Karlmann King, el concepto SUV choca con la creciente electrificación del automóvil

Fiebre SUV

Qué es la paradoja SUV y por qué hace inútil al coche eléctrico

La electrificación no es más que un 'parche' para una de las carrocerías más grandes, pesadas y menos eficientes que existen

Corría el año 2006 cuando la llegada del Nissan Qashqai marcaba el despegue de las carrocerías SUV, lo que supuso una verdadera revolución en el mercado del automóvil. A día de hoy, el mercado de vehículos con carrocería tipo SUV o crossover supone ya más del 55 % de las ventas y sigue creciendo. Los fabricantes se han visto obligados a orientar sus gamas hacia este concepto de coche, alto, pesado y poco manejable, todo lo contrario de lo que deberíamos buscar.

Una auténtica revolución conceptual para el sector de las cuatro ruedas, en un momento en que los desafíos energéticos nos están conduciendo obligados hacia la electrificación del automóvil.

Más de la mitad de las ventas son SUV

Si cruzamos un mercado español en el que el 55 % de las venta son de vehículos con carrocería tipo SUV, con unas ventas de coches electrificados (100 % eléctricos e híbridos enchufables) inferiores al 9 %, nos encontramos ante uno de los mayores sinsentidos a los que hemos asistido en el sector de las cuatro ruedas.

El Nissan Qashqai marcó el inicio de la revolución SUV

Por un lado, las instituciones europeas y nacionales competentes nos empujan hacia la compra de coches electrificados con planes de descarbonización de la atmósfera y mediante incentivos como el Moves III, que bonifica la adquisición de este tipo de tecnologías. Sin olvidar unas fortísimas multas a los fabricantes de coches por las emisiones de CO2 de sus ventas. Fabricantes que no han tenido más remedio que repercutirlas sobre el precio final de los automóviles.

Mientras tanto, por la puerta de atrás consienten esta 'todoterrenización' (los SUV han sustituido a los 4x4 tradicionales) del mercado, el tipo de carrocería más contaminante y menos eficiente que existe. Pese a que desde algunos países se ha aplicado ya un impuesto especial a determinados vehículos, lo cierto es que a día de hoy las cuotas de mercado SUV no paran de crecer en todos los segmentos. A costa de hacer desaparecer otros segmentos tradicionales de coches más eficientes como el de las berlinas o los familiares.

Nadie se atreve a criticar los SUV

Francia tomó la iniciativa al penalizar las carrocerías más pesadas y contaminantes a principios de este año, aunque sin citar la palabra SUV para no desincentivar un mercado ya muy tocado. Para ello, a principio de 2022, lanzó dos nuevos impuestos a los coches nuevos, uno que grava a los coches con emisiones de CO2 por encima de los 128 g/km y otro que penaliza a los coches por su peso. En concreto, hay que pagar diez euros extra por cada kilo por encima de los 1.800 kilogramos. Medidas de maquillaje cuando en realidad lo que debería decirse es que no podemos permitirnos las carrocerías tipo SUV.

Las carrocerías tipo SUV trasmiten un estilo de vida

Se trata de un tipo de carrocerías que, según los estudios de mercado, nos gustan fundamentalmente por que trasmiten sensación de estatus. Se trata de coches grandes y voluminosos que además nos dan una falsa sensación de seguridad, con su posición de conducción elevada y su excelente visibilidad.

Es cierto que nos gusta mucho la imagen de estilo de vida activo que sugieren. Pues parece que vamos de las pistas de ski a hacer surf en la playa sin pasar por casa… Cuando la realidad es que la gran mayoría no disponen ni de tracción integral, lo que los convierte en coches convencionales con la carrocería ligeramente más elevada, lo que como mucho nos permite subir bordillos a la puerta de los colegios.

No son más seguros, pero lo parecen

Pero la realidad es que no hay nada de eso, ni son más seguros ni son un símbolo de estatus, sino más bien de derroche. No hace falta ser ingeniero automotriz para saber que se trata de carrocerías mucho más altas y pesadas que perjudican el comportamiento. Por un lado, la elevada altura del habitáculo obliga a tener mayor recorrido de suspensión, lo que los hace más imprecisos en carretera, con amortiguadores más blandos. Por otro, su centro de gravedad más elevado respecto a un coche convencional los hace también menos estables.

Pero es que además su interior tampoco es más grande que el de un coche convencional tipo compacto o berlina, pues las berlinas gracias a su mayor longitud y a su mayor distancia entre el eje delantero y el trasero permiten disponer de un espacio interior mayor y más aprovechable.

Maletero aprovechable y poco más

A su favor hay que decir que a igualdad de capacidad, su maletero es más aprovechable que el de una berlina, además de tener un gran portón de acceso que favorece la carga. Aunque la elevada altura de la carrocería nos obliga a levantar mucho más los bultos que, por ejemplo, en un familiar.

Las nuevas berlinas como el Peugeot 408 evolucionan hacia una imagen SUV, pero no crecen en altura

Un concepto de carrocería que encajaba con los motores diésel gracias a su gran aprovechamiento energético y bajo consumo, pero con motores gasolina la realidad es que nos vamos a unos consumos superiores hasta en un 15 % respecto a un equivalente de carrocería baja como un compacto o una berlina.

Híbridos enchufables

En el caso de los híbridos enchufables de gasolina logramos rebajar el consumo mientras hay batería (60 kilómetros de autonomía eléctrica), pero una vez que se agota el peso del conjunto dispara los consumos de combustible.

Para rematarlo, su precio de venta, empujado por la demanda, es hasta un 20 % más caro del que nos pueden ofrecer en cualquier vehículo de tipo familiar con una carga tecnológica y un equipamiento similar. En este contexto, de poco nos vale electrificar estos verdaderos gigantes con ruedas.