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Andrés Montero

Efecto regional del triunfo de los partidos de la derecha en Chile

Aunque Boric cumplió recién un año en el poder, de los cuatro que dura su mandato, los mercados se recuperan y el riesgo país da señales positivas

Los recientes resultados en Chile, donde la derecha obtiene más del 60 % de las preferencias, no estaban ni en los pronósticos más optimistas.

La izquierda chilena está desesperada. Lo mismo le sucede a los jóvenes idealistas, quienes han acompañado al presidente Boric, en su periplo presidencial plagado de desaciertos.

Aunque Boric cumplió recién un año en el poder, de los cuatro que dura su mandato, los mercados se recuperan y el riesgo país da señales positivas.

El gobierno ha reconocido la derrota, pero ya algunos de sus personeros califican de democrática solo a la centroderecha más no a la derecha vinculada al Partido Republicano, gran ganador de los comicios del domingo.

Lo que viene es producir un nuevo proyecto constitucional, que tendrá poco que ver con el «mamarracho» presentado en el proceso anterior, el cual fue rechazado en septiembre de 2022 por una abrumadora mayoría.

El líder socialista Camilo Escalona, ya incentiva a las juventudes de su partido a movilizarse «en contra del populismo autoritario y la regresión ultraconservadora».

La democracia cristiana chilena, que liderara gobiernos con Eduardo Freí Montalva 1964-1970 y con Eduardo Freí Ruiz Tagle 1994-2000, prácticamente desapareció, por intentar mantenerse en un centro gelatinoso sin sustento y sin propuestas.

La centroizquierda vinculada al Partido por la Democracia PPD, cuyo máximo referente fue el expresidente Ricardo Lagos, también ha caído en desgracia, lo mismo que los colectivos radicales.

El resultado electoral ha sido tan lapidario para la izquierda chilena, socia del Grupo de Puebla y del Foro de São Paulo, que los efectos regionales serán evidentes. En efecto, Argentina enfrenta elecciones presidenciales en breve, donde se anticipa un triunfo de la oposición. En Colombia, el ex guerrillero Petro tras su curioso periplo por España, pierde apoyo aceleradamente y su intento por emular políticas del joven Boric ya no será posible.

Paraguay y Uruguay por ahora a salvo de las garras revolucionarias y Venezuela intenta sostenerse al borde del precipicio, generando señales -falsas- de más democracia.

El gobierno de Boric intenta «dialogar», pero siempre como lo hace la izquierda tácticamente.

Proponen proyectos de reformas extremas, para después «ceder» y llegar a acuerdos que siempre son a los que aspiraron en el origen.

La lucha interna dentro del gobierno chileno es feroz. Lo que se han llamado las dos almas, disputan espacios de influencia con inusitada agresividad.

Los más experimentados llaman a la calma y los más jóvenes a la lucha frontal. Lo que resulte de este segundo y último posible intento de generar una nueva Constitución, será lo que marque la pauta del futuro de Chile.

Para algunos, de aprobarse el nuevo texto, será la Constitución de Boric, pero la verdad es que será la Constitución de los chilenos libres que tienen buena memoria y que han defendido a Chile de los múltiples intentos de la izquierda por destruir los valores y principios de una sociedad libre.

A juzgar por los resultados del domingo lo que no lograron con Allende entre el 1970-1973, no lo conseguirán con Boric entre el 2022-2026. Chile se puso serio.

  • Andrés Montero es columnista, escritor y empresario chileno