Práctico
El trámite que la DGT permite hacer ya a los conductores en los estancos
La ordenanzas municipales de cada ciudad establecen dónde hay que colocar este distintivo y si su uso es obligatorio
Aunque en ciudades como Madrid en las que las etiquetas medioambientales son obligatorias para los automovilistas desde hace años tienen bastante claro su funcionamiento, fuera de estos ámbitos es probable que los conductores no terminen de conocer todos los detalles de estas etiquetas que vieron la luz en 2016 para clasificar los coches en función de las emisiones.
Inicialmente la DGT realizó un primer envío gratuito de miles de pegatinas a los propietarios de automóviles, mientras que los que no lo recibieron en casa se vieron obligados a comprarla en oficinas de Correos o en la Confederación Española de Talleres, en gestores administrativos o en el Instituto de Estudios de Automoción o en la patronal del sector Ganvam.
Mayor capilaridad
Obtenerla era tan sencillo como acudir a alguno de estos lugares con la documentación del coche, donde nos lo daban sobre la marcha, un procedimiento que no ha variado.
La pegatina tenía inicialmente un precio de 5 euros, aunque también era posible obtenerla por internet, con lo cual nos costaría el doble, 10 euros en los que estaba incluido el precio de las gestiones y el envío.
Distribución más cercana
Recientemente la DGT llegó a un acuerdo con Logista, antigua Tabacalera, que se encarga de la distribución del tabaco en su red de distribución, los estancos.
De esta manera la DGT se asegura que sus etiquetas lleguen hasta pueblos y pequeñas localidades, precisamente donde la distribución de las pegatinas medioambientales está siendo más complicada.
El precio de la etiqueta es el mismo que viene teniendo hasta ahora en los establecimientos en los que se vende, 5 euros, y el procedimiento para su obtención tampoco varía.
Recordemos que a día de hoy la pegatina medioambiental no es obligatoria, sino que cada municipio puede legislar de manera independiente.
De esta manera en Madrid sí es obligatoria y la multa por no llevarla es de 100 euros, independientemente de que el coche esté ‘empadronado’ en la capital o no, mientras que en otras ciudades como Barcelona su uso es sólo recomendable.