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Antonio Ledezma
Antonio LedezmaEl Debate en América

Cómo han cambiado las cosas en el mundo

Ahora bien, ante estos saltos cualitativos que sacuden al mundo ¿por qué en muchos países no es posible, o se dificulta llevar adelante, la actualización de los planes gubernamentales que esbozan sus respectivos lideres?

Actualizada 04:30

La inteligencia artificial ha revolucionado las tecnologías de la comunicación

La inteligencia artificial ha revolucionado las tecnologías de la comunicaciónAFP

«¡Telegrama, telegrama!» Así llamaba la atención mi secretaria Domitila, en aquellos años en que me desempañaba como dirigente de la juventud en mi natal Estado Guárico de Venezuela.

Mi leal y eficiente secretaria me estaba poniendo al tanto de que había recibido un telegrama que, con pocas palabras, indicaba la celebración de una reunión urgente en Caracas, a la que estaba siendo convocado por esa vía.

Estamos hablando del telégrafo como expresión de avance tecnológico que facilitaba trasmitir datos, hasta que esa maravilla dio paso al innovador radioenlace y este a su vez se vio opacado por el deslumbrante invento de las comunicaciones satelitales que provocó un giro espectacular en la trasmisión de datos.

Las cosas en todos los ámbitos han venido experimentando cambios que desatan todo tipo de desafíos a las personas y a las empresas e industrias de toda índole, partidos políticos, centros de investigaciones científicas y academias.

Es así que se registra la aparición de unos aparaticos llamados faxes. Su génesis la ofrece la patente registrada en 1843 por el inventor Alexander Bain, quien desde Escocia emergió poniendo al servicio de la humanidad un telégrafo eléctrico que hacía posible transmitir imágenes por cable.

Nos enseñan en las historias que abundan en las redes y textos sobre la materia que, la transmisión inaugural por intermedio de un fax a larga distancia, tiene lugar en 1876 y fueron las manos del operador Giovanni Caselli, el encargado de concretar ese renovador acontecimiento, al hacer posible enviar un documento de Lyon a París.

A día de hoy ese mecanismo que desató comentarios que dejaban sentir el asombro de los usuarios, ha pasado a ser una tecnología vetusta, ya que en el mercado sobran otros medios que facilitan esas transmisiones de forma veloz y a menos costos operativos.

Estamos hablando de la magia de internet, los correos electrónicos, la mensajería de textos, los teléfonos móviles con un potencial que –pareciera infinito– se han llevado por delante ¡hasta a las camaritas fotográficas (fabricadas por la Kodak) imprescindibles en la mochila de cualquier viajero!

Fue Eric Fossum (1990), quien rodeado de genios, el encargado de sacar al comercio el moderno teléfono portátil con cámara fotográfica, dejando rezagado el alucinante invento del tradicional teléfono que el escocés Alexander Graham Bell patentó en 1876.

De ese proceso llegamos a la telefonía móvil, ha sido un espectacular salto al ciclo de la modernidad que compite con toda la revolución industrial que trajo consigo el invento de la máquina de vapor concebida por el ingeniero escocés James Watt (en 1775), proyecto que innovó el transporte y la maquinaria en el siglo XIX e inspiró esa pionera Revolución Industrial.

Las cosas han cambiado en muchos sentidos. Ya a los famosos no les piden autógrafos sino un selfi.

Desde el cada día más reconvertido celular es posible realizar cortometrajes, pasar documentos y sostener reuniones en tiempo real con imágenes incluidas, es así como los venezolanos que estamos en la diáspora podemos ver a las familias que dejamos atrás en el territorio de nuestro país.

También sirven para hacer reportajes periodísticos, captar imágenes que soporten denuncias sobre la consumación de cualquier irregularidad que se cometa, escuchar música, enviar y recibir mensajes, convertirlo en nuestro Cicerón activando su GPS y pare usted de contar.

Fue en 1983, cuando sale en oferta el primer teléfono móvil portátil (en Venezuela lo llamábamos «ladrillo»), se trataba de un Motorola DynaTac 8000X, perfilado por el ingeniero Martin Cooper.

Con los estragos que produjo la reciente pandemia que azotó a la humanidad, los ordenadores fueron tan necesarios como los aparatos de respiración que eran solicitados en los hospitales.

El trabajo a distancia se convirtió en una salida que evitaba la absoluta paralización de las actividades comerciales e industriales.

No hay duda alguna del impacto que esas computadoras y del descomunal vuelco generado en la vida de las personas.

La invención del transistor o semiconductor en 1947 traza la ruta hacia los ordenadores personales. El Kenbak-1, de John Blankenbaker, supone ser el primer ordenador personal.

Los ordenadores fueron tan necesarios como los aparatos de respiración

Posteriormente saltan a la escena las fabulosas creaciones de Bill Gates y Paul Allen, fundadores de Microsoft, presentando su Altair 8800, el primer ordenador con el lenguaje de programación Microsoft Basic.

Antes, en 1973, eran modelos a seguir la Micral, precursora computadora con microprocesador, inmediatamente surge el modelo Xerox Alto como precursor de la informática domestica con su llamativo ratón y una interfaz gráfica.

Estas innovaciones no deben asaltar nuestra capacidad de sorpresa. Venimos de constatar esas fascinantes herramientas elaboradas a base de piedras, o de las maletas que se hacían difíciles de cargar con nuestras manos, hasta que en 1970 el viajero Bernard Sadow se le ocurrió darle un uso a la rueda, patentando el diseño de maletas con ruedas, idea que le brotó en su imaginación después de mirar a un trabajador desplazando una pesada maquina sobre una tarima valiéndose de una plataforma con ruedas.

Son muchas las innovaciones que en cada coyuntura significaron fabulosos saltos a la modernidad; desde la imprenta, la bombilla, el avión, hasta llegar al fenómeno que tiene en expectación a todo el mundo, como es la Inteligencia Artificial, maravilla concebida originalmente por el precursor de la informática moderna, el matemático, criptógrafo, filósofo y biólogo británico, Alan Turing.

Cuando se mencionaban los inventos antes citados, nadie sería capaz de imaginar que, ese fenómeno tecnológico, bautizado con el nombre de Inteligencia Artificial, podría entremeterse a su manera en la intimidad de las personas en forma de chatbots, mediante voces que suplan personas de carne y hueso, hacer rodar vehículos prescindiendo de un conductor humano, facilitar traducciones de cualquier idioma en tiempo real, darle vida a la visión artificial, poner a la orden de cualquier usuario el sortilegio del ChatGPT o a familiarizarnos y pretender hacernos transigir con el ya popularizado internet de las cosas e irnos preparando para admitir la validez de la Inteligencia Artificial generativa..

Ahora bien, ante estos saltos cualitativos que sacuden al mundo ¿por qué en muchos países no es posible, o se dificulta llevar adelante, la actualización de los planes gubernamentales que esbozan sus respectivos lideres?

¿Por qué se hace cuesta arriba la adecuación de sus Constituciones y leyes a los tiempos actuales en las que las circunstancias también han cambiado considerablemente?

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