Los escenarios de Maduro ante las elecciones en Venezuela
Nos han robado el derecho a votar a más de 4,5 millones de venezolanos de la diáspora, pero no podrán robarnos el triunfo que, de antemano, ya se sabe irreversible
Uno de los escenarios más usados es el de la simulación de diálogos para despistar, nunca para asumir los compromisos acordados, tal como ha ocurrido con el más reciente capítulo de estos tablados dialoguistas, como el de Barbados, en el que Nicolás Maduro firmó convenios que ha quebrantado con el mayor descaro. La mendacidad es lo suyo, es su receta favorita para sofocar las protestas que resumen el reclamo de elecciones libres. Maduro ha mentido con desparpajo, sobre ese y otros temas, de los que diserta como todo charlatán, tal como fue su retórica pontificando sobre el cambio climático, cuando bien se sabe que es él el responsable del ecocidio que tiene lugar en el Arco Minero venezolano.
De ese escenario a Maduro le salieron mal algunas cosas, porque sus aliados del foro de Sao Paulo, como los gobernantes de Brasil y de Colombia, así como jefes de Estado de tendencia izquierdista, como Gabriel Boric, de Chile, se han pronunciado exigiéndole que haga posible la realización de elecciones libres. Esas posiciones han ayudado a flexibilizar la acerada intransigencia del régimen madurista, basada en la representación de las inhabilitaciones, que no se atrevieron a extender hasta la figura de Edmundo González Urrutia.
Otro escenario en el que incursionó Maduro fue en el que buscaba «reventar» las elecciones primarias. Para tales efectos Maduro puso en acción todo tipo de maniobras tumultuosas, alentando escaramuzas en el seno de la oposición, amenazando a los integrantes de la Comisión Nacional de Primarias, mostrándole «la cacha del revólver» a uno que otro aspirante a coronarse como candidato de la Unidad, en definitiva, la maquinaria autoritaria fue enfilada para tratar de evitar que esa consulta se llevara a cabo o, en todo caso, a debilitarla. Aquí también a Maduro «le salió el tiro por la culata», ya que las primarias resultaron siendo una hazaña de la ciudadanía que retumbó por todas partes del planeta Tierra.
Maduro entonces montó otro escenario de distracción: un plebiscito para consultarle al pueblo qué hacer para defender nuestros derechos sobre el territorio Esequibo. La verdad es que la intención tras bastidores era sacar del radar el vibrante debate sobre las exitosas primarias, en las que María Corina Machado había logrado una pletórica victoria, convirtiéndose desde entonces, en la líder indiscutible de los ciudadanos que apuestan a un cambio profundo. Pero además, esa fallida táctica sirvió para sacar a la luz pública las posiciones auténticamente patriotas que, sobre la defensa de nuestras potestades sobre el territorio en disputa, ha hecho María Corina Machado, que contrastan con las posturas entreguistas de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro.
Pero Maduro tenia a buen resguardo su instrumento nada secreto: las siniestras inhabilitaciones. Esa era su arma arrojadiza. El cálculo exprimido de los cerebros que interactúan en la sala situacional que trabaja para ese régimen, presagiaba que «María Corina llamaría a la abstención», y a su vez vaticinaba «un resquebrajamiento de la dirección opositora». Pues bien esos profetas se equivocaron, ya que el horóscopo manoseado no fue nada atinado. María Corina no solo se mantuvo en el carril electoral, sino que como toda una estadista que es, se hizo a un lado para darle visibilidad y espacio a una opción distinta encarnada por Corina Yoris, que terminó siendo víctima del pernicioso bloqueo. María Corina no se rindió, más bien respiro profundo y comenzó a trabajar para acertar con una formula unitaria que resultó ser Edmundo González Urrutia.
O sea que ni se descarriló ni se fracturó la dirección opositora, sino que continuó transitando por la ruta electoral, superando los múltiples obstáculos que van, desde la represión que encarcela a los integrantes de los comandos de la oposición, judicializa a los partidos políticos, clausura medios de comunicación, acosa a los gerentes de hoteles que alojan a María Corina y a Edmundo, a las familias que los hospedan en sus hogares, a los motorizados, a los que les sirven un plato de comida, a los que los transportan en su canoas o hasta el caballo que montó María Corina en Barinas, es «sometido a investigación sumarial junto con los que se atrevieron a instalar los parlantes del sonido».
Maduro trata a las Fuerzas Armadas como su «guardia pretoriana»
El resultado está a la vista del mundo entero. Las movilizaciones son gigantescas, día tras día se incrementa el fervor, la esperanza y la fe de la gente que solo piensa en la reunificación de todos los venezolanos. Esas multitudes encabezadas por María Corina y Edmundo, asoman una clara disimilitud con los mítines liderados por Hugo Chávez en su campaña de 1998. María Corina y Edmundo unen los venezolanos, en cambio Chávez dividía a los venezolanos con su discurso pugnaz, como lo sigue haciendo su testaferro político Nicolás Maduro, que insulta a los electores llamándolos «decrépitos», otro adjetivo que se suma a la lista de agravios que hacen recordar los tristes celebres «escuálidos o majunches». Otra disensión se observa al contrastar el mensaje de María Corina y Edmundo a las Fuerzas Armadas. Maduro las trata como su «guardia pretoriana», en cambio María Corina y Edmundo se dirigen a los militares en un tono sereno, respetuoso e institucional, dejando ver la confianza en que actuaran conforme a lo que esta pautado en el artículo 328 constitucional.
Otros escenarios a los que pudieran levantarle la espoleta es el de la manida treta del «autogolpe», sainete que terminaría siendo tan chapucero como el deprimente y deslucido espectáculo del general Zúñiga, en la hermana República de Bolivia. Otro, que tendría visos de locura extrema, es inventarse una maroma que les sirviera de justificativo para suspender las elecciones, cosa que también se les devolvería con una inusitada fuerza demoledora que socavaría más bien el poco capital político que les queda.
El otro escenario para Maduro, el que más le conviene a él, y especialmente a los dirigentes de su partido (PSUV), es facilitar una transición pacífica que le ahorre más sufrimientos a los venezolanos. Vemos que mientras Maduro desenvaina su bastón de mando para fanfarronear que «no entregará el poder», María Corina y Edmundo ofrecen precisas y nítidas garantías para que nadie tema que sus derechos humanos serán desconocidos. La transición que lideraran Edmundo y María Corina comenzará por hacer resplandecer el Estado de derecho con el correlativo pluralismo político, escenario en el cual tendrán posibilidad de relanzar a su movimiento partidista, los que asuman las riendas del PSUV. ¡MÁs nunca detenciones arbitrarias! ¡Más nunca judicialización de partidos políticos!
Finalmente, el escenario del fraude está al descubierto, lo hemos agarrado a tiempo, ya que se trata de un esquema único en Venezuela, como es ese fraude continuado y combinado que instrumentalizó las inhabilitaciones, los expedientes y las sentencias prefabricadas en las instancias de la Fiscalía, la Contraloría, el CNE y el Tribunal Supremo de Justica. Nos han robado el derecho a votar a más de 4,5 millones de venezolanos de la diáspora, pero no podrán robarnos el triunfo que, de antemano, ya se sabe irreversible, por la determinante e inocultable ventaja que resultará ser el antídoto más eficaz contra ese pretendido ardid de Maduro.