Hasta tres radares consecutivos en un túnel en obras, en la imagen el primer radar informativo

Recaudación vial

Trampa de radares: el último invento de la DGT para pillarnos desprevenidos

Un túnel en obras es la zona perfecta para poner en funcionamiento este nuevo sistema de medición que se basa en que el conductor se confíe

Hace menos de un año que la DGT avisó de la puesta en funcionamiento de una nueva campaña especial de control; en este caso se trataba de vigilar las zonas donde se están llevando a cabo obras.

Es cierto que las zonas de obras son especialmente peligrosas para los operarios de carretera, pues en 2021 se registraron casi 160 accidentes en este tipo de trazados temporales que tuvieron como resultado siete trabajadores heridos y dos fallecidos.

Radares de obras

Pero tal y como hemos podido constatar hace sólo unos días, la campaña de control se mantiene en el tiempo, pues hemos podido recorrer un verdadero entramado de radares montado por la DGT en una zona de obras ubicada en la autopista A-67, en Cantabria.

Imagen del segundo de los radares informativos

El funcionamiento del control de velocidad es sencillo pero muy eficaz: la zona de obras comienza con una señalización de conos que reduce la circulación a un carril. Al poco hay hasta dos radares informativos consecutivos que proyectan en una pantalla la velocidad real a la que circulan los coches que pasan por delante.

Dos falsos y uno verdadero

Lo que nadie se espera es que tras los dos radares informativos y ya dentro del túnel de Gedo, en plena zona de obras y en un entorno muy oscuro, haya un tercer radar de tipo fijo con caja tradicional que queda semioculto tras una gran señal de velocidad máxima 60 kilómetros a la hora.

Imagen del tercer radar, este multa de verdad y el límite es de 60

De esta forma forma se cumple el refrán que dice que a la tercera va la vencida, pues tras superar los dos radares que no sancionan, sino que simplemente informan de la velocidad, llega el tercero que es el de verdad.

La trampa de radares

Obviamente cualquier medida de control que proteja a los operarios es bienvenida, pero no una verdadera trampa de radares, pues juegan con que el conductor se confíe para luego poner uno de verdad con una apariencia que no es la tradicional, sino que este tipo de grandes cajas suele usarse para los radares fijos.

Un radar tras el que se esconden multas muy elevadas al menor descuido, pues se trata de una zona en la que la velocidad máxima está anormalmente reducida a sólo 60 kilómetros a la hora, cuando normalmente es un tramo de 90.