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Cristina Fernández de Kirchner minutos antes del atentado fallidoEfe

Argentina

¿Por qué los argentinos creen que el atentado a Cristina Kirchner fue un montaje?

Reputación Digital realizó un «análisis de conexión de conversaciones» en las redes sociales, donde aprecia que el 62,49 % no cree la versión del atentado, frente a un 37,51 que no lo cuestiona

El intento de asesinato de la actual vicepresidenta y expresidenta durante ocho años (2007-2015), ocupa buena parte de los espacios de los medios de comunicación y de las conversaciones de una Argentina, una vez más, convulsionada.

Las opiniones y teorías sobre quién está detrás del ataque y si este fue real o una farsa kirchnerista se suceden.

La de la conspiración que apuesta a un atentado planificado de los que «odian a Cristina» toma fuerza en los sectores ultrakirchneristas y la de que todo fue un montaje orquestado en el seno de la viuda de Néstor Kirchner, para recuperar el clamor popular perdido, gana enteros.

Los argentinos que no militan en política hace tiempo que no creen en nada y sospechan de todo. A los que trabajan en la cosa pública, en ocasiones, como la del intento de magnicidio de la viuda de Néstor Kirchner, les ocurre lo mismo.

Todo armado, que pantomima!!! ya no saben qué hacer para victimizarla! Y para que suba en las encuestas!Amalia GranataDiputada de Propuesta Repúblicana

La diputada de Propuesta Repúblicana, Amalia Granata, es un ejemplo. A los pocos minutos de conocerse la noticia que ha dado la vuelta al mundo, escribió en su cuenta de Twitter: «Todo armado, que pantomima!!! ya no saben qué hacer para victimizarla! Y para que suba en las encuestas! Demasiado obvio».

Con los ánimos caldeados el «sincericidio» de Granata la obligó a matizar horas más tarde y aclarar que si se demuestra que estaba equivocada pedirá «las disculpas correspondientes. Yo no tengo ningún discurso de odio, ni incito a la violencia. Por el contrario creo que la violencia viene del otro lado», afirmó en declaraciones posteriores.

Las redes sociales están cuajadas de comentarios que ponen en duda, con expresiones más o menos ofensivas, el atentado que ha vuelto a colocar a Cristina en las portadas de los periódicos del mundo. Los comentarios de los lectores a las informaciones publicadas mantienen en buena medida esa línea y apuntan a que se trata de una maniobra de distracción.

Diego Corbalán, analista de redes sociales consultado por el diario Perfil, advirtió que el hashtag, «NoLesCreemosNada y algunas variantes (en el mismo sentido) están ocupando el primer lugar de la conversación pública».

La mayoría de los políticos manifestaron su solidaridad con Cristina Kirchner, como se refirió a sí misma la vicepresidenta la semana pasada, en su intervención desde el Senado, para protestar por la petición del fiscal Diego Luciani, de inhabilitación para ocupar cargos públicos y condena de 12 años en prisión. En tiempos difíciles el apellido Kirchner le viene mejor a la viuda de «Néstor», que el Fernández que tanto reivindicó en sus tiempos de poder y gloria.

Javier Milei se ha convertido en el azote de un Gobierno que aprovecha el episodio criminal contra Cristina para dejar en un segundo plano los problemas de Argentina

Javier Milei, economista y hallazgo de la derecha argentina que se mira en el espejo español de Vox, guarda todavía silencio sobre el suceso. Conocido por sus reflejos verbales y ausencia de filtro en sus mítines del Partido Libertario, Milei se ha convertido en el azote de un Gobierno que aprovecha el episodio criminal contra Cristina, para dejar en un segundo plano los gravísimos problemas de Argentina.

Pero Milei evita pronunciarse sobre si cree o no en el intento de magnicidio que provoca burlas, memes y chascarrillos entre sus detractores.

«El atentado es funcional a Cristina», coinciden todos los analistas sin restar gravedad al asunto. La vicepresidenta estaba tocada, herida y casi hundida, tras la intervención del fiscal Luciani. «Su idea de volver a llenar la Plaza de Mayo y convocar, como en sus buenos tiempos, enormes manifestaciones y marchas de apoyo, hacía aguas. Eso explica que convocara a la militancia en la esquinita de Juncal y Uruguay, donde cada noche había varios cientos y el mejor día algunos miles, pero no más», observa la periodista y escritora Silvia Mercado.

Dirigentes del Frente de Todos, hasta Máximo Kirchner, insistían en que la oposición buscaba un muerto peronista»Silvia MercadoAutora de «Alberto, el presidente que no quiso ser»

Autora de varios libros sobre el peronismo y el de próxima aparición, «Alberto, el presidente que no quiso ser», a Mercado no le sorprende la incredulidad de la gente. «Dirigentes del Frente de Todos y el mismo jueves, hasta Máximo Kirchner, insistían en que la oposición buscaba un muerto peronista. Antes, quitaron de su domicilio la vigilancia de la Policía Metropolitana y suspendieron las cámaras de la calle». La coincidencia y la chapuza del ataque alimentan la idea de los que niegan la veracidad del intento de asesinato.

Los escoltas no actuaron con profesionalidad. Su obligación es vigilar y estar atentos a lo que rodea a la vicepresidente, no mirarla a ella»Marta NercellasAbogada de la causa AMIA

El desarrollo de los acontecimientos posteriores no favorece que cambien de opinión los incrédulos. «Los escoltas no actuaron con profesionalidad. Su obligación es vigilar y estar atentos a lo que rodea a la vicepresidente, no mirarla a ella», observa Marta Nercellas, abogada de la causa AMIA, el atentado que hizo saltar por los aires la sede de las dos organizaciones israelitas más importante y dejó un saldo de 86 muertos y más 300 heridos.

«Los custodios la dejaron cinco minutos más en la calle, firmando libros, como si no hubiera pasado nada y es la militancia y no ellos, la que reduce al agresor», recuerda.

Cristina Fernández le contó a la jueza que ella, -como sus guardaespaldas- no vio nada, que no se dio cuenta de que la encañonaban y se agachó porque se le había caído un libro de los muchos que firmó ese día.

«Si hubiera estado organizado, con una estructura y coordinación profesional habría existido un segundo tirador para asegurar la misión»

Especialistas en seguridad coinciden que el atentado es lo que parece a primera vista: obra de un lobo solitario. «Si hubiera estado organizado, con una estructura y coordinación profesional habría existido un segundo tirador para asegurar la misión», reflexionan. Respecto a la posibilidad de que fuera puro teatro contratado, prefieren no opinar.

¿Qué le pasó a Fernando Andre Sabag Montiel (Tedi) para intentar cometer el asesinato? ¿Le llenaron la cabeza para que lo hiciera? ¿Falló a propósito o fue un error de esa vieja pistola Bersa? La respuesta a estas preguntas, hoy por hoy, son un misterio.

El ultrakirchnerista Luis D´Elía, procesado por el fiscal Alberto Nisman en el caso AMIA, que le costó la vida y por el que imputó a Cristina Fernández, escribió su propia teoría en la red del pajarito azul. El hombre que llegó a asaltar y atrincherarse en una comisaría, echó por tierra el discurso falso del oficialismo de amor eterno y arremetió contra los periodistas argentinos críticos, los canales de TV de La Nación y de Clarín y la Embajada de Estados Unidos a los que les adjudica responsabilidad en lo sucedido:

«La Bersa es de Lanata (Jorge). El cargador es de Leuco (Alfredo). Las balas son de Feinmann (Eduardo). La mira es de Jhony Viale. La empuñadura es de Majul (Luis). El cañón es de TN. La portación es de Etchecopar (Baby). El Gatillo es de LN+. La instigación es de Clarín. El plan es de la Embajada. El brasileño es un perejil».

Ser un «perejil» en Argentina equivale a cándido, bobo o fácil de engañar. Sabag, asesorado por su abogado de oficio, se ha negado a declarar. La novia y sus amigos se expresaron con temor en televisión: «Nos amenazan (en las redes sociales), no sabíamos y nunca nos dijo o dio señales de que fuera a hacer algo semejante. Dicen que somos cómplices y terroristas», lamentan.

Perejiles en pantalla, Cristina, la política con más raza que haya nacido en Argentina, sigue los acontecimientos mientras lee y relee los mensajes de solidaridad de Lula, mudo cuando la acusaron de corrupta, de los líderes bolivarianos, de jefes de Estado, del Papa y hasta de Pedro Sánchez. Su nombre y el fervor por ella, vuelve a estar presentes.