¿Peligran las fábricas de coches españolas por la mala gestión del coche eléctrico que ha hecho el Gobierno?

Horas después de que Wayne Griffiths, presidente de Anfac, les comunicara su dimisión irrevocable, los 58 fabricantes de automóviles que componen la asociación lanzaban un comunicado sin fisuras de apoyo a su presidente y a su gestión.

Marcas europeas, chinas, japonesas, coreanas o norteamericanas con intereses muy dispares se han puesto de acuerdo en el diagnóstico de un sector que a día de hoy se mantiene en la UVI, muy alejado de las ventas de automóviles en las que se movía en los años previos a la Covid.

En la UVI

Un comunicado que exige al Gobierno el cumplimiento de una serie de hitos que el propio Pedro Sánchez se comprometió a ejecutar para impulsar las ventas de coches eléctricos.

Ya a finales del año pasado el propio Wayne, durante una reunión con periodistas, confirmó que estaba todo parado y que daría una oportunidad más al Gobierno para ponerlo en marcha o se iba.

Seis meses después cumple su palabra y deja la presidencia de Anfac, principal órgano de representación de las marcas de coches, con el sector muy desorientado por la falta de apoyo institucional.

No hay el menor apoyo

No es cuestión de defender o criticar el coche eléctrico, sino de asumir que gran parte de los intereses industriales españoles ahora mismo pasan por las ventas de este tipo de automóviles.

La electrificación es un salto al vacío que los fabricantes han dado contanto con el impulso del Gobierno, tal y como ocurre en otros países europeos, donde las ventas de eléctricos superan ya en 20 %, mientras que en España no sólo no han subido sino que han bajado respecto al último año, alejándonos del 5 % de cuota de mercado.

Hay que tener en cuenta el carácter estratégico de la industria del automóvil español, a día de hoy somos los segundos fabricantes de coches a nivel europeo tras Alemania y los octavos en el mundo.

Se trata de un sector que genera entre 600.000 y 1.000.000 de puestos de trabajo y aporta casi un 8 % del PIB nacional con más de 112.000 millones de euros y 2,5 millones de automóviles producidos.

Sector estratégico

Durante la celebración del Foro Anfac del mes de febrero el propio Pedro Sánchez volvió a asumir personalmente dos compromisos de apoyo al sector del automóvil nacional y la electrificación: la mejora del Plan Moves, con ayudas directas a la compra de coches eléctricos y beneficios sobre la fiscalidad del automóvil y la potenciación de la infraestructura de recarga. Las dos claves que están haciendo naufragar al coche eléctrico en España.

Todo ello sin dejar de lado las interminables convocatorias de planes Perte que no acaban de cubrir lo prometido a los fabricantes.

A día de hoy el Ejecutivo no sólo no ha cumplido su promesa sino que estamos a semanas de que termine el Plan Moves III y todo parece indicar que no va a haber renovación. Por si esto fuera poco la infraestructura de recarga crece de forma muy lenta y con equipos lentos de poca capacidad, justo lo contrario a lo que hace falta en España.

Sin infraestructura de carga

Así las cosas no han sido pocos los directivos del sector que reconocen abiertamente, aunque fuera de micrófonos, que la situación sobrepasa ya lo preocupante y puede afectar a las plantas españolas de automóviles.

Hay que tener en cuenta que la baja demanda de coches eléctricos está detrás de sucesos como el ocurrido en la factoría de Ford en Almussafes, donde la empresa acaba de presentar un ERE que afecta a más de 1.600 trabajadores.

Mientras el Grupo Volskwagen tiene en construcción una factoría de baterías en Sagunto, Valencia, que en 2027 debería comenzar a producir baterías sin descanso y Stellantis espera acontecimientos para confirmar sus planes industriales que también deberían incluir una fábrica de baterías en territorio español.

El mensaje que los representantes del sector quieren que llegue al Gobierno es que ya no hay más plazos, o el Ejecutivo apoya decididamente el coche eléctrico y se empiezan a vender coches eléctricos o las fábricas de automóviles pueden reducir drásticamente su producción e incluso abandonar España para trasladarse a zonas donde la demanda de eléctricos es mucho más elevada.