El tamaño de los badenes está regulado por ley

Salvaje

Los vecinos denuncian un badén que destroza coches y autobuses: «Es una rampa de despegue»

Pasar un badén a la velocidad inadecuada puede suponer para el vehículo y su propietario una avería de miles de euros

Badenes, resaltos y guardias tumbados corresponden a una categoría de herramientas viales conocidas como reductores de velocidad. Conviene saber que tanto su forma como su colocación, distancia, altura y ubicación están perfectamente reglamentados por la DGT.

Otra cosa es lo que ocurre en la realidad, que muchas ocasiones los ayuntamientos y áreas de movilidad colocan este tipo de reductores de velocidad de manera absolutamente arbitraria y anárquica, lo que supone un verdadero riesgo para la seguridad vial, con lo que se consigue el efecto contrario.

Catapulta para coches

En muchas urbanizaciones y zonas privadas es habitual encontrarse con algún tipo de reductor de velocidad de estas características que no cumple con la normativa establecida, convirtiéndose en verdaderas catapultas para coches y vehículos en general.

Muchos conductores se paran para comprobar los daños en el coche

Conviene conocer las diferencias entre badenes –elevaciones de la calzada que según la normativa deben tener una altura máxima de entre 6 y 10 centímetros y una longitud de 4 metros– y los resaltos, que suelen ‘baches’ de goma puntuales que hacen saltar el coche si no bajamos la velocidad.

De 6 a 10 centímetros

Es el caso que denuncian unos vecinos de Barcelona en este vídeo, en el que puede verse cuáles son las consecuencias de que los badenes no cumplan con lo establecido.

Para empezar, este badén no sólo está mal señalizado (pues 50 kilómetros/hora es una velocidad excesiva) sino que además tampoco está pintado, lo que los esconde perfectamente en el asfalto y los conductores no tienen forma humana de evitarlo.

Los autobuses también vuelan con facilidad

En el vídeo, grabado por los propios vecinos, puede verse cómo caen todo tipo de vehículos, desde autobuses urbanos hasta coches particulares. El salto es tal que es habitual que los conductores se paren después para ver los daños que ha sufrido el coche.

El problema es que la zona de rampa es tan elevada que los bajos de los coches tocan con el suelo tanto al subir como al bajar, lo que supone un verdadero peligro para su integridad, sin hablar de los amortiguadores o el riesgo de accidente para las motos.