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Aquilino Cayuela
PerfilAquilino Cayuela

Al-Golani: la pesadilla siria continúa

La matanzas contra drusos y cristianos son la clara señal de que el cambio de régimen se dirige hacia una pesadilla mortal

El jefe del grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), Abu Mohamed al Golani

El jefe del grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS), Abu Mohamed al GolaniAFP

Como advertía Clausewitz, la guerra es «un camaleón» que cambia permanentemente, adapta su apariencia a las variables sociopolíticas en las que se desarrolla y se sirve de todo con ventaja.

Nuestros tiempos de conflicto nos están demostrando que estamos sentados sobre un polvorín, aún con la ceguera, interesada o no, de los líderes globalistas en la sombra y sus títeres políticos progresistas.

Movieron a toda la opinión pública a regocijarse de la victoria de «al- Golani» en Siria que logró sacar a Bashar al-Assad. Sin embargo, muchos preveíamos que, a partir de ahí, a Siria le esperaba un mayor estado de terror.

Ahmed Huseín al-Charaa o «al-Golani» es, como buen señor de la guerra, un camaleón. Es un insurgente de largo recorrido. Cuenta con un currículo terrorista donde ha mostrado su gran adaptabilidad. Desde Al Qaeda, pasando por el Estado Islámico hasta las franquicias yihadistas de Siria e Iraq «al–Golani» ha dominado ese hábitat hasta hacerse con el poder en Siria.

Su promesa de una Siria con cabida para todos los grupos étnicos y religiosos, que al–Golani nos trataba de vender, era, por supuesto, un engaño. Los demonios de Siria nunca se han ido y la venganza sobre los restos del régimen derrocado se ha desatado con una violencia brutal.

Ajuste de cuentas cargado de venganza

El nuevo gobierno islamista de Damasco se ha lanzado a un sangriento ajuste de cuentas cargado de venganza. Los milicianos de al –Golani quieren depurar al grupo étnico al que pertenece Bashar al–Assad, la rama del islam chií de los «alauitas», que supone un 10% de la población.

Las milicias yihadistas que dominan el país llevan semanas hostigándoles y se llevan por delante también a cristianos, drusos. Calles llenas de cuerpos dispersos, amontonados y cubiertos de sangre. Ancianos, mujeres y niños masacrados.

Muchos de ellos hasta habían sentido el fin del régimen de Assad como una liberación de una cautividad de plomo. Pero eran todas estas minorías frente a una mayoría sunita de población. Tal vez al Assad era su única protección. Los alauitas, su grupo, formaban la columna vertebral de sus servicios de seguridad y de las élites del régimen.

La orgía de violencia en la región costera donde se concentra el núcleo de población alauí está siendo terrible. Las matanzas contra drusos y cristianos son la clara señal de que el cambio de régimen se dirige hacia una pesadilla mortal. Desde los comienzos de la guerra, la población cristiana de Siria se ha reducido a una cuarta parte. Al igual que en otros países, como Irak y Libia, en Siria no ha habido ninguna primavera.

Es más que probable que Siria se enfrente a más años de guerra civil. El nuevo gobernante de Damasco, Ahmad al-Sharai, «al Golani» es un yihadista que gobierna Siria a sangre y fuego, junto un círculo íntimo de personas de su confianza.

Pero el nuevo gobierno fundamentalista está inmerso en una complicada red de intereses. El espectacular avance de su alianza islamista, que en diciembre sacó a al- Assad del país, no habría sido posible si «al Golani» no hubiera negociado acuerdos con aliados y adversarios. Ahora debe conciliar intereses contrapuestos. Está claro ya que no va a proteger a las minorías. Sí, sin embargo, va a mantener contentos a sus grupos yihadistas por lo que proporcionará puestos importantes a los comandantes de las otras milicias insurgentes y establecerá un gobierno eficaz basado en el terror y el control sobre los opositores.

Al-Golani ha disuelto el ejército, la policía y los servicios secretos y la escasa presencia de las fuerzas de seguridad junto al control de las milicias dejan una sensación de inseguridad y miedo entre la población.

El nuevo jefe de Estado sirio debe hacer malabarismos en el extranjero para alcanzar un reconocimiento internacional y deshacerse de las sanciones occidentales que mantienen muy maltrecha la economía siria.

Siria debe servir a Arabia Saudí, el gran baluarte anti iraní, pero le pone directamente en el blanco de Teherán

La forma de ganarse el reconocimiento es posicionándose como socio útil, especialmente para contentar a a sus patrocinadores extranjeros. Por eso, lo primero de todo, Siria debe servir a los ricos Estados árabes del Golfo, como Arabia Saudí, el gran baluarte anti iraní. Sin embargo, esto le pone directamente en el blanco de Teherán.

En segundo lugar, Turquía ha sido otro importante patrocinador de «al Golani» y Erdogan le exige que neutralice a las fuerzas leales al PKK del Gobierno autónomo kurdo, en el noreste de Siria. Esto mantiene a Siria en una constante confrontación armada desestabilizadora.

Un acuerdo con Israel, de quien sin duda recibió ayuda para expulsar a al-Assad (enemigo mortal de ambos) le puede llevar a una «paz fría» para mantener ciertos puntos a su favor ante EE. UU. Sin embargo, Israel le desafía y pone en evidencia a Siria. A Israel le interesa una Siria débil y desestabilizada que no le suponga ningún peligro en su guerra real contra Irán y sus milicias chiitas.

Las masacres en las aldeas alauitas han aumentado considerablemente, las matanzas de cristianos y drusos y otras minorías, van a continuar sin que nadie les defienda. El escepticismo en Occidente hacia el liderazgo del líder yihadista es creciente.

Al- Golani es un camaleón pragmático que ha cambiado de nombre e identidad tantas veces como de actitud y seguidores. Era una ilusión que iba a construir una Siria en la hubiese sitio para todos. Parece que nada podrá evitar que la pesadilla siria continúe.