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AnálisisAndrés Montero

Boric con Dios y con el diablo

El presidente chileno fue, hasta hace poco tiempo, gran admirador de las dictaduras de Cuba y Venezuela.

El presidente de Chile, Gabriel Boric(EPA) EFE

Aunque Estados Unidos y varios países sudamericanos han reconocido el triunfo de Edmundo González en Venezuela, el gobierno chileno de Gabriel Boric aún no lo hace.

El embajador de Chile en Venezuela Jaime Gazmuri, militante socialista, y todos los miembros de la legación chilena fueron expulsados de Venezuela. Adicionalmente, el dictador Maduro ha insultado reiteradamente al presidente Boric, y a pesar de todo, Boric no reconoce al ganador de las elecciones venezolanas. La coalición del gobierno chileno tiene al Partido Comunista, que apoya de manera irrestricta a Maduro, como un aliado clave. Boric hasta hace poco tiempo, fue gran admirador de las dictaduras de Cuba y Venezuela. Lo mismo sucede con Michelle Bachelet que fue admiradora fanática de Fidel Castro y de Hugo Chávez, con quienes se reunió y les expresó personalmente su admiración.

Chile tiene 800 mil venezolanos, la mayoría ilegales, quienes entraron por la frontera norte, tras la apertura de fronteras bajo Bachelet y un débil control bajo el gobierno de Piñera. Durante el gobierno de Gabriel Boric, ha continuado de manera incesante el ingreso de extranjeros a Chile, lo que ha elevado a la población de inmigrantes a 2 millones de personas. Aunque Boric intenta transformarse en un líder regional, su apoyo interno no supera el 30%, y bajo su mandato, los niveles de inseguridad interna superan todos los récords anteriores.

El narcotráfico y las pandillas venezolano-colombianas, se han tomado los barrios periféricos de Santiago de Chile y de la mayoría de las grandes ciudades. Por su parte, la oposición chilena está dividida entre aquellos que aún creen en el diálogo con el gobierno de Boric y otros que propugnan una postura más frontal frente a un gobierno inexperto que tiene al país sin crecer y con una situación de inseguridad interna gravísima.

Los hechos en Venezuela, demuestran que la única salida para ese país es la vía armada. Maduro sigue manipulando la prensa y con control total del ejército. La comunidad internacional debe entender que no hay más tiempo y si no se derriba a Maduro, más venezolanos dejarán el país con destino sur. Ya son 8 millones de venezolanos los que han dejado su país y la única manera para que estos regresen y se detenga la fuga es un cambio urgente del actual narco-gobierno. Maduro es un loco peligroso con estrechos vínculos con Irán, Rusia y China. La Unión Europea está siendo cómplice pasiva de la crisis venezolana. Lo de Venezuela no admite más medias tintas.