Normativa
Cierran al tráfico de coches la carretera fetiche de la Vuelta Ciclista a España un año más
Con una calzada de sólo cinco metros de ancho cada vez que se cruzan dos coches o autobuses es un verdadero problema
El relieve de este país convierte a la Vuelta Ciclista a España en uno de las pruebas más importantes y exigentes del calendario anual de la especialidad, todo un orgullo para los españoles que han podido presenciar algunas de las gestas más importantes del ciclismo.
Aunque elegir siempre sea injusto porque supone descartar otras opciones, si tuviéramos que escoger una etapa reina de la prueba sería la de los Lagos de Covadonga, quizá la etapa que más siestas ha robado a los españoles.
Etapa robasiestas
Se trata de una durísima ascensión con 168 curvas y unas vitas espectaculares a tiro de cámara que marca una pendiente media superior al 5 %, en la que se ascienden 1.111 metros, un verdadero desafío para el ser humano.
El año pasado marcó un antes y un después para esta carretera, la CO-4 pues allí mismo se despeñaba ladera abajo un autobús de turistas que iban en dirección a los Lagos de Covadonga.
Afortunadamente y con las más que probable intercesión de La Santina, a escasos kilómetros, no hubo que lamentar ninguna pérdida humana aunque el autobús dio dos vueltas de campana.
No está preparada
Aunque todos los organismos pertinentes son conscientes de que la situación exige une mejora y ampliación de la carretera, que lleva décadas con pequeños mantenimientos que no pasan de parches, nadie ha movido ficha durante este año.
La realidad es que una calzada de sólo cinco metros de ancho en la que no caben ni dos turismos, no digamos dos autobuses, no está habilitada para el tráfico rodado, sobre todo si valoramos la caída que tiene a uno de los lados.
Finalmente doce meses después no se ha acometido la menor mejora en la carretera y la solución es la misma de los últimos años, cerrarla al tráfico de vehículos particulares entre las 07:30 de la mañana y las 21:00 horas de la noche.
Una solución que sólo parece satisfacer a la empresa responsable de los autobuses que suben y bajan turistas, que factura 9 euros por pasajeros y a los taxistas que tienen permitido ese trayecto.