unidos en menos de 30 minutos.

Aunque se ha especulado que Perimeter es completamente autónomo, algunos expertos señalan que el sistema no opera sin supervisión humana. Un operador en un búnker subterráneo puede activar manualmente el mecanismo en caso de emergencia. Sin embargo, la activación automática está reservada para escenarios extremos en los que no haya respuesta humana, asegurando así que Rusia pueda lanzar una represalia nuclear incluso en caso de colapso total de sus comunicaciones.

La posible reactivación de este sistema encaja con las recientes actualizaciones en la doctrina militar rusa. En septiembre, el presidente ruso Vladimir Putin amplió los escenarios bajo los cuales Rusia podría usar armas nucleares e incluyó a Bielorrusia como un socio estratégico en su estrategia defensiva. Estas modificaciones, promulgadas oficialmente en el aniversario de los 1.000 días de la guerra en Ucrania, refuerzan la percepción de que Rusia está dispuesta a recurrir a medidas extremas para salvaguardar su supervivencia frente a las amenazas externas.

El Perimeter es también un recordatorio del vasto arsenal nuclear ruso, que incluye cerca de 6.000 ojivas nucleares, distribuidas en más de 500 plataformas de lanzamiento entre silos subterráneos, submarinos y bases remotas, muchas de ellas en el Ártico. Según el Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), Rusia y Estados Unidos controlan conjuntamente el 90 % de las cabezas nucleares del mundo, una realidad que mantiene vivo el riesgo de una catástrofe global.

Las tensiones actuales, con Ucrania utilizando misiles de largo alcance contra territorio ruso y la presencia de soldados norcoreanos en apoyo a Moscú, han aumentado las preocupaciones internacionales sobre una posible escalada nuclear. Aunque diseñado como una herramienta defensiva en tiempos de crisis extrema, el sistema «Mano Muerta» simboliza el inmenso poder destructivo que todavía define el equilibrio entre las potencias nucleares, y plantea preguntas sobre las posibles consecuencias de un conflicto que se descontrole.

Además, la ubicación estratégica de este sistema sigue siendo motivo de especulación. Algunos informes sugieren que su centro de control podría estar en Kosvinsky Kamen, un complejo subterráneo protegido por cientos de metros de granito en los Urales, que Putin ha visitado en varias ocasiones, subrayando su importancia para la seguridad nacional rusa. Este tipo de instalaciones refuerzan la capacidad de Rusia para responder ante cualquier ataque, aumentando la incertidumbre y el temor en un mundo donde las líneas rojas están cada vez menos definidas.

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