La cruda y violenta realidad colombiana de la guerra en la selva del Catatumbo
Más de 80 muertos y 36.000 desplazados deja la guerra entre el Eln y el Frente 33 de las disidencias de las Farc, dos guerrillas que se disputan, como en la Colombia de antes, el control territorial. Maduro podría estar detrás de esto. Tal vez no, quizá sí.
Ubíquese geográficamente, para entender lo que ha pasado en Colombia con la muerte de 80 personas, en el segundo bosque tropical más grande de Colombia después del Amazonas, que bordea la frontera con Venezuela, y que se conoce como el Catatumbo, donde los primeros grupos guerrilleros incursionaros por primera vez en 1972, con la llegada del extinto Ejército Popular de Liberación (Epl).
Solo un año después, el Eln, una guerrilla fundada en 1964 que se inspira en el guevarismo y la teología de la liberación de los curas Camilo Torres y los españoles Domingo Laín y el Cura Pérez (del grupo Golconda), entró en el Catatumbo, y desde entonces no se ha ido.
A sangre y fuego, este grupo guerrillero defiende este territorio selvático lleno de pequeños pueblos, sin distinción de que el enemigo sean las disidencias de la Farc o el ejército colombiano. A todos los ataca, de todos se defiende.
Guerra Eln-Farc
El episodio que acaba de pasar hace parte de esta lógica de guerra. Amenazado por la entrada del Frente 33 de la disidencia de las Farc al Catatumbo –uno de los grupos que no se desmovilizó en el proceso de Paz de La Habana de 2016– el Eln ha decidido ejercer control hegemónico movilizando tropas desde el sur de Colombia (Arauca) que se unieron al frente nororiental de guerra para atacar a sus enemigos y a la población civil, violando el principio de distinción establecido en el DIH.
Como los paramilitares que tanto crítica, el Eln ha atacado sin piedad a la población civil bajo la falacia de que existe una complicidad con el Frente 33.
Este triste y complejo escenario hace recordar la Colombia de hace no mucho tiempo, la de las incursiones guerrilleras en pueblos indefensos, la de la disputa entre ellos por todo el territorio nacional.
Para aliviar el país de la deriva de la guerra, Gustavo Petro ha establecido desde el comienzo de su gobierno una serie de diálogos con distintos grupos armados; la «Paz Total», le llama. Se trata de 9 procesos de conversación con los diferentes grupos (Eln, múltiples disidencias de Farc, Eln y Clan del Golfo) con múltiples ceses al fuego al mismo tiempo. Loable para disminuir la violencia, esta apuesta ha fracasado. Aprovechando la inactividad de las Fuerzas Armadas, los grupos criminales se han expandido por el territorio nacional, disputando pueblo por pueblo el control de las rentas ilícitas.
Más que nunca, ahora queda claro que estos grupos están muy lejos de aquella lucha intestina por el poder político inspirada, ya hace un tiempo, en Marx y la revolución cubana. Sin excepción, el Eln y las disidencias de la Farc funcionan hoy como ejércitos para proteger las rentas ilícitas, que van desde la conocida producción de cocaína, hasta la explotación de minas de carbón y coltán, el contrabando y la trata de personas.
Son empresas criminales que, simplemente, funcionan bajo el ánimo de lucro, no la ideología, y por él están dispuestas a matar, a secuestrar, a extorsionar, a acabar con la dignidad de campesinos y ciudadanos. Las históricas guerrillas del Eln y la Farc, pero también los reductos del paramilitarismo reunidos en el Clan del Golfo y las Águilas Negras, hacen parte de estas millonarias empresas criminales.
Un guerrilla binacional
A diferencia de los tiempos del «Mono Jojoy· o “Tirofijo", dos guerrilleros que nacieron durante la guerra política de los años 1940, las Farc de ahora está lejos de ser las mismas que mantuvo diálogos con Andrés Pastrana en 1998 y Juan Manuel Santos 2016. Son otras. El que no ha cambiado es el Eln, una guerrilla ultraortodoxa con la que el Estado no ha podido siquiera acercarse a una salida negociada del conflicto.
Atrincherado en Venezuela, el Eln es hoy una guerrilla binacional e incluso transnacional
Atrincherado en Venezuela, el Eln es hoy una guerrilla binacional e incluso transnacional con presencia en Venezuela y con resguardo en Cuba. Todos sus líderes viven fuera de Colombia y se reparten desde el estado de Apure en Venezuela, donde vive alias «Pablito», hasta las cómodas playas de La Habana, en las que se especula que habita alias «Antonio García» y «Pablo Beltrán».
Desde Apure, «Pablito», líder militar del Eln, y conocido como «el maestro del engaño» por las fuerzas militares colombianas, habría planeado la incursión del Eln en el Catatumbo. En 2008, fue capturado, pero logró escapar un año después de la cárcel, y desde entonces ha logrado comandar el Frente de Guerra Oriental cómodamente desde Venezuela.
La connivencia del régimen de Maduro con «Pablito» ha sido absoluta. La Guardia venezolana no ataca las rentas ilícitas del Eln. La mayoría de los enfrentamientos que tiene el Eln en territorio venezolano se presentan con «los pranes», grupos ilegales que explotan ilegalmente minas y otras rentas ilícitas, en vez de con la Guardia, que actúa más como aliada.
La Habana es una aliada de esta guerrilla desde 1964
En los tiempos de Hugo Chávez, ya se sabía que el Eln estaba en Caracas. Su conocimiento de tropas especiales urbanas y rurales ha servido para entrenar cuadros paramilitares al servicio del chavismo como los colectivos. La Habana, además, es una aliada de esta guerrilla desde 1964, y el régimen de los Castro, como se sabe, manda en Miraflores, como aquellos curas españoles en el Eln.
Algunos analistas especulan que la acción de Eln en el Catatumbo sería parte de una represalia contra Colombia por parte del tirano Maduro por la no asistencia de Gustavo Petro a su ilegítima posesión como presidente el 10 de enero. Esta guerrilla actúa de manera autónoma a lo largo y ancho de la frontera, aunque RCN Radio ha conocido un informe de la inteligencia colombiana en el que se dice que las tropas elenas se movilizaron, con facilidad, por los estados del Táchira y El Zulia, para entrar al Catatumbo colombiano.
La aquiescencia de la cúpula chavista con el Eln viene de mucho antes. Informes de Insight Crime de Colombia y Fundaredes en Venezuela han mostrado como desde 2018 esta guerrilla ha crecido sistemáticamente en este país y hoy opera en ocho estados venezolanos. Algunas veces adopta funciones paramilitares para cuidar y apoyar el régimen chavista, otras veces para activar la lucha guerrillera hacia Colombia.
Además del eventual mensaje de Maduro, las operaciones fratricidas del Eln en el Catatumbo nos recuerdan que Colombia sufre por la falta de una estrategia de seguridad clara desde el gobierno nacional que ingenuamente cree que porque su cabeza fue parte del M-19, los criminales del Eln y la Farc van a negociar el fin de las hostilidades con más interés.
Olvidan en la Casa de Nariño que Petro es un burgués que sueña con banquetes internacionales, mientras el Eln sigue siendo la misma guerrilla ortodoxa bañada en sangre, capaz de asesinar centenares de colombianos para defender su negocio, el negocio de la muerte.