Fundado en 1910
Carmen de Carlos
AnálisisCarmen de Carlos

El show de la guerra comercial de Trump ha comenzado

El presidente que mostró un tablón con los aranceles, según sus cuentas, que le impone el mundo y los que él anunció ayer, volvió a ser el campeón de la comunicación, el «mago» que mejor domina los trucos para un público local que se entusiasma con sus promesas de «volver a ser ricos, muy ricos», pero pueden terminar pobres

Actualizada 20:39

Washington (United States), 02/04/2025.- US President Donald Trump US President Donald Trump holds up a signed executive order during a tariff announcement in the Rose Garden of the White House in Washington, DC, USA, 02 April 2025. Trump plans to roll out tariffs on global trading partners, the centerpiece of his effort to bring back manufacturing to the US and reshape a world trade system he has long decried as unfair. Trump has branded the day 'Liberation Day', though most economists expect US consumers to foot the costs. EFE/EPA/KENT NISHIMURA / POOL

Donald Trump muestra la orden ejecutiva de los aranceles en la rosaleda de la Casa BlancaEFE

El mundo esperaba ansioso que empezara el show y su protagonista no defraudó. Donald Trump sacó las tijeras y recortó el patrón que él mismo había confeccionado para imponer las nuevas reglas de ese juego que es el comercio entre ricos y ricos, entre ricos y menos ricos o entre pobres y menos pobres.

El presidente de Estados Unidos presentó su colección de impuestos a los bienes no made in USA en el «Día de la liberación» (la noche, en todos los sentidos, para Europa). Empezó con un modelo básico de 10 % de aranceles a las importaciones mundiales y siguió con otros personalizados para cada país, amigo o enemigo. Vietnam con el 46 % y Camboya con el 49 % ocuparon, en su pizarra, el pódium de los que más pagarán. Y como quien no quiere la cosa, añadió: «muchas veces el amigo es peor que el enemigo, en términos comerciales, claro».

A la Unión Europea, esa a la que su vicepresidente Vance «odia» y que él dijo que se creó «para joder a Estados Unidos», Trump le encajó un precio mínimo del 20 %, «cuando ellos nos cobran el 39 %», según sus cuentas donde incluye el IVA. A China, su verdadero adversario o competencia le adjudicó un 34 % y «ellos nos facturan el 67 %», a la India le colocó un 26 % cuando «cobran el 52 %» y a Keir Starmer, su primo hermano del Reino Unido le dejó con el 10 % básico, como a la nueva Argentina de su amigo Javier Milei. Todo, en cualquier caso, una ganga según los planteamientos de Trump.

Entre el espectáculo y el nacionalismo, el presidente de EE. UU. se presentó como el buen americano, el generoso

Entre el espectáculo y el nacionalismo, el presidente de Estados Unidos se presentó como el buen americano, el generoso que «prácticamente rebaja a la mitad» los aranceles que le aplican los otros a la primera potencia del mundo y al primer importador del planeta. Dicho de otro modo, anunció «la reciprocidad con rebaja». Y la justificó, porque «ellos lo entienden. Todos los entienden», insistió una y otra vez como si jamás hubiera escuchado las protestas de Bruselas o de Otawa.

Lo hizo con tanto aplomo que Trump hasta citó a Xi Jinping, como si el oriental que ha advertido que está dispuesto a dar esta batalla y «todas las que vengan y en el terreno que sea», hubiera compartido el terremoto que ha provocado en la economía mundial a golpe de decreto y de olvidarse de las reglas establecidas y los tratados firmados. Pero Trump es Trump y en esto de la oratoria se entusiasma, seduce y es capaz hasta de citar como socio al asesinado primer ministro japonés Shinzo Abe, «un caballero, muy buen tipo», dijo después de añadir que también «lo entendía».

Trump, pese a lo que pueda parecer, cuidó mucho sus palabras al inaugurar el Día de la Liberación de Estados Unidos como un hecho histórico equivalente a la resurrección de un país que ha sido, a su juicio, víctima del expolio y el latrocinio de toda la humanidad. Debía ser eso lo que todos entendían, según él.

Sobre todoTrump señaló el fin del «robo», la «estafa» y «el timo durante 50 años», del que dijo que ha sido víctima EE.UU.

Promesas a destajo para los suyos: «La industria de Estados Unidos ha vuelto a renacer», «el déficit comercial crónico, se acabó» y más y más. Pero, sobre todo, Trump señaló el fin del «robo», la «estafa» y «el timo durante 50 años», del que dijo que ha sido víctima Estados Unidos. Los culpables, en esta intervención suya, advirtió que no eran los que se habían quedado con el botín, sino sus antecesores en la Casa Blanca y en especial, Sleepy Joe, como volvió a referirse a Joe Biden.

Donald Trump, que ha ido y venido con los porcentajes de los aranceles en estos casi dos meses y medio hiperactivo de Presidencia, proclamó la «declaración de independencia económica» y dejó en cueros a Canadá (lo va a denunciar) por «cobrarnos un 300 % en productos lácteos. No es justo», protestó tras hacer añicos el tratado de libre comercio (T-MEC) que tiene a tres bandas con México y que, en teoría, está en vigencia.

Igual hablaba de arroz que de Toyota y de paso anunciaba un 25 % a todos los coches extranjeros

Los huevos merecieron un capítulo aparte. Trump se felicitó porque habían bajado de precio, un 52 % desde que llegó él a la Casa Blanca, pero olvidó decir que la receta había sido abrir a la importación europea lo que producen las gallinas. El republicano saltaba de un producto a otro como si los vendiera a diario. Igual hablaba de arroz que de Toyota y de paso anunciaba un 25 % a todos los coches extranjeros. Lo mismo colaba que las televisiones, ordenadores y todos los dispositivos electrónicos venían de fuera como advertía que hasta los astilleros chinos producen más que los de Estados Unidos.

El Trump que mostró un tablón con los aranceles, según sus cuentas, que le impone el mundo y los que él anunció ayer, volvió a ser el campeón de la comunicación, el «mago» que mejor domina los trucos para un público local que se entusiasma con sus promesas de «volver a ser ricos, muy ricos y más inteligentes… Vamos a cuidar a nuestra gente. Vamos a hacer América grande otra vez», (MAGA) celebró.

Pero, quizás, ese mismo Trump, que horas antes había fracasado al intentar colocar a su candidato en las elecciones a la Corte Suprema de Wisconsin, lo que haya hecho ayer haya sido lo contrario y en el fondo, lo suyo termine siendo una derrota.

La guerra comercial ha comenzado, pero falta ver cómo termina. Y como en los grandes dramas teatrales, aquí no parece que se vaya a salvar ni el apuntador.

comentarios
tracking