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Daniel Ortega, presidente de Nicaragua©GTRESONLINE

El Debate en América

Daniel Ortega y sus relaciones discontinuas con la Iglesia

Al dictador Ortega, la actitud de desprecio respecto de la llamada Iglesia jerárquica; denominación propia de la teología de la liberación, le acompañó desde niño

Cuando a Daniel Ortega, pocos meses después del alzamiento ciudadano del 18 abril del 2018, le preguntaron en una entrevista si era católico, respondió: «yo crecí en una familia católica… lamentablemente.» «Ya de muchacho –añadió– no le guardé respeto a los obispos porque todos eran servidores de Somoza».

No así lo que después conoció, de la mano de sus empeños revolucionarios en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, como la iglesia pobre, del pueblo, oprimida. La de los llamados comités eclesiales de base, que con entusiasmo se dedicó a formar, en el análisis marxista de la sociedad y el evangelio, Fernando Cardenal, jesuita expulsado de la Compañía, sandinista y teólogo de la liberación, al igual que su hermano Ernesto.

Larga data tiene la tensión del estado de Nicaragua con la Iglesia. Desde, por lo menos, el régimen del general José Santos Zelaya (1893-1909). En dicho gobierno, con claros tintes de dictadura, se promulgó la llamada constitución «Libérrima», que declaraba la laicidad del Estado y la despenalización del aborto.

En la dictadura nepotista de la familia Somoza (1936-1979), las cosas no fueron del todo pacíficas

En la dictadura nepotista de la familia Somoza (1936-1979), las cosas no fueron del todo pacíficas. Más aún, si se tiene en cuenta que la fundación del FSLN fue en 1961, tres años después de la revolución cubana, en la cual encuentra inspiración; junto a las «figuras» de Sandino, el Che Guevara, y del sacerdote, teólogo de la liberación y convertido en guerrillero, muerto en combate; Camilo Torres.

El intento de realizar una alianza estratégica entre cristianismo y marxismo viene de las enseñanzas de Fidel Castro, en la época de los 70, desde que visitó Chile, durante el gobierno socialista de Allende

El intento de realizar una alianza estratégica entre cristianismo y marxismo viene de las enseñanzas de Fidel Castro, en la época de los 70, desde que visitó Chile, durante el gobierno socialista de Allende. Concretamente, en la reunión que tuvo con los llamados Cristianos por el Socialismo, que bebían los aires revolucionarios del marxismo y de la teología de la liberación.

En dicha reunión, no estaba Ernesto Cardenal, al que esperaba encontrar Castro, ya que se había marchado a Nicaragua un par de días antes.

La revolución sandinista liderada por Ortega, llega al poder al inicio de la década del 80, de la mano de los teólogos de la liberación, las comunidades eclesiales de base de los hermanos Cardenal y jóvenes universitarios, debidamente adoctrinados en la relación marxismo cristianismo.

Una figura emblemática de la Iglesia, en tensión con Ortega, fue el cardenal Miguel Obando, al que llegó a calificarse como «archienemigo de la revolución»

Los católicos no comulgaban con tal desviación de la enseñanza evangélica. En este sentido, una figura emblemática de la Iglesia, en tensión con Ortega, fue el cardenal Miguel Obando, al que llegó a calificarse como «archienemigo de la revolución».

Sin embargo, el Cardenal Obando, en el segundo gobierno sandinista, en continuidad con la revolución inconclusa, tuvo un acercamiento que data, al menos, desde el 2004, cuando ofició una misa en homenaje a los 25 años de la revolución que derrocó a la familia Somoza; tan solo dos años antes del regreso del FSLN al gobierno.

Desde el 2005 Ortega pidió perdón al cardenal por su comportamiento anterior y lo convirtió en consejero espiritual. La celebración del matrimonio de Daniel Ortega y Rosario Murillo por el cardenal Obando sella la alianza entre ambos.

En múltiples ocasiones el dictador Ortega ha acudido a la Iglesia en calidad de mediadora de conflictos. La última vez, el 2018, para mediar en la situación de grave inestabilidad política y social provocada por el alzamiento ciudadano.

Mediación y diálogo que fracasaron. El dictador no estuvo dispuesto a dar señales claras de democratización y paz social de su gobierno nepótico y despótico. La Iglesia, por proteger a personas de la represión de la narcodictadura, fue acusada de complotar, incitando a la rebelión y golpe de estado. Desde entonces, la persecución por parte del gobierno de Ortega se ha recrudecido de manera superlativa.

La redada

El gobierno del dictador Ortega va encaminado al totalitarismo: fueron apresados la mayoría de los opositores políticos de peso, dirigentes sociales y empresariales, confiscada y acallada la prensa, cancelada la personalidad jurídica a más de 2.207 organizaciones de la sociedad civil, expulsado el Nuncio apostólico y las Hermanas Misioneras de la Caridad, apresados más de veinte sacerdotes, exiliados miles de ciudadanos y encarcelado el obispo Rolando Álvarez que lleva dos meses de reclusión; sin olvidar los 355 asesinados en el alzamiento del 18 de abril.

No obstante, hay una dificultad que diversos analistas han hecho ver, en relación a los vínculo de la Iglesia con el gobierno. La existencia de tres tendencias al interior de la Conferencia Episcopal de Nicaragua: Obispos con la visión profética, propia de la Iglesia y férreos opositores a la dictadura. Obispos indiferentes al problema. Obispos; una minoría, que coquetea con la dictadura sandinista.

Probablemente, en la incapacidad de los revolucionarios de someter de manera definitiva a la Iglesia bajo los predicamentos de la revolución sandinista y el FSLN.

Objetivos que fueron trazados en el Programa histórico del FSLN de 1969 y que contemplan lo que todo totalitarismo marxista anhela para construir la sociedad socialista, a través de la revolución armada: expropiación de tierras, nacionalización de toda las empresas, control obrero de gestión, democracia popular, planificación económica estatal, la unión de los pueblos centroaméricanos en una sola patria, convertir las fuerzas armadas en el brazo político y armado de la revolución, cárcel a todo el que parezca opositor a la causa, etc.

Alcanzar el poder total

Todo con el propósito de alcanzar el poder total, fase que se está poniendo en marcha desde el 2018 en adelante y con mayor celeridad en el 2022.

La Iglesia, nunca podrá ser esclavizada ni sometida por la ideología materialista y atea que destruye al hombre y la sociedad, representada por el caudillismo totalitario de la narcodictadura de Ortega y Murillo.

Nunca lo será, porque la Iglesia es Madre y Maestra de la Humanidad, conforme a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: Dignidad de la Persona Humana y los derechos inalienables que derivan de aquella, principio de subsidiariedad que potencia la libertad responsable, principio de solidaridad que consiste en la perfección de la justicia en orden al carácter donal de la persona y el principio del bien común, en cuanto convivencia humana perfectiva, en las dimensiones material, cultural y espiritual, ordenado a la trascendencia. Es decir, a Dios.

Si el dictador Ortega desde su niñez, despreció a la «Iglesia jerárquica», por desear una iglesia democrática, revolucionaria, del pueblo.

Recientemente, el Cardenal Álvaro Ramazzini, obispo de la diócesis de Huehuetenango, se encargó de clarificarle que la Iglesia es jerárquica, no para oprimir al pueblo, sino para servirlo. Y que la pretensión de una iglesia popular, democrática y revolucionaria, le hacían dudar de que Daniel Ortega fuera una persona católica.

  • Juan Carlos Aguilera P. es catedrático de Filosofía de la Universidad San Sebastián de Chile y fundador del Club Polites