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Amina Hussein, periodista kurda siria refugiada en EspañaCortesía

Entrevista periodista kurda siria refugiada en España

Amina Hussein: «Una talibanización de Siria pone en peligro al pueblo kurdo»

En una entrevista con El Debate esta periodista kurda desconfía de la pátina de «moderación» de la que se ha revestido el liderazgo yihadista que ha derrocado al régimen de Bashar al Asad

Amina Hussein lleva años denunciando los abusos contra el pueblo kurdo a manos de grupos islamistas y de Turquía. Considerada una de las principales voces kurdas en España, acaba de viajar a Siria tras la caída del régimen de Bashar al Asad. Periodista por la Pompeu Fabra de Barcelona y máster en Relaciones Internacionales (UAB), Hussein es originaria de una región kurda en el noreste de Siria. Apátrida durante buena parte de su vida, vivió un duro y tortuoso proceso de asilo político en España, que le fue denegado hasta que pudo legalizar su situación en 2012.

Esta activista por los derechos y la visibilización de su pueblo y, especialmente, de las mujeres kurdas a vivir conforme a uno de los «sistemas más avanzados de la región», advierte del riesgo de «talibanización» si se impone una interpretación estricta de la ley islámica en Siria.

En una entrevista con El Debate desconfía de la pátina de «moderación» de la que se ha revestido el liderazgo yihadista que ha derrocado al régimen alauí. Recuerda que Ankara es la mayor beneficiaria en la ecuación siria, en detrimento de los cinco millones de kurdos que viven el país. Por ello, se aferra a la unidad interna –tanto kurda, como siria– como única garantía de un futuro viable.

¿Qué significa para usted la caída del régimen de Bashar al Asad y su dinastía, tras más de 50 años en el poder?

–La verdad, todos estos años de guerra en Siria han sido duros para los kurdos. En la zona kurda había una cierta estabilidad porque no había bombardeos directos del régimen, como en otras partes del país, como por ejemplo, Alepo o los suburbios de Damasco. Pero había una lucha constante contra grupos terroristas como el Estado Islámico. Los kurdos luchaban contra ellos y también contra Turquía, que nunca ha dejado de atacar: realizó operaciones militares por tierra y aire, ocupando ciudades como Afrín (noroeste) en 2018 y Ras al-Ayn (noreste y limítrofe con Turquía) en 2019, lo que provocó el desplazamiento de cientos de miles de personas.

La caída del régimen es motivo de alegría porque los kurdos vivimos muy oprimidos bajo Bashar al Asad: no teníamos derechos culturales ni políticos, y nuestro idioma estaba prohibido. Pero también me preocupa el futuro del país y de las minorías, porque Turquía, que se ha fortalecido, ve al pueblo kurdo como una amenaza y esto hace peligrar nuestro futuro.

¿Cómo evalúa el impacto de las tensiones geopolíticas entre Turquía, Irán y Rusia en las aspiraciones del pueblo kurdo?

–Irán tiene sus propias preocupaciones porque también hay una población kurda considerable en su territorio. Rusia, tras la guerra en Ucrania, está más débil que al inicio del conflicto sirio. Turquía, por su parte, ha sido el principal beneficiado. Un ejemplo claro es que, tras la caída del régimen, el jefe de los servicios secretos turcos fue de los primeros en llegar a Damasco. Ankara sigue buscando debilitar al pueblo kurdo.

¿Cuál es la situación actual de las mujeres kurdas en las áreas controladas por grupos islamistas como Hayat Tahrir al Sham (HTS, emanado de la rama siria de Al Qaeda)?, ¿cree que existe el riesgo de una «talibanización» en Siria?

–Recientemente, se viralizó un vídeo que muestra a una joven en Damasco pidiéndole una foto a Abu Mohammed al-Golani, líder de HTS. Él le pidió con un gesto que se cubriera el cabello, algo que antes no sucedía en Siria. En la entrevista que le hizo la CNN la periodista aparecía cubierta con un pañuelo, algo que veíamos en Irán. Aunque es pronto para decirlo, pinta mal, me preocupa que esto sea un indicio de lo que está por venir. Yo soy optimista, pero temo que podamos estar viendo el inicio de una «talibanización». Lo que espero es que existan leyes que protejan a las mujeres y su libertad, incluyendo la de decidir cómo vestirse.

Temo que podamos estar viendo el inicio de una «talibanización»Amina HusseinPeriodista kurda siria

Antes de la caída del régimen, en las zonas kurdas existían movimientos feministas, pero eran clandestinos ya que no se permitían reuniones sin el permiso del Gobierno. De hecho, incluso para casarse, había que pedir autorización. Este control total sobre la vida cotidiana reflejaba el miedo del régimen a cualquier tipo de organización que pudiera oponerse a él.

¿Cómo fue la interacción de las mujeres kurdas con los grupos islamistas que comenzaron a controlar algunas de estas zonas?

–Desde 2013, las mujeres kurdas comenzaron a organizarse abiertamente. En abril de ese año, se celebró la primera conferencia de las Unidades de Defensa de la Mujer (YPJ), que luego se unieron a las Fuerzas Democráticas de Siria (FDS). Estas fuerzas, que lucharon contra los grupos islamistas radicales, hicieron posible que las mujeres tomaran el control de sus propias batallas. Su lucha más emblemática fue la batalla por la liberación de Raqqa, la antigua capital del Estado Islámico, así como la defensa de Kobane en 2014, que se convirtió en un símbolo mundial de resistencia feminista contra el extremismo.

A pesar de la imagen «pragmática» que algunos grupos como HTS están ofreciendo ahora, ¿cree que existe el riesgo de que, con el tiempo, se imponga una interpretación estricta de la sharía en Siria?

–Sí, lo creo. Aunque estos grupos pueden estar dando una imagen más occidental, con el discurso de reconstrucción y estabilidad, hay señales preocupantes. Por ejemplo, el primer ministro actual (encargado de liderar la transición política en el país) ha dicho que aplicarán las leyes de la «sharía». Este tipo de declaraciones me parecen alarmantes. Incluso la aparición de Al-Golani en la mezquita de los Omeyas de Damasco, anunciando la victoria, se asemeja a la aparición que hizo en su momento el líder del Estado Islámico Abu Bakr al-Bagdadi (2014) en la mezquita (Al Nuri) de Mosul (Irak), cuando presentó al mundo su califato. Las comparaciones son inevitables.

Y, en el caso de que la sharía sea central en la ley, ¿teme que el pueblo kurdo termine siendo marginado?

–Tengo esa preocupación. Si la sharía se convierte en la base del sistema legal, los grupos minoritarios como los kurdos podríamos acabar en una situación de aislamiento. Turquía ya está aprovechando esta situación y podría intentar explotar cualquier vacío de poder para su propio beneficio. Esto podría resultar en un «gueto kurdo» en la frontera, una situación que dejaría a los kurdos sin la oportunidad de prosperar políticamente en Siria.

¿Qué papel debería jugar la Unión Europea en la resolución de la cuestión kurda y en la protección de sus derechos?

–Debería presionar a Turquía para que detenga sus ataques contra el norte de Siria. Turquía ha destruido infraestructura civil como hospitales, estaciones de agua y electricidad. Esto ha dejado a muchas ciudades sin recursos básicos. Además, deberían solidarizarse con las diferentes etnias y religiones de la región. Si los ataques continúan, huirán más personas, la mayoría son civiles y lo seguirán haciendo pese a que sus solicitudes de asilo sean rechazadas. Nadie quiere quedarse a morir bajo los ataques turcos.

Finalmente, ¿qué mensaje enviaría a las nuevas generaciones kurdas sobre los desafíos y las oportunidades en este momento histórico?

–Creo que la mejor manera de asegurar un futuro es que todas las fuerzas y partidos kurdos se unan. Ahora mismo, hay muchos partidos con intereses distintos: algunos están con la oposición siria y otros gobiernan en el noreste. Esta división no ayuda al pueblo kurdo. Si no logramos un acuerdo entre nosotros, será muy difícil negociar con Damasco y defender nuestros derechos.

Cada hora que pasa sin llegar a un acuerdo es una oportunidad perdida. El régimen de Bashar al Asad resistió 14 años de conflicto armado, con la intervención de países y combatientes de todo el mundo. Sin embargo, colapsó en solo diez días. Esto demuestra lo rápido que pueden cambiar las cosas. Si no nos unimos, podríamos desaparecer políticamente en un período igual de breve.