Bajo coste
El coche sin frenos y a prueba de multas con el que Rusia sobrevive al bloqueo
El nuevo Lada Granta producido tras la invasión carece de seguridad básica
Hace más de 100 días que a Rusia no llegan coches producidos fuera de sus fronteras. A los problemas de escasez de chips que sufre Europa desde hace meses, se suman las sanciones impuestas.
Los rusos han dejado de comprar Renault, BMW o Fiat para lanzarse a por un histórico, el Lada Granta fabricado por AvtoVAZ que se comercializa desde 2011 y que, en plena invasión, ha dado a luz a una nueva versión más rudimentaria si cabe.
Aquel coche de bajo coste adaptado al mercado ruso y de Europa oriental tiene una serie de sistemas de suspensión y estabilización modificados además de que las ruedas traseras tienen una caída positiva (camber) de 1º respecto al eje vertical de modo que la parte inferior se mete hacia el interior de la carrocería. En las curvas, el ángulo positivo se acentúa y el agarre disminuye, lo que desgasta más el neumático.
La baja calidad de este coche en sus inicios era extrema, de hecho su carrocería no estaba galvanizada, lo que provocó que tuvieran que añadir una garantía extra que afectaba tanto a la chapa como a su bastidor. En la misma presentación, el fabricante anunció que en Moscú «no había un solo distribuidor oficial para este coche, por el momento».
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Pero ese momento nunca llegará y menos ahora. El nuevo Lada Grant de 2022 carece de características básicas de seguridad. No tiene airbag, ni frenos ABS, tampoco ningún tipo de navegación por GPS.
El precio es de unos 11.000 euros al cambio y los anuncios avisan de que es «a prueba de sanciones» como patético reclamo para vender como sea el único coche que se puede adquirir en toda Rusia.
Falsificaciones
Si el parque móvil ruso ya estaba obsoleto antes de la invasión, estos 100 días ha empeorado y ve con preocupación el futuro. Las piezas de repuesto apenas llegan de occidente y eso ha obligado a incrementar su precio. Bielorrusia y Kazajstán intentan suplir la demanda para abastecer a un país amigo, pero no tienen capacidad de producción.
En The Times, un mecánico de Moscú asegura que el peligro es enorme porque «ha habido muchas falsificaciones en el mercado» y añade que «todavía quedan piezas originales en circulación, pero no sabemos qué pasara cuando se hayan vendido todas».