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La primera dama de Corea del Sur, Kim Keon-hee, junto a su esposo Yoon suk-yeolAFP

Los surcoreanos culpan a la mujer del presidente y sus escándalos de corrupción del caos tras la ley marcial

La primera dama surcoreana, envuelta en múltiples escándalos, se convierte en el centro de atención tras la destitución de su esposo

La destitución del presidente surcoreano Yoon Suk-yeol, tras su fallido intento de imponer la ley marcial, ha colocado a su esposa, Kim Keon-hee, en el ojo del huracán. Las acusaciones contra Kim, desde presunta corrupción hasta comentarios controvertidos, han alimentado las sospechas de que su influencia en el mandatario fue un factor clave en las decisiones que llevaron al colapso de su gobierno.

Kim Keon-hee, de 52 años, siempre ha sido una figura polémica. Su fortuna personal, estimada en 50.000 millones de won (unos 28 millones de libras en 2018), sus gustos ostentosos y su actitud directa chocan con las expectativas tradicionales hacia la figura de la primera dama en Corea del Sur. Desde el inicio de la presidencia de Yoon, las sombras sobre sus actividades han marcado la narrativa en torno a su mandato.

Entre las acusaciones más graves se encuentra el uso de cuentas bancarias familiares para manipular precios de acciones, un caso que los tribunales reconocieron, pero del que Kim salió indemne. Más recientemente, fue filmada aceptando un costoso bolso Christian Dior de un empresario que presuntamente buscaba influir en las políticas del gobierno hacia Corea del Norte.

Además, durante la campaña presidencial de 2021, Kim admitió haber exagerado sus credenciales académicas y profesionales, tras lo cual se filtraron grabaciones donde se describía a sí misma como «la verdadera autoridad» detrás de su esposo. «Yoon es solo una marioneta», afirmaba.

Kim también ha protagonizado momentos de alto impacto mediático que han dañado aún más su imagen. En una conversación grabada, restó importancia al movimiento MeToo, sugiriendo que los casos de abuso sexual se producen porque las víctimas «no reciben pagos suficientes» y que «solo buscan jugar, pero no tienen dinero».

Protección presidencial

Desde abril, la oposición en el parlamento ha intentado establecer una fiscalía especial para investigar las actividades de Kim, pero los intentos han sido bloqueados repetidamente por Yoon. Este veto sistemático alimentó la percepción de que el presidente estaba dispuesto a anteponer la protección de su esposa a los intereses del país, una teoría que ganó fuerza tras su decisión de intentar imponer la ley marcial, supuestamente para evitar una nueva votación que autorizara investigar a Kim.

«La influencia de Kim Keon-hee sobre el presidente ha sido tóxica», declaró un legislador opositor. «No es solo un caso de favoritismo, es una burla al sistema judicial y a la transparencia que merece el pueblo surcoreano».

Kim Keon-hee, cuyo estilo y ambición alguna vez ayudaron a proyectar una imagen renovada de la política conservadora, ahora simboliza el escándalo y la desconfianza que rodearon a la administración de Yoon. Su caída, al igual que la de su esposo, podría ser una advertencia para futuros líderes sobre los riesgos de mezclar intereses personales con la administración del país.