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El presidente francés, Emmanuel Macron, mira hacia arriba durante una visita a la catedral de Notre Dame de ParísAFP

El 'annus horribilis´ de Macron que sitúa a Francia en el limbo político

Su derrota humillante en las europeas, el colapso de Barnier o la fragmentación de la Asamblea Nacional tras el adelanto de las legislativas sitúan al país galo en una situación de muy difícil salida

Dicen que siempre es uno mismo el último en darse cuenta de que se está quedando atrás. Que las personas siguen buscando motivos para seguir cuando el mundo ya les está empezando a dar la espalda, que han llegado al final del camino. Emmanuel Macron, presidente de la V República francesa, ha tenido un año desastroso en el ámbito político, con severas derrotas que han puesto al borde del precipicio no ya su continuidad política, sino la propia estabilidad de Francia como país.

Y, sin embargo, si Macron quisiese aislarse del mundo y centrarse únicamente en sus logros, hasta tendría motivos para cerrar este 2024 con un balance positivo, lo que le hace doblemente peligroso. Para recapitular: Macron arrancó el año con un discurso proclamando que se venía el tiempo del «orgullo francés», con la celebración de los Juegos Olímpicos en París y la reapertura de la catedral de Notre Dame cinco años después de su incendio. Y ambas cosas sucedieron y cumplieron con nota, salvo algún desajuste en la celebración de la cita olímpica, dotándole al país galo de capacidad de reconstrucción, fuerza y poder ante el mundo.

Pero, en el ámbito político, en sus decisiones como presidente, Macron parece haber abandonado a Francia a su suerte, con una serie de resoluciones que la sitúan en un terreno político de muy difícil salida, a no ser que, como piden con cada vez más ahínco las fuerzas de la oposición, Macron ceda y convoque elecciones presidenciales.

Todo empezó en enero cuando decidió sustituir a su primera ministra, Élisabeth Borne, por Gabriel Attal, con el objetivo de impulsar su mandato. Sin embargo, de primeras, Attal tuvo que enfrentarse con protestas masivas de los agricultores, que marcharon sobre París para expresar su descontento con las políticas de la Unión Europea.

Además, la reforma de las pensiones, una de las decisiones más controvertidas de Macron en su presidencia, volvió a enfrentar una gran resistencia social y críticas por aumentar la edad de jubilación. A pesar de las manifestaciones masivas y los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, el presidente no cedió.

Los agricultores se manifiestan con un rebaño de 600 ovejas en las calles de Draguignan, en el sur de FranciaEFE

Todo esto fue el caldo de cultivo perfecto para que, en las elecciones europeas de junio, las fuerzas de Macron se llevaran un batacazo histórico, sumando apenas 13 eurodiputados de los 81 que aporta el país a la Eurocámara, muy por debajo de los 30 que logró la Agrupación Nacional de Marine Le Pen. Tras este fracaso, Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas anticipadas.

Un país fragmentado

El hipotético golpe de efecto que esperaba obtener Macron con este adelanto de elecciones, una aparente vuelta atrás en el pensamiento de unos franceses cansados por la deriva de su país, ha terminado por convertirse en su perdición. La Asamblea Nacional ha quedado fragmentada en tres bloques, lo que dificulta mucho la posibilidad de llegar a acuerdos y formar alianzas.

El Nuevo Frente Popular, la coalición de izquierdas, suma 182 escaños; la alianza oficialista Juntos por la República, de Macron, cuenta con 168, mientras que la Agrupación Nacional de Le Pen tiene 143. Ante esa difícil perspectiva, el presidente tardó casi dos meses en nombrar a un nuevo primer ministro, Michel Barnier, que tendría la hercúlea tarea de contentar a unos y a otros, a la vez que tenía que aprobar unos presupuestos de difícil encaje con las ideas de la oposición.

Finalmente, como era previsible desde que el Ejecutivo fio su continuidad a la dependencia que tenía de Marine Le Pen, el gobierno deBarnier cayó el pasado 4 de diciembre cuando la Agrupación Nacional apoyó la moción de censura que presentó la izquierda, posibilitada debido al uso del artículo 49.3 de la Constitución francesa de Barnier como último recurso para sacar adelante el Presupuesto de la Seguridad Social.

Obligado a nombrar a un nuevo primer ministro por sexta vez durante su mandato, Macron recurrió al centrista François Bayrou, político de largo recorrido que se postuló hasta en tres ocasiones al Elíseo, con cierta popularidad y credibilidad entre los franceses, como último recurso para calmar las aguas y encontrar una vía de salida, mientras Francia se ahoga con un déficit público en 2024 que superará el 6 % del Producto Interior Bruto (PIB) y una deuda pública que se situará por encima del 112 %.

Francia, abandonada por Macron

Mientras Barnier y Bayrou han estado realizando equilibrios para desenmañarar la tensa situación que asola a Francia, Macron, el causante de la misma, ha abandonado el país en repetidas ocasiones. Por ejemplo, mientras presentaban a Barnier las mociones de censura, algo sabido de antemano, el presidente se encontraba en Arabia Saudí, buscando fortalecer las relaciones entre ambos países.

Marine Le Pen en la Asamblea NacionalAFP

Lejos de aprender de su error, apenas unas semanas después, con Bayrou teniendo que formar un nuevo gobierno y aprobar in extremis unos presupuestos —a la par que el Senado prorrogaba los de 2024 para darles algo de aire—, Macron ha estado de viaje por la isla de Mayotte, devastada por un ciclón, Yibuti y Etiopía. Abandonando a su suerte a un país, el suyo, que se sitúa al borde de la cornisa, emponzoñado por una situación política de imposible arreglo —hay que recordar que, por mandato constitucional, Macron no puede volver a disolver la Asamblea Nacional antes de junio —.

«Macron está acabado o casi» sentenció Marine Le Pen, que espera el milagro de que se convoquen elecciones presidenciales antes del 30 de marzo, día en el que se conocerá la sentencia del caso de malversación de fondos europeas contra la propia Le Pen, que podría quedar inhabilitada políticamente. «La decadencia [de la presidencia] es total, el entorno del presidente empieza a abandonarlo y este ambiente de fin de reinado es muy preocupante», estimó la líder ecologista, Marine Tondelier.

Se respira en el ambiente que la arena del reloj se le agota a Macron, que está viviendo estos últimos meses preso de sus malas decisiones. Aunque él, como siempre ocurre en estos casos, será el último en darse cuenta.