Sanciones
Las mejores excusas para que te quiten una multa: del «tengo un amigo Guardia Civil» al «soy hijo del Cuerpo»
Las leyendas urbanas de la carretera están llenas de historias de amistades lejanas y parentescos con guardias civiles que otorgaban inmunidad ante las sanciones de tráfico
Las barras de los bares están llenas de leyendas de conductores a los que tener un amigo Guardia Civil de Tráfico o Policía Municipal le ha salvado de decenas de multas y le han ahorrado miles de euros.
Al santo y seña de «soy hijo del Cuerpo» o «soy amigo del Cuerpo» el agente de la autoridad paraba de inmediato la tramitación del expediente sancionador y la multa quedaba en agua de borrajas.
Hijo del Cuerpo
Esta expresión «soy hijo del Cuerpo» se acuñó en zonas con fuerte presencia de familiares del miembros de la Benemérita, como en la Academia de la Guardia Civil de Baeza. Era la manera de darlo a conocer al agente para que no tener problemas en la carretera.
Pero hace ya años que lo que ha quedado ya en agua de borrajas es esta leyenda urbana, una más de cuantas jalonan el día a día en este país que la tozuda realidad se encarga de desmentir.
Ingresos millonarios
Sólo el año pasado la DGT tramitó más de 5,5 millones de multas por un valor en torno a los 506 millones de euros, récord absoluto que nos devuelve a cifras previas a la epidemia de Covid.
Al habla con miembros de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil y con miembros de Policía Municipal nos confirman que la situación ha cambiado muchísimo desde hace años. Es cierto que si nos remontamos al pasado, el agente tenía cierta capacidad para detener e incluso anular una denuncia ya tramitada.
Pero en la actualidad se trata de algo prácticamente imposible. Para empezar conviene saber que las últimas sentencias judiciales relacionadas con agentes que han manipulado sanciones firmes han llegado acompañadas de sanciones ejemplares de inhabilitación, destierro del destino, pena de prisión e incluso la expulsión del cuerpo, por lo tanto a día de hoy el asunto se considera extremadamente serio.
Cualquier modificación o manipulación sospechosa de una denuncia está sancionada por dos delitos, por un lado se trata de un delito de prevaricación y por otro de un delito de falsificación de documento público.
Sólo este último ya está penado con penas de prisión entre seis y tres años, más multa de seis a doce meses. A lo que habría que sumar la multa de a 12 meses por prevaricación y la inhabilitación de 6 a 10 años.
Un delito doble
Físicamente cualquier agente de la autoridad lo tiene realmente complicado para manipular una denuncia. El único instante en el que podría hacer algo es en el instante en el que va a rellenar el boletín de denuncia, si en ese momento decide mirar para otro lado la multa no existirá, aunque hay que tener en cuenta que los agentes suelen ir en pareja, lo que supone que el otro agente es testigo de lo sucedido.
Hay que tener en cuenta que en el bloc de denuncias que llevan los agentes todas las multas tienen un número de serie, lo que significa que no puede faltar ninguna, y si por algún motivo decide anularla debe quedar reflejado en el propio boletín junto al motivo.
Si por el contrario se trata de una multa que fue emitida desde la PDA del agente, el expediente va directamente al centro de tramitación, que normalmente es el centro de la DGT de León, desde donde se cursan las denuncias a los titulares.
Otra posibilidad para que el agente anule una sanción es si el perjudicado presenta un recurso, que acaba siempre en manos del agente para dar explicaciones. En este punto queda a su criterio aceptar o no el recurso, aunque en este último caso debe estar plenamente justificado, o volveríamos a estar ante un delito de prevaricación.
En definitiva, que no te cuenten historias, las multas a día de hoy son una cosa muy seria.