El enfado de Trump en una catedral anglicana por un sermón a favor de los «niños transgénero» y los inmigrantes
A la salida del oficio religioso, el presidente de EE. UU. se ha mostrado molesto con Mariann Edgar Budde, obispa protestante: «No ha sido un buen servicio»
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acudió al tradicional servicio religioso en la Catedral de San Pedro y San Pablo, en Washington, perteneciente a la iglesia anglicana, que clausuraba su investidura. Allí, la obispa protestante Mariann Edgar Budde le reprendió con un sermón en el que le pedía «piedad» con los migrantes y homosexuales.
«Hay niños gays, lesbianas y transgénero en familias demócratas, republicanas e independientes que temen por sus vidas», le reclamaba Edgar Budde. Mientras tanto, el presidente seguía atónito el discurso desde el primer banco, torciendo el gesto ante las palabras que estaba escuchando. El vicepresidente J. D. Vance, próximo a él, se mostraba más inquieto ante lo que estaba sucediendo.
Refiriéndose a los inmigrantes, la prelada echaba en cara que, aunque no sean «ciudadanos» o no posean «la documentación adecuada, la mayoría no son criminales». «Le pido que tenga piedad, señor presidente, de aquellos cuyos hijos temen que sus padres sean deportados», proseguía. Edgar Budde defendía la postura «por el bien de la gente en el país y en el mundo».
«No ha sido un buen servicio»
Terminada la reprimenda, a la salida, Donald Trump reconoció que no le había parecido «un buen servicio», calificándolo como «no demasiado emocionante» y añadió que «podrían hacerlo mucho mejor».
La misma noche que comenzó su mandato, el presidente estadounidense firmó una serie de decretos para acabar con la ideología de género, volviendo al masculino y femenino como únicos sexos, y para implantar su política migratoria.
En este sentido, la Administración Trump ha acabado con las restricciones a las redadas y arrestos en lugares sensibles como colegios, hospitales e iglesias. El secretario interino de Seguridad Nacional, Benjamine Huffmann, en un comunicado, celebraba la medida, aludiendo a que «los criminarles ya no podrán esconderse» en estos lugares para evitar las detenciones.
La legislación fue establecida por Obama en 2011 y reforzada por Biden, prohibiendo a los agentes de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) operar en eventos públicos, centros educativos, iglesias y hospitales, exceptuando circunstancias excepcionales.
Igualmente, esta política llevará a cabo una eliminación progresiva de los planes que permitían a algunos migrantes tanto residir y trabajar temporalmente en el país, conocidos como programas de parole humanitario, que su predecesor hizo extensible a más de 1,5 millones de personas. Huffmann añadía en el comunicado la intención de valorar individualmente cada caso, reforzando la seguridad fronteriza y endureciendo la aplicación de las leyes migratorias.