Práctico
El negocio millonario detrás del curso para conducir motos de 125 con carnet de coche
La DGT mantiene en vilo al sector de las dos ruedas al anunciar modificaciones de calado en el carnet de 125 pero sin terminar de aclarar nada
El impacto de las modificaciones que van a sufrir los carnets de moto anunciado por el ministro del Interior, Grande-Marlaska, y el director general de la DGT, Pere Navarro, ha sido tan contundente que la a Asociación Nacional de Empresas del Sector de Dos Ruedas se ha visto obligada a modificar el orden del día de su tradicional rueda de prensa sobre los resultados anuales del sector para dar protagonismo a esta noticia.
La realidad es que es una verdadera pena que la actualidad marcada por este anuncio a destiempo haya enturbiado el que ha sido un excelente 2023 para las motos.
No era el momento
Un año que cierra con 225.440 unidades matriculadas, lo que supone recuperar los niveles de venta de 2008, con un 11,4 % de crecimiento. Unos datos que demuestran que el sector goza de buena salud, o al menos gozaba hasta el golpe de timón dado por la Dirección General de Tráfico la semana pasada.
Más allá de otras medidas como la obligatoriedad del casco integral en carretera y los guantes homologados, que nadie en su sano juicio puede negar que contribuyen a mejorar la seguridad de los motoristas, la realidad es que la prohibición que va a obligar a que los conductores de coche accedan a una habilitación especial para ponerse a los mandos de una moto de 125 ha removido los cimientos del sector.
Mal augurio
Esta decisión anticipa lo que va a ser una verdadera tormenta financiera para las dos ruedas, que podría ver como las ventas de motos de 125 sencillamente se desploman de la noche a la mañana.
A día de hoy nadie quiere dar datos sobre cómo ha afectado ya a las matriculaciones el anuncio realizado por la DGT la semana pasada, pero en breve veremos algo similar a lo ocurrido en Francia en 2011. Allí las matriculaciones se desplomaron un 40 % cuando tráfico puso en funcionamiento el curso en el que ahora quiere inspirarse Pere Navarro para sacar adelante esta modificación.
Más allá de que sea una decisión pertinente desde un punto de vista de seguridad vial, con los fallecidos en carreteras disparados un 20 % en 2023 respecto a 2022, habría que analizar la repercusión real del anuncio realizado por la DGT hace días.
Valores de riesgo
Desde luego que si las firmas de motos cotizaran en bolsa ni un solo bróker financiero nos recomendaría invertir en este sector, pues el futuro no pinta bien, sobre todo si tenemos en cuenta que el año pasado una de cada dos motos que se vendió en España era de 125 (o inferior).
Este tipo de vehículos pierde por completo su atractivo por el incordio de tener que realizar el trámite del curso. De hecho, tal y como sospecha Anesdor, los que se animen a hacer el curso se van a ir directamente a los de A2, que les va a dar más posibilidades al poder ponerse a los mandos de motos de superior cilindrada.
Aunque tal y como dice la frase hecha «nunca llueve a gusto de todos», pues en este caso toda la incertidumbre que se cierne sobre los fabricantes de motos se transforma en alegría al referirnos a las autoescuelas, que ven como se va a incrementar su facturación anual de forma inesperada.
Recordemos que a estos cursos se suman otros de reciclaje de conductores de motos y coches que también anunció la DGT.
El negocio oculto
En este caso no hay la menor forma de saber lo que va a costar el curso ni el número de aspirantes que pueden presentarse, se trata de dos datos que forman parte del secreto de la corona de la DGT, pero la realidad es que si tomamos como referencia una vez más el coste en Francia (200 euros) y extrapolamos el dato de que entre un 40 y un 50 % de las motos que se venden en España pertenecen a esta categoría... entramos en cifras mareantes.
Podemos hablar de entre 50.000 y 100.000 aspirantes al año si tenemos en cuenta que la DGT expide en torno al medio millón de permisos de conducir coche cada ejercicio. Una cifra elevada que en volumen de facturación para las autoescuelas podría superar los 15 millones de euros anuales, a lo que habría que sumar los ingresos de la DGT en concepto de tasas.