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Alberto Fernández (der.), con su par cubano, Miguel Díaz-Canel, durante una reunión en el Palacio San Martín, en el marco de la CelacPresidencia Argentina/Esteban Collazo/EFE

El Debate en América

La levedad del ser de la Celac

Sin resultados tangibles ni aportes al bienestar de la región lo más llamativo fue la ausencia Nicolás Maduro, Andrés Manuel López Obrador y Dina Boluarte

La Celac –Comunidad de Estados Latinoamericanos y el Caribe– es un ente regional compuesto por 33 países, que buscan implementar mecanismos de integración política, económica, cultural y social entre sus miembros.

El pasado 24 de enero se llevó a cabo en Buenos Aires la VII Cumbre del CELAC. Aunque inicialmente se indicó que Nicolás Maduro asistiría a la cumbre, al final no lo hizo por temor a ser «emboscado».

Tampoco asistió el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que se excusó «por tener mucho trabajo».

AMLO envió un mensaje a través de un vídeo, mediante el cual defendió al expresidente del Perú, Pedro Castillo, y alabó majaderamente al presidente de Argentina.

Otra ausente fue la presidenta del Perú, Dina Boluarte, que enfrenta una crisis interna de proporciones. Dicha crisis privilegió de manera dominante la primera parte del encuentro.

Un protagonista importante fue el presidente de Brasil, Luis Ignacio «Lula» da Silva, recién asumido como presidente.

El evento fue inaugurado por el presidente argentino, Alberto Fernández, cuyo país atraviesa una fuerte crisis económica y política, que anticipa que el próximo gobierno argentino será encabezado por la actual oposición.

América Latina no ha logrado generar instancias de colaboración estables y eficientes. El Mercosur integrado por Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay no logró los beneficios para los cuales fue creado.

Por el contrario, esta asociación impidió y retardó que sus miembros pudieran avanzar con tratados de libre comercio con otras regiones del mundo como lo logró Chile, con una política más aperturista en el comercio internacional.

En el pasado sucedió lo mismo con el Pacto Andino –acuerdo que tiene como fin la integración y la cooperación económica y social de determinados países latinoamericanos–, al que Chile renunció, ya que sus socios de entonces promovían políticas de sustitución de importaciones y de crecimiento industrial interno, ajenos al concepto de ventajas comparativas.

La OEA –Organización de Estados Americanos– que incluye a Estados Unidos y Canadá, pero no a Cuba, ha perdido peso en la región.

En efecto, la proliferación de gobiernos de izquierda, con gobiernos enemigos de los Estados Unidos genera una situación de conflicto interno permanente que impide avanzar en temas regionales.

La Alianza del Pacífico, promovida en su momento por Chile y conformada además por México, Perú y Colombia, avanzó bien en muchas materias, cuando los 4 presidentes de los países miembros tenían coincidencias acerca de cómo debían manejarse las economías para alcanzar el desarrollo.

Con la llegada de AMLO al poder, México perdió interés, y con la reciente crisis en Perú, la Alianza ha perdido importancia.

A esto se suma el cambio de gobierno en Colombia, cuyo presidente se identifica más con AMLO, el chileno Boric, Lula de Brasil, Maduro de Venezuela y el argentino Alberto Fernández.

Otro foro regional, creado en la década pasada fue PROSUR –Foro para el Progreso de América del Sur–, cuyo objetivo era reemplazar a Unasur, en su momento promovido por Chile y Colombia, y más tarde integrado por Argentina, Brasil, Ecuador, Guyana, Paraguay y Perú.

Con los cambios de gobiernos, Boric de Chile renunció a PROSUR y actualmente es un foro inoperante.

En el otro extremo del continente funciona Caricom –Comunidad del Caribe–. En consecuencia, CELAC pretende aglutinar a países miembros de distintos bloques y foros regionales.

Polémicas en la Cumbre

La cumbre de CELAC en Argentina no estuvo exenta de polémicas por la postura de distintos países respecto a la situación del Perú, Nicaragua y Venezuela.

En un documento de 100 puntos y 11 declaraciones, el foro se refirió a la recuperación económica post pandemia, a la seguridad alimentaria y energética, a la estrategia sanitaria, a la cooperación en materia ambiental, a ciencia tecnología e innovación para la inclusión la transformación digital.

También se centró en la infraestructura para la integración, la situación de las mujeres, de la juventud y de los afrodescendientes, las lenguas indígenas, las migraciones, la discapacidad, la educación, la cultura, la cooperación de academias diplomáticas, cooperación en materia espacial y nuclear, la lucha contra la corrupción y el diálogo con socios extra regionales.

La cumbre se solidarizó con Cuba con la solicitud del fin al bloqueo que la afecta y el apoyo al diálogo en Venezuela.

Normalmente los temas tratados son los mismos y en los que poco o nada se avanza de cumbre en cumbre.

Los mensajes de los presentes y otros enviados en vídeos no dejan de repetir las frases de buena crianza acerca de la integración latinoamericana, la «patria grande de Bolívar», la unión en contra de las grandes potencias y la necesidad de financiación internacional para diversos fines.

La propuesta más impracticable y absurda, fue la realizada por el presidente Lula da Silva, quién junto a su par de Argentina, propusieron crear una moneda única para toda Latinoamérica para no depender del dólar y que se llamaría «sur».

En la distancia, Nicolás Maduro apoyó la iniciativa. Esta loca idea de Lula y de Fernández, solo comprueban que dos de los países más importantes de la región, están gobernados por un par de ignorantes en materia económica, lo que debería atemorizar a los inversionistas.

El populismo y la irresponsabilidad deberían tener un límite. Se fue una nueva reunión regional sin resultados medibles o aportes concretos al desarrollo de los países miembros.

  • Andrés Montero es columnista, autor y empresario chileno