Seguridad vial
Adiós radares: el nuevo sistema para saber la velocidad de tu coche y si hablas por el móvil o vas borracho
Tras décadas en funcionamiento los radares tradicionales pueden desaparecer sustituidos por estos nuevos dispositivos que ya funcionan en pruebas en algunos lugares del mundo
Aunque su invención data de 1954 en los Estados Unidos, en España los primeros radares de velocidad comenzaron a usarse en los años 70. Entonces eran verdaderos armatostes y no podían medir más allá de los 150 kilómetros a la hora.
Desde entonces su evolución ha sido vertiginosa, hay que tener claro que son muy rentables, por lo que se invierte grandes cantidades de dinero en su desarrollo. A día de hoy los hay fijos, móviles, de tramo, láser, de remolque, de pistola… prácticamente todos los tipos que imaginemos.
Para todos los gustos
Pero la tecnología de radares tal y como la conocemos puede considerarse obsoleta si la comparamos con la que se está poniendo a prueba ya en algunos lugares del mundo, un tipo de tecnología basada en la inteligencia artificial que tiene muy poco que ver con la actual.
En este caso se trata de una serie de cámaras que basan su funcionamiento en un algoritmo que puede detectar no sólo los excesos de velocidad, sino también otro tipo de infracciones.
Cámaras entrelazadas
La cámara usa detalles como el tipo de conducción, los movimientos del coche, la trazada y la velocidad de reacción, determinados gestos imperceptibles para el ojo humano que le permiten saber si el conductor que va al volante del vehículo está cometiendo otras infracciones más allá del exceso de velocidad como pueden ser usar el teléfono móvil o incluso si conduce bajo los efectos del alcohol o las drogas.
De hecho la clave está en que no es una sola cámara la que controla, sino que cada equipo funciona en colaboración con el resto de cámaras de la carretera que también analizan el comportamiento de los coches sospechosos.
En pruebas todavía
Lógicamente se trata de un sistema muy novedoso y como tal necesita de un largo periodo de pruebas y verificaciones, pero terminará por imponerse a los radares tradicionales, mucho más limitados en sus funciones y sobre todo que multan mucho menos que estos centros de control de tráfico, la idea es que cuando estén en funcionamiento tendrán posibilidades casi infinitas para regular el tráfico.
Hace ya meses que este mecanismo se usa en fase de pruebas en Australia, donde el equivalente a la DGT, Transport for NSW, ha desplegado ya más de 40 unidades que pueden funcionar tipo móvil o fijo en arcos de carretera.