Barnier cede a la derecha de Le Pen para evitar una moción de censura y salvar su gobierno
El primer ministro francés, Michel Barnier, busca desesperadamente asegurar la continuidad de su gobierno en medio de una profunda crisis política. Frente a la amenaza de una moción de censura liderada por la derecha y con una izquierda que no muestra intenciones de negociar, Barnier ha anunciado la eliminación del controvertido impuesto a la electricidad incluido en su proyecto de presupuestos de 2025. Esta concesión responde a una de las principales demandas del partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN), liderado por Marine Le Pen, cuya abstención o voto será clave para evitar el colapso del Ejecutivo.
«He decidido no aumentar las tasas sobre la electricidad», declaró Barnier al diario Le Figaro. Este impuesto había sido diseñado para recaudar 3.000 millones de euros y contribuir a la reducción del déficit público, pero fue descartado tras las presiones de la derecha. Según el primer ministro, esta medida permitirá que la factura de la luz baje un 14 %, en lugar del 9 % inicialmente previsto, pero su eliminación deja un vacío presupuestario que pone en aprietos las cuentas del Gobierno.
Además de retirar el impuesto, Barnier ha aceptado reducir las ayudas médicas a los inmigrantes, aunque no ha accedido a eliminarlas por completo. Sin embargo, estas concesiones no han satisfecho del todo a Le Pen y su partido, que insisten en otras «líneas rojas». Entre ellas, destacan la revalorización de las pensiones al nivel de la inflación, el mantenimiento de las ayudas a pequeñas empresas y la preservación de los reembolsos de medicamentos por parte de la Seguridad Social.
Pese a las críticas, la derecha ha celebrado como un éxito la eliminación del impuesto a la electricidad, destacando que ha obligado al Gobierno a dar marcha atrás en una medida que afectaría al bolsillo de los ciudadanos. El presidente del RN, Jordan Bardella, señaló que la reducción de la factura energética era una «victoria parcial», pero recordó que aún queda mucho por negociar para apoyar a Barnier.
La presión de la izquierda y la amenaza de inestabilidad
Por otro lado, la izquierda, que cuenta con una mayoría en la Asamblea Nacional tras las legislativas de julio, se muestra intransigente con Barnier. Líderes de este bloque han acusado al primer ministro de pactar con la extrema derecha mientras ignora sus propuestas de enmiendas presupuestarias. La coalición de izquierda, que incluye al expresidente François Hollande entre sus filas, prepara una moción de censura para el lunes, cuando se vote el presupuesto de la Seguridad Social de 2025.
Si Barnier decide recurrir al artículo 49.3 de la Constitución para aprobar el presupuesto sin pasar por el voto parlamentario, se expondrá automáticamente a una moción de censura. Este mecanismo, aunque legal, es visto como una solución extrema que podría desatar una nueva tormenta política y socavar aún más la legitimidad del Ejecutivo.
La crisis política ocurre en un contexto de creciente incertidumbre económica. La prima de riesgo de Francia ha alcanzado niveles preocupantes, con un diferencial respecto a Alemania de 0,85 puntos, lo que refleja la desconfianza de los mercados. La agencia S&P revisará próximamente la calificación crediticia del país, y un informe negativo podría agravar la situación.
Aunque Bruselas ha concedido a Francia hasta 2029 para reducir su déficit al 3 %, el plan parece amenazado por la inestabilidad política. Barnier ha advertido que un bloqueo en el Parlamento podría derivar en una crisis económica más profunda, con consecuencias imprevisibles para el país.
Mientras tanto, la opinión pública también muestra su impaciencia. Según un sondeo de BFMTV, casi dos de cada tres franceses abogan por la dimisión del presidente Emmanuel Macron como solución a este atolladero.
Barnier enfrenta una semana crucial que definirá no solo el destino de su gobierno, sino también la estabilidad política y financiera de Francia en el corto plazo.