Sir John Elliott (1930-2022)
Haciendo historia
Su magisterio se basaba en una formación profunda, una enorme inteligencia, una indudable honestidad intelectual y una extraordinaria capacidad de trabajo
John Huxtable Elliott
Historiador e hispanista
Fue un gran historiador que en el momento de su muerte era Regius Professor emérito en la Universidad de Oxford y Honorary Fellow del Oriel college en Oxford y del Trinity college en Cambridge. Su tesis doctoral en 1956 fue Castilla y Cataluña bajo el Ministerio del conde duque de Olivares.
Resulta muy difícil resumir en un artículo periodístico lo que ha significado John H. Elliott (Reading, 1930) como historiador. Sin duda, uno de los más grandes desde que, en el curso del siglo XX, la historiografía se dotó de unos métodos y exigencias en la investigación y el análisis que permiten incluirla entre las ciencias sociales. Pero dicha consideración sería incompleta sin aludir a su relevancia como hispanista: el principal y el más influyente y conocido de quienes volcaron su investigación en el empeño de desentrañar la historia de España y el mundo hispano. A ello habría que unir su condición de británico –o más propiamente anglosajón, puesto que desarrolló buena parte de su vida académica en los Estados Unidos– y la de especialista en la Edad Moderna, atraído en su juventud por los retratos del conde duque de Olivares pintados por Velázquez y por la realidad política de aquella España de los Austrias, que fue durante muchos años la potencia dominante dentro y fuera de Europa. Su aportación al conocimiento de nuestra historia –iniciada en unos años en que sufríamos un evidente retraso en libertades, medios y posibilidades de estudio– fue decisiva, contribuyendo a la normalización de la historia de España en el seno de la historiografía internacional, lejos de las visiones peyorativas tan difundidas en su país de origen.
Resumir su trayectoria académica e investigadora y los numerosos reconocimientos que han jalonado ambas es asimismo complejo, por lo que me limitaré a una mención rápida, por fuerza incompleta. Tras su formación en la Universidad de Cambridge fue profesor en el King´s College de Londres entre 1968 y 1973, en que aceptó la oferta del prestigioso Institute for Advanced Study de Princeton (EE.UU.), donde permanecería hasta 1990, cuando regresó a Inglaterra con la categoría excepcional de Regius Professor en la Universidad de Oxford. Entre sus numerosas distinciones figura el premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales, su nombramiento por Isabel II como Knight (caballero) que le otorgaba el tratamiento de Sir, numerosos doctorados honoris causa en universidades españolas y de otros países, la condición de miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia desde 1965, o el Premio Órdenes Españolas en su primera edición. Sus abundantes estudios e investigaciones, reiteradamente editados y traducidos a distintas lenguas, han abordado temas tan variados como la revuelta de Cataluña de 1640, la España Imperial de los siglos XVI y XVII, las relaciones e influencias mutuas entre el Viejo Mundo (Europa) y el Nuevo (América), el conde duque de Olivares y su época, el palacio del Buen Retiro (en colaboración con Jonathan Brown), así como varios estudios de conjunto sobre diversos periodos de la Edad Moderna, como el que dedicó a la Europa de la segunda mitad del siglo XVI. Algunos de sus trabajos se han basado en la comparación entre dos realidades similares, método que aplicó en un libro delicioso dedicado a dos estadistas contemporáneos: el conde duque de Olivares y el cardenal Richelieu, a la historia de los imperios español y británico en América, o al estudio de Escocia y Cataluña que comparten aspiraciones nacionalistas e independentistas. Hace unos años, publicó una valiosa autobiografía intelectual, con el título de Haciendo Historia, después de casi siete décadas de investigación y estudio.
Numerosos libros, centenares de artículos y capítulos de libros constituyen su legado imperecedero para los historiadores, muchos de los cuales sentimos hoy la tristeza de su desaparición, unida a un cierto sentimiento de orfandad, confiados como estábamos siempre en sus juicios y opiniones atinadas sobre las cuestiones historiográficas más variadas. Raramente faltaba a los principales congresos sobre los muchos temas que le interesaban, en los que su deseada presencia aportaba siempre calidad y prestigio. Pero su semblanza quedaría incompleta sin aludir a la extraordinaria labor que realizó como formador de historiadores. Algunos de los mayores hispanistas tuvieron la fortuna de realizar con él sus tesis doctorales y aprender el oficio a su lado. Entre ellos, Geoffrey Parker, Richard Kagan, Charles Jago, James Casey o Irving Anthony Thompson, como también la española Cayetana Álvarez de Toledo. Otros estudiosos: Xavier Gil Pujol, James Amelang, Josep María Fradera y bastantes más se beneficiaron largo tiempo de su magisterio, especialmente en Princeton. Sé bien que esta nómina es incompleta; en realidad, pocos historiadores han sido ajenos a sus enseñanzas. Acaso sea este el mejor de sus legados.
- Luis Ribot es miembro de la Real Academia de la Historia