Los nervios suelen jugar malas pasadas durante el examen

Curioso

El suspenso más absurdo de la historia de la DGT: a repetir el examen por saludar a su vecino

La mezcla de nervios e inexperiencia provoca que el práctico de conducir se convierta en un infierno para muchos aspirantes, que repiten el examen una y otra vez

El examen de conducir es uno de los trámites más temidos por los aspirantes a conductores, especialmente el práctico, pues en una prueba de escasos 20 minutos deben demostrar si están capacitados para ponerse al volante de un automóvil.

Tras una formación más bien escasa, pues el elevado precio de las clases de conducir las limita mucho, el aspirante a conductor debe vencer a los nervios y no cometer ni el menor error.

Uno de cada dos, calabazas

Esto condiciona una tasa de suspensos que ronda el 40 % del del total de alumnos que se presentan al teórico y del 50 % en el práctico, con lo que ello supone.

Sentada detrás la examinadora no da crédito de lo que ve

Suspender el examen supone en muchos casos volver a renovar las tasas, lo que cuesta 94 euros, más volver a dar alguna clase práctica, que como hemos dicho son bastante caras.

Un buen pico

En este caso este profesor de autoescuela ha subido a redes sociales lo que puede considerarse el suspenso más absurdo de la historia. En este caso tanto el profesor, que va sentado en el puesto del acompañante, como el examinador no dan crédito a lo que hace este aspirante.

Así saluda a su vecino el joven

No sabemos si fruto de los nervios o por simple cortesía el alumno hace sonar la bocina del coche para llamar la atención de un peatón, que resulta ser su vecino y no contento con eso suelta el volante y retira la vista de la carretera para saludarle afectuosamente.

En ese punto el profesor no sabe dónde mirar con cara de asombro, mientras que el examinador le recrimina tanto por pitar sin tratarse de una situación de peligro, lo que supone una falta leve, como por haber puesto en peligro la vida de un peatón, pues estaba cruzando el paso de cebra y podía habérselo llevado por delante por ser tan cordial con su vecino.