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EFE

Pedro Arriola (1948-2022)

Mucho más que un asesor político

Fue el puente de unión entre Aznar y Rajoy en la cocina de Génova

Nació en Sevilla el 2 de junio de 1948 y falleció en Madrid el 28 de enero  de 2022

Pedro Arriola Ríos

Un asesor político excepcional

Fue el gran estratega del Partido Popular  durante un cuarto de siglo, bajo las presidencias de José María Aznar y Mariano Rajoy. Cuando llegó Pablo Casado, se dejó de contar con él.

–«Hola, Pedro. ¿Cómo estás?»
​–«Pues, hija, como diría Carlos Herrera, estoy pa’ comerme».

Así empezaban casi siempre mis conversaciones con Pedro Arriola. Y finalizaban un largo rato después, tras haber analizado la polémica del momento, estudiado la evolución de las encuestas, comentado las cuitas del partido y haber aderezado todo ello con las más variadas anécdotas que se puedan imaginar. Las conversaciones con Pedro cobraban vida propia; eran exuberantes, divertidas y siempre enriquecedoras. Cuando finalmente colgaba el teléfono, recalentado por tanta cháchara, nunca he tenido la sensación de haber perdido el tiempo. Antes al contrario, después de cada parrafada con Pedro sabía algo más de la política y de la vida.

No llegué a conocer al Arriola antifranquista y ni al –intuyo–duro negociador de la patronal, pero sí he tenido la suerte de conocer al asesor político excepcional. A diferencia de los gurús de papel couché, más preocupados por el autobombo y por el marketing que por la estrategia política de fondo, el primer mérito de Pedro Arriola fue siempre su discreción. El segundo sus atinados consejos y el tercero su independencia. Era uno de los pocos, acaso el único, capaz de decirle al César: «Recuerda que eres mortal». Pero esa conversación, de haberse producido, jamás hubiera llegado a ningún otro oído ajeno y menos aún a las confidencias periodísticas. Esas cualidades –independencia, perspicacia y discreción– unidas a su capacidad para detectar las prioridades de la sociedad española, le convirtieron en un personaje mítico de las crónicas políticas.

Durante casi cuatro décadas Arriola ha sido un referente indispensable en la vida del Partido Popular. Ha estado en los debates electorales, en el diseño de estrategias políticas, en los discursos importantes o en la trastienda de las negociaciones con los rivales. Incluso participó en las conversaciones con ETA y también en los contactos con el nacionalismo catalán lanzado ya a la locura de la autodeterminación. Los secretos de tantas peripecias políticas, que podrían haber escrito una crónica impagable de la historia del centro derecha español, Pedro se los ha llevado con él como última prueba de su lealtad al partido y a los presidentes con los que colaboró.

Tan importante fue, que sus enemigos acuñaron el término «arriolismo» para atribuirle todos los males que han aquejado al Partido Popular, sin reparar en que la visión de Arriola inspira, en buena medida, la tarea de modernización, apertura ideológica y ampliación de bases electorales que llevó al PP a sus etapas de mayor expansión y fortaleza, incluidas dos rotundas mayorías absolutas. Arriola entendía que el centro derecha español es tan amplio, variado y diverso como lo eran nuestras conversaciones telefónicas y que necesita ser así para concitar el apoyo mayoritario de la sociedad.

Nos ha dejado un estratega político de primera categoría y un hombre culto, elegante y cariñoso, que no escondía sus afectos ni la profunda devoción que sentía por su familia. Celia, sus hijos y sus nietos eran su mayor orgullo y lamento que la enfermedad le haya privado de tantas alegrías que aún podía haber disfrutado con ellos.

Yo le conocí como aquel personaje mítico y controvertido de las crónicas y hoy le despido como un amigo inolvidable, al que siempre echaré de menos cuando tenga necesidad de hablar con alguien de lo divino y lo humano. D.E.P.