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Carmen de Carlos
AnálisisCarmen de Carlos

¿Quién manda en Europa?

La lista en busca de un líder se estrecha y Zelenski, tras resignarse con Trump, ha dicho que se va a sentar con Friederik Merz para coordinar la estrategia de defensa

Actualizada 07:43

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente de EEUU, Donald Trump

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y el presidente de EEUU, Donald TrumpEuropa Press

Ursula von der Leyen anunció ayer que Europa deberá invertir en Defensa ya, sin más demoras ni excusas. La presidenta de la comisión puso un horizonte de 800.000 millones de euros para que el continente pueda sentirse seguro y Putin se lo piense dos veces antes de seguir su campaña de conquista de los países que un día fueron parte de la URSS.

Von der Leyen compareció para leer un comunicado, sin preguntas de la prensa ni mayores explicaciones que, presumiblemente, ofrecerá el jueves. Su rosto no transmitía seguridad y mucho menos tranquilidad. Preocupación por no hablar de agobio es lo que reflejaba el rostro de la alemana.

Las palabras de quien, en teoría, debería ser la interlocutora de la UE con el resto de los dirigentes del planeta, las pronunció unas horas después de que Donald Trump transmitiera al mundo que cerraba el grifo de la ayuda a Ucrania y suspendía la entrega de armamento incluido el que estaba esperando en la frontera con Polonia para que el Ejército de Ucrania pueda hacer frente a la invasión de Putin.

El presidente de Estados Unidos «madruga» a Europa, a China, a las Américas, a Oriente en pleno y a África

Trump añadió que la medida quedaría sin efecto en el momento que Zelenski se sometiera a firmar el acuerdo que entrega el 50% de la explotación de los minerales de las tierras raras e hidrocarburos. El presidente de Estados Unidos «madruga» a Europa, a China, a las Américas, a Oriente en pleno y a África. Si no es con una bofetada a Zelenski es con una peineta a México y Canadá en forma de aranceles que pretende hacer extensibles, en diferentes proporciones, a todo el mundo.

La cuestión es que esa sacudida al tablero del orden mundial establecido, hasta que él volvió, ha tenido y está teniendo sus efectos en todas partes. En México Claudia Sheinbaum maneja con mano izquierda a Trump y hasta extradita a los narcos que le pide. Desplaza 10.000 efectivos a la frontera y cumple con lo pactado aunque el republicano se esté haciendo de rogar. Con mexicanidad, Sheinbaum ha dicho que hasta «el domingo en el zócalo» no va a contar su Plan B, se supone que en ese tiempo Trump puede cambiar de opinión media docena de veces. Justin Trudeau, que le quedan cuatro días de primer ministro, ha respondido con medidas recíprocas y denunció a Trump a la OMC.

Nadie se libra del azote de Trump (los estadounidenses y la inflación tampoco). Ni siquiera Javier Milei tiene privilegios pese a tener idolatrado al americano que no se cansa de adular y en cierto modo, de enseñar el camino de la motosierra. En América del sur saben que si hay que buscar un interlocutor ese es el argentino.

¿A quién llama Trump en la UE?

¿Sucede lo mismo con Europa? La respuesta, al menos por ahora, es no. Emmanuel Macron puede mantener una conversación con Trump sin que éste le ofenda e incluso interrumpirle durante la rueda de prensa, mientras se aprietan las manos y hasta el francés le toca el muslo. No pasa nada, pero no pasa nada en términos absolutos. A efectos reales de negociación de aranceles o de resolver con justicia la invasión a Ucrania no tiene efecto.

Tampoco tuvo éxito Keir Starmer al que Trump entiende mejor al hablar el mismo idioma, pero ambos saben que su asociación estratégica es, en el fondo, indisoluble. Entre ellos existe, por ahora, un respeto recíproco. El premier puede ejercer sus buenos oficios, nunca se le va a ir la mano en contra de Washington, pero él dejo de ser Europa con el brexit.

Pensar en Giorgia Meloni, como posible interlocutora, (concedemos a Starmer la función de facilitador) por mucho que se sepa que le sobra capacidad no tiene sentido. Ha tenido tiempo para dar un paso adelante y no lo ha hecho. La italiana prefiere mirar dentro de casa y resolver los problemas internos antes que arrojarse a la arena de las grandes y arriesgadas ligas.

La lista en busca de un líder se estrecha y Zelenski parece confiar en el chico nuevo en la oficina europea. El ucraniano, que anoche hizo público que traga con todo lo que pide Trump, ha recordado que Alemania es el principal proveedor de armamento y que se va a sentar con Friederik Merz para coordinar la estrategia de defensa mientras el estadounidense le perdona.

Merz está atando los flecos de su «gran coalición» con el PSD y ya tiene un desafío histórico. Pero él, por la mañana, ya había anticipado que el país emplearía un fondo de 400.000 millones para defenderse de cualquier agresión exterior. La paz se consigue con las armas adecuadas.

Europa no es el salvavidas de Zelenski ni tiene un estadista que pueda hablar de tú a tú con Trump

Mientras tanto, los días transcurrirán y aunque Ucrania asegura que tiene restos para seis meses, pese a aceptar la tregua impuesta de Trump y Putin,los expertos aseguran que apenas le queda armamento para un puñado de días.

En cualquier caso, el ucraniano está en apuros y empieza a asumir que Europa no es su salvavidas ni tiene un estadista que pueda hablar de tú a tú con Trump.

El republicano es un pozo de rencor con Zelenski, al que ha obligado a pasar por el aro. Lo último ha sido conminarle a firmarle un cheque en blanco (que ya llevaba el viernes), pedir perdón por decir lo que pensaba y por ir con uniforme negro de combate y de paso, imponerle una salida por la puerta de atrás de unas elecciones de dudosa trasparencia. Pero, nunca se sabe y pese a todo, las urnas podrían consagrarle como el líder que es. Aunque se humille más de lo soportable y en Europa no surja la voz del estadista que necesita.

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