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El presidente de México, Andrés Manuel López ObradorAFP

El Debate en América

Carta al presidente López Obrador

¡Quiúbole, presidente López Obrador!

La razón de estas letras es para confesarle por escrito que, como latinoamericano, me luce muy gacho (feo) eso de que usted le esté colgando medallas en el pecho a ese teto (idiota) de Díaz Canel, que como buen vaquetón (vago) castrista, quiere seguir viviendo a costa de los demás.

A ese bato (tipo), que se la da de muy chingaquedito (inofensivo), en vez de guindarle preseas (otorgarle medallas), estoy seguro de que Pancho Villa más bien lo hubiera mandado a la fregada (a la porra) por tanto daño causado a los miles de escuincles (niños) cubanos, a los que han dejado sin sus viejos (padres), después de mandarlos a ver a la calaca (matarlos). O sea, después de fusilarlos en el paredón.

Eso de poner en manos del tirano cubano el Águila Azteca, para transmitirle su fuerza, el poderío, el dominio sobre los otros a través de la guerra, no es nada chingón (extremadamente bueno), señor Presidente.

Podrá ser su güey (amigo), usted sentirá padrísimo (óptimo) ese gesto, pero la neta (verdad) es que «pelón está el cochi» (no se hará como piensa).

Es evidente que usted la sigue haciendo fuera del bacín (actuar erradamente). ¡Ah! y esa medalla que recibió, marcada con el nombre de José Martí, que le sirva para tener presente lo que ese ilustrado poeta dijo: «cuando alguien ve cometer un crimen y no hace nada, termina siendo también culpable».

No se crea que está muy de acá (cuerdo), más bien se checa (ve) clarito que usted ya ni la amuela (no tiene buen tino), presumiendo que está chido (bien) eso de agasajar a sus cuates (hermano gemelo) del Foro de São Paulo.

Sobre eso, a ojo de buen cubero, ya sabemos que su colega Biden anda «como el perro entre las dos tortas» (indeciso). Y qué decir del presidente de España, lo mejor sería que se quede «chiflando y aplaudiendo» (sin meterse).

Pero nada de eso es de a grapa (gratis), nada más espere la cuenta que le pasarán por ir de metijón (entrometido).

No se pase de lanza (pase de listo), Presidente, ¿o usted piensa que los venezolanos no sabemos «de que de lado masca la iguana» (lo que pasa) con su papel de anfitrión del fulano diálogo con los zopilotes (buitres) de Maduro?

Maduro continúa echando leña al fuego

Usted debería saber que a Maduro le sabe un reverendo cacahuate (no le importa lo más mínimo) la paz de los venezolanos, y sino fíjese cómo cada vez que se le antoja, arma una de chile, mole y pozole, como mejor le sepa.

No cesa en echar carrilla (quejarse), con la mala intención de dejar la víbora chillando (montar follón), siempre buscan que nosotros nos achicopalemos (desanimemos).

¡Pero que va! No es hora de ponerse agüitado (triste), sino vea como están nuestros educadores en Venezuela: ¡hasta el queque! (hartos).

Muy conscientes que ya con Maduro «ni yendo a bailar el bote» (ni a misa). Por eso salen a las calles a protestar, reclamando un salario digno, porque la poca lana que reciben no alcanza «ni para pichar el popote de la bebida» (ni para comprar un cigarrillo).

¿Y qué hace su compinche Maduro? Se la pasa ventaneando (exhibiendo) y gimoteando, como buen cotillero (cotilla), la misma monserga (discurso molesto) o lata contra el imperio, o sea, su vecino más cercano.

Nos preguntamos, Presidente López Obrador, ¿cuáles son los méritos para que el continuista de la tiranía castrista reciba esa distinción? ¿Será por prolongar la agonía de un pueblo al que tienen chingándoselo (robando) más de 63 años?

En lo que sí acertó, Presidente, es en eso de invitarlo a darse una vuelta por Campeche, que significa «lugar de culebras y garrapatas», porque eso es lo que son.

Además, su invitado encarna muy bien «la Leyenda del Diablo», que habla de ese pasadizo oscuro en el que vivía un hombre con malformaciones, que se aprovechaba de la gente, asustándola por las noches, encendiendo cartuchos de azufre para que pensaran que era el diablo.

Entonces la gente le ponía monedas y joyas para que no entrara a la ciudad. ¡No más, presidente López! Ya es suficiente.

¿Qué pretende Díaz Canel?

Ese personaje anda con las manos extendidas pidiendo de tocho morocho (pedir de todo). Díaz Canel no hace otra cosa que andar tirando hueva de pescado (vivir descansando). Así, como lo lee.

Pregúntele a los médicos cubanos a los que su gobierno les paga en dólares, ¿cuántos mendrugos les dan?

Les están sacando el mole (explotando), Presidente. ¿Le parece de poca madre? No es hora de hacerse guaje (el desentendido) ante tal explotación. Después no diga que lo pillaron tirando pinole (desprevenido).

La neta (verdad), Presidente, es que todo eso luce muy cañón (duro) para un pueblo que está pasando tantas necesidades y lo que hacen estos falsos revolucionarios es alzar banderas del «progresismo».

En Venezuela, y supongo que también en México, dirán «asústame calaverón» (ya no me asustan), ya se sabe que no son más que un chahuistle (parásito) que ataca la democracia.

¿Por qué no precisó a Díaz Canel para que le «soltara la sopa» (contara) de todos los presos políticos torturados que tienen en Cuba, al igual que sus charolastras (amigotes) de Maduro y Daniel Ortega en Venezuela y Nicaragua? Ah no, usted se la peló.

Le escribo en estos términos después de wacharlo (mirarlo) con esas crudas (resacas) con que usted suele aparecer en público.

Ganas no me faltaron de pedirle a los espíritus de ese par de genios, Octavio Paz y Carlos Fuentes, que me hicieran el paro (ayudaran).

Pero sé que los mexicanos tienen un muy particular sentido del humor; sus carcajadas tienen decibeles entre las alegrías y las penas, llegando a reírse hasta de su propia muerte.

En todo caso, como decía Cantinflas «nos tratamos como caballeros o como lo que somos».

Se despide de usted, afectuosamente,

Antonio Ledezma

  • Antonio Ledezma es el alcalde legítimo de Caracas y está exiliado en España